MARCA IBÉRICA, ENTRE LA REALIDAD Y EL DESEO

Dos países hermanos, vecinos distantes muchas veces, pero con un tronco común, poblaciones gemelas, ríos compartidos, peripecias paralelas y con una historia, en ambos casos, jalonada de proezas memorables. Son muchas las formas de relacionar a españoles y portugueses, dos pueblos ibéricos que comparten un territorio y muchos años de historia. No existe, sin embargo, un Marca Ibérica que presente, de forma conjunta, una imagen única y diferenciadora en los mercados exteriores como forma de contribuir para el reforzamiento y posicionamiento en cuanto a productos y servicios de calidad.

Aunque cada día son más fuertes las voces que piden la existencia de una marca común que sea un elemento agregador de una estrategia colectiva de pomoción externa que promueva una reafirmación y valoración de la oferta ibérica a nivel internacional, implicando en un mismo objetvo a los agentes nacionales, públicos y privados, con responsabilidad en la promoción de actividades internacionales de empresas y de comercio exterior. Desde que hace 20 años ambos países ingresaron en la UE, las multinacionales piensan en términos ibéricos. Y los sentimientos corren tanto como el dinero: La abrumadora presencia de empresas españolas (la “invasão”, visible apenas con un paseo por la Avenida de la Liberdade, donde se suceden las marcas españolas) que trabajan en Portugal y más de medio millar de empresas portuguesas que operan en España así lo demuestran. Casi dos millones de portugueses visitan cada año España y el doble de españoles pernoctan en Portugal: las encuestas reflejan un despertar del iberismo a ambos lados de la frontera invisible. Se firman acuerdos de medio ambiente, salud y tecnología, y se da forma a una alianza estratégica ibérica para afrontar la agenda internacional. Decía Voltaire que "los frailes entran sin conocerse, viven sin amarse y mueren sin llorarse". Algo parecido pasó durante siglos entre españoles y portugueses, que compartieron la parcela ibérica, pero ignoraron lo que sucedía al otro lado de sus aposentos. ¡Otros tiempos y otras costumbres que no tienen vigencia hoy día, por fortuna!.

 

Portugal está de moda

Cuando los caricaturistas portugueses ilustraban reportajes sobre las relaciones de vecindad con “nossos irmãos españoles”, casi nunca faltaba el toro gigantesco y el forcado valiente que le hace frente. Pero más que confrontación, lo que parece haber hoy es dependencia mutua. Portugal es sexy y está de moda. Los éxitos sociales y políticos sonríen al país vecino, dirigido por un presidente conservador “optimista racional” y un primer ministro socialista “optimista crónico”. El pasado 13 de mayo fue sábado de gloria en Portugal. Por la mañana, el papa Francisco santificaba a los dos pastorcillos de Fátima; por la noche, Portugal ganaba por primera vez en su historia en Eurovisión, ¡mano amiga!. A ese 13 de mayo hay que añadirle en el último año un 12 diciembre y un 11 de julio, fechas históricas por la elección de un portugués, António Guterres, como Secretario General de la ONU, y el triunfo de la selección de fútbol en la Eurocopa de Francia. El informe PISA destacaba que Portugal es el único país del mundo que mejora su nivel educativo año tras año y el lánguido otoño lisboeta se llenaba de jóvenes por la cumbre tecnológica Web Summit. El turismo crece por encima del 10% desde hace cuatro años y no es sólo Lisboa, también Porto y Madeira y Azores que, con la liberalización aérea, registran crecimientos del 30%. A diferencia de España, en Portugal la industria turística tiene casi todo por hacer y playas salvajes por domesticar.

Todo ha ocurrido en menos de 365 días, el tiempo en que Portugal sustituía a dos políticos de aire tristón (el presidente Aníbal Cavaco Silva y el primer ministro Pedro Passos Coelho) por dos optimistas: Marcelo Rebelo de Sousa en la Presidencia, de centroderecha, y el socialista António Costa en el Gobierno. Con ellos al timón, el país sonríe social y económicamente.

Todo este fervor patrio tiene su reflejo: el sentimiento de hermandad con España no puede ser más intenso. Los presidentes de la República y del Gobierno están cada dos días en Madrid, se acaba de celebrar la XXIX Cumbre Luso-Española y el país luso ha sido el invitado especial en la Feria del Libro de Madrid con el desembarco cultural que supone en un país que apenas habla portugués.

Relaciones económicas

En este contexto de amor fraternal, las relaciones económicas entre España y Portugal son especialmente estrechas y ambos países conforman un verdadero mercado ibérico, donde el flujo de intercambios comerciales y de inversiones es continuo, impulsado, además, por el gran número de empresas con presencia en ambos países.

El comercio bilateral ha aumentado de forma constante en las últimas décadas, alcanzando un máximo de 28.797 millones de euros en 2016. En 2016, las exportaciones españolas a Portugal superaron los 18.000 millones de euros y las importaciones españolas provenientes de Portugal superaron los 10.000 millones. Portugal se configura como el quinto destino de nuestras exportaciones y nuestro octavo mayor proveedor. Para Portugal, España es el primer cliente y el primer proveedor mundial. Casi un tercio de los productos que compra Portugal proceden de España y un cuarto de los productos que vende Portugal se dirigen a nuestro país. Esta tendencia continúa en 2017. Según las cifras de enero y febrero de este año, el comercio bilateral ha crecido un 9,5% con respecto al mismo periodo del ejercicio anterior.

“Las relaciones comerciales entre ambos países –afirmaba Antonio Calçada, presidente de la Cámara Hispano Porttuguesa, en una reciente intervención– se encuentran interconectadas y podemos decir que el desarrollo de los dos países en los últimos años avanza en una dirección más correcta. Los flujos comerciales bilaterales son ya superiores a los momentos pre-crisis, lo que podríamos considerar un ejemplo para Europa. En los últimos cuatro años –continuaba– las exportaciones portuguesas de bienes y servicios hacia España ha crecido más de un 20 por ciento, y la tasa de importaciones supera ya el 30 por ciento. A pesar de la diferente dimensión, la integración europea ha traido beneficios para ambos países; y en el futuro, este desarrollo sostenido avala aún más el panorama que nos rodea. Y si añadimos a la buena complicidad que caracteriza nuestra relación los lazos bilaterales y culturales hacia América Latina, África e incluso Asia, nuestra presencia en el mundo es cada vez más potente y definitiva”.

“Nuestros dos países celebraron el año pasado los 30 años de la entrada en la Comunidad Económica Europea y, desde entonces, no hemos hecho sino crecer y crecer juntos”, afirmaba António Costa, presidente del Gobierno portugués, en su última visita a España hace unos meses. “España es hoy en principal socio de Portugal, ya que representa más del 21% de nuestras exportaciones y el 30 % de las importaciones. En 2016 hubo casi 40.000 millones de flujo comercial. El año pasado las pernoctaciones de españoles representaron casi cuatro millones en los establecmientos hoteleros de Portugal, es decir, más del 10% del total. España exporta a Portugal más que a toda Sudamérica. Sólo a Galicia exporta más que a Italia, Bélgica o Brasil, y a España en general más que a Alemania y a Francia juntas. Por eso es importante que tengan la mejor información sobre Portugal”.

“Portugal está en un momento de cambio. El año anterior registró el mejor PIB de la democracia, con lo que la deuda bruta se ha estabilizado. Estos son indicadores de nuestro compromiso con la consolidación de las deudas públicas. El 2016 terminó con un crecimiento del 2% por encima de la media de la UE. Esta mejoría de los resultados económicos se traduce en una mejora de la tasa de empleo. En definitiva, a lo largo del año 2016, los indicadores de confianza mejoraron de manera significativa”, destacó Costa. “La economía ha pasado de una gran desaceleración en 2015 a una aceleración contínua en el año anterior. No son las tasas de crecimiento de la economía española, pero ya llegaremos gracias a las exportaciones y la inversion”, terminaba.

Afinidad y complementariedad

Con estos numeros, la unión de Portugal y España en una Marca Ibérica daría lugar a un vasto conglomerado territorial que incluiría posesiones en todo el mundo conocido. Un enorme país con una población superior a los 50 millones de habitantes, el cuarto país mas extenso de Europa y el segundo de la UE con un territorio con casi 600.000 Km2, situados en uno de los lugares mas estratégicos del mundo entre África, el resto de Europa, el Atlántico y el Mediterraneo. Cinco archipielagos principales: Azores, Baleares, Canarias, Madeira y Salvajes. Y ya ni hablemos del PIB conjunto. Salida inmensa al Atlántico y a Europa por tierra por los Pirineos. Al Mediterráneo también. Seríamos la primera potencia del mundo en turismo. Con acceso a todo el mercado iberoamericano conjunto (Brasil+Hispanoamérica) y dos idiomas oficiales hablados en todo el mundo... La Marca Ibérica sería mucho más que la suma de España y Portugal. Brasil es el segundo país mas poblado de América y el tercero en cuanto a extensión y PIB. Mas de 200 millones de habitantes que tienen el portugués como idioma oficial y mas hablado en ese país. El español es el segundo idioma mas hablado y entendido por los brasileños. Tambien asignatura obligatoria a partir de secundaria Seriamos el tercer destino turistico del mundo sumando los mas de 80 millones de turistas extranjeros que recibe España anualmente mas los 10 que recibe Portugal. El cuarto país de la UE en cuanto a PIB superando a Italia. Segundo país de la UE en cuanto a superficie y cuarto de Europa sólo superado por Rusia, Francia y Ucrania. El quinto de la UE en cuanto a población se refiere y el sexto de Europa casi empatados con Italia y Gran Bretaña.

Muchos testimonies avalan este sueño. Para Diego Carcedo, presidente de la Asociación de Periodistas Europeos y corresponsal de Televisión Española durante años, algunas veces da la impresión de que la palabra “Ibérica” inspira temor a molestar. “Las relaciones entre España y Portugal –dice– han mejorado de una forma espectacular en los últimos años. Mejor dicho, se han normalizado como procede a tantos elementos comunes, que empiezan en la vecindad, pasan por las alianzas internacionales y acaban en la afinidad que existe entre los dos pueblos; una afinidad que, cuando se hace notar, se vuelve complementaria y enriquecedora. El conocimiento recíproco ha propiciado el afecto”.

Carcedo reconoce que los intereses y los negocios –tan despreciados a veces como imprescindibles para el desarrollo– han ido por delante, abriendo el camino a unas relaciones más cordiales y productivas. “Bien puede decirse –añade– que han dado un ejemplo al ámbito cultural, que avanza en sus aproximaciones pero mucho más lentamente. A muchos españoles –y yo diría que a la inmensa mayoría– nos reconforta ver un libro de autor portugués en los escaparates de las librerías o escuchar a una cantante lusa triunfando en nuestros auditorios. Pero también reconforta tanto a más observar cómo cada vez es mayor el número de productos envasados con sus nombres y descripciones en los dos idiomas, ver cómo el número de empresas de ambos países que se establecen al otro lado de la frontera y que los ayuntamientos limítrofes suscriben acuerdos de cooperación.

Por eso, la idea de fomentar la unidad del mercado ibérico es fundamental para aprovechar al máximo las potencialidades que ofrece de cara al exterior”.

Hay muchos productos que saldrían beneficiados de esta generalización, que la geografía ha creado, la sociedad ha desarrollado y la economía está dinamizando gracias en buena medida a sus propios resortes. “Cuando se habla, como en esta publicación tan necesaria de Mercado Ibérico –refiriéndose a la revista que con este nombre edita nuestra empresa– es importante desprenderle cualquier temor pasional a pérdida de soberanía que ambos países tienen bien consolidada y nadie con capacidad de reflexionar debe sentir en peligro”.

“Los portugueses y los españoles, juntos ante el gran reto de la globalización y los mercados, es mucho más lo que pueden lograr que viviendo, si no de espaldas, que eso parece que ha pasado, sí de costado, intentado cada uno intentándolo en solitario. Creo que la palabra Iberia merece ser reivindicada –afirma rotundamente– y los términos ibérico o ibérica mejor utilizados para que ambos pueblos, sin sacrificar nada que pueda lesionar sus sentimientos patrióticos, puedan beneficiarse”.

Según Amalio de Marichalar y Sáenz de Tejada, Conde de Ripalda, Presidente de Foro Soria 21 para el Desarrollo Sostenible, existe la Marca Ibérica como existe la Marca España y la Marca Portugal. De hecho, la península ibérica es parte fundamental de Europa y constituye un activo indispensable para la Marca Europa. Una marca representa algo muy importante en el mundo de hoy y también es algo que hay que proteger y revalorizar permanentemente. Todo lo anterior no existiría si no contáramos con las dos primeras naciones de Europa, que son Portugal y España. Esta dos grandes naciones confluyen en una historia muy antigua que ha originado una cultura secular y que hoy es el principal intangible de nuestras dos naciones para poder construir un sólido presente y un camino seguro para el futuro”.

“Portugal y España son las dos primeras naciones de Europa, y nuestro pasado común está en personajes tan importantes como Viriato y, desde luego, la propia ciudad de Numancia, que son, asimismo, ejemplo universal de la defensa de los valores de la libertad, la independencia, la resistencia y el honor de un pueblo que quiso anteponer su sacrificio extremo, antes que claudicar. Portugal y España, han sabido desde la historia antigua, ser dos grandes Naciones e Hispania y Lusitania, con el gran legado de la romanización, fundirse con sus dos lenguas de misma raíz latina, en una historia que incluso facilitó el descubrimiento del Nuevo Mundo, y repartiéndose en el Tratado de Tordesillas, por igual, todo el orbe conocido”, añade.

La cultura y la historia secular de Portugal y España, constituyen por tanto unos valores intangibles únicos y principales con respecto al resto de Europa, y la propia Europa representa la defensa de los principios y valores que sustentan la libertad y la Democracia y su necesaria adaptación al siglo XXI.Numancia, en el siglo XXI, puede muy bien ser el paradigma de una nueva manera de respetar nuestro pasado, trabajar en el presente y preparar un sólido camino para el futuro, entendiendo que disponemos de un gran legado cultural que es fuente para conocer de dónde venimos y construir así un desarrollo sostenible inteligente en bien de las presentes y futuras generaciones”.

“Como soy muy lectora de la "Balsa de piedra” –afirma Pilar del Río, presidenta de la Fundación Saramago– obviamente lo primero que se me ocurre fue poner a navegar a la península, es decir, representarla en movimiento hacia otros. No alejándose de Europa, más bien liderando Europa en un viaje hacia otros continentes y hacia otras personas. Evidentemente, la imagen de la península no unida a Europa por los Pirineos haría que los simplificadores -hay tantos por ahí- inmediatamente dijeran que la península pertenece a Europa, y que hay que ser más Europa y esas cosas del discurso de los burócratas, pero ni caso a esas objeciones. Creo firmemente que seremos más europeos cuanto más humanistas seamos y cuantas más relaciones de igualdad tengamos con otros. Es hermoso viajar como península hacia otros, como pueblos, culturas y economías, dispuestos a dejarnos seducir, a compartir y a entender este mundo juntos. Por eso, la segunda imagen que se me ocurrió fue manos entrelazadas: manos de distintas formas, suma de manos del interior de la península, porque somos iguales y no serán las líneas imaginarias lo que nos separe ni las banderas, que ya ni sabemos lo que significan. En fin, o encuentro con otros o intimidad: esas son las ideas que me gustaría que se reflejaran en la necesaria Marca ibérica”, afirma.

A Guillermo de Llera, presidente honorario de Casa de España en Lisboa, la idea le parece interesante, aunque de muy dificil realizacion. Interesante, “porque para “los barbaros del norte” el concepto ibérico les simplifica la vida y lo entienden. Dificil, por las suceptibilidades y la competencia directa en muchos dominios. Aplicable únicamente en productos o sectores en los que haya cooperacion, y son muy pocos. Y, por supuesto, sólo como idea promocionada desde los privados: los Gobiernos no compran ni de coña esta idea”.

Para Catarina Loureiro, directora y editora de la Plataforma Iberismos, el concepto de Marca Ibérica se percibe, sobre todo, desde fuera de ambas fronteras. “Creo que los agentes económicos, sociales y culturales extranjeros nos ven, a Portugal y España, como un mercado, el ibérico. Esto queda patente en la estratégia de muchas multanacionales. Aunque creo, también, que hay que trabajar juntos, coordinados y más integrados, para crear una verdadera Marca ibérica. Mi deseo es que así sea, ya que nos parecemos y nos complementamos muchísimo. En estos momentos hay s, una Marca España cada vez más fuerte y una Marca Portugal que está ganando prestígio y fuerza, sobre todo en ciertos nichos de mercado, pero que, a mi entender, hay un largo camino para consolidar esa Marca en la que tanto creo. Por mi parte, con la creación de la Plataforma Iberismos, deseo poder también contribuir en esa labor de estar más integrados, más familiarizados unos con los otros, porque creo en nuestras fortalezas y en las sinergias que podemos obtener de estar cada vez más juntos. En suma, creo que hay que seguir trabajando juntos para que la Marca Ibérica sea, de verdad, una realidad”, aclara.

Finalmente, Miguel Otero, Managing Director de Leading Brand of Spain (Foro de Marcas Renovadas de España, FMRE), simpatiza mucho con Portugal y sus gentes, “quizás como gallego que soy. Pero no he reflexionado sobre el tema, ya que que creo que hay que ir pensando en una marca UE (a pesar del Brexit o mas aun por ello), y que una Marca Ibérica podría tener algun recorrido en la captacion de turismo extranjero, pero difícilmente en otros ámbitos, como el comercio exterior o la atracción inversiones. Aunque quizás habría posibilidad de intensificar la colaboración entre empresas de ambos países en terceros mercados, como Angola y Mozambique...Y también hay algunos planteamientos –especifica– como las relaciones en algunos temas, como en el proyecto e AVE Madrid-Lisboa (aunque creo que está afectado por la crisis de las finanzas publicas), así como la colaboración entre regiones transfronterizos y ciudades, como el caso de Galicia y Norte de Portugal (buena conexión por autopista pero muy mala por ferrocarril), aunque en algunos casos hay una fuerte competencia y rivalidad como en el caso de los aeropuertos de Vigo y Oporto”.

“Hoy tendría más sentido avanzar en la construcción de una marca e identidad europea, que ibérica”, explica. “No obstante, creo que no hay que perder de vista la historia común que compartimos: desde la época de Roma, el descubrimiento de Europa y los exploradores y la más reciente del siglo XX. Se trata de dos países que han ido en muchos procesos de la mano y que son importantes en la historia de la humanidad. Probablemente el primer fenómeno globalizador de la historia llegó a través de españoles y portugueses. El Atlántico es otro elemento común y de importancia que nos une a españoles y portugueses”, termina.

Dos países, un sólo proyecto

Hermanos, primos, amigos, vecinos, compañeros, socios, cómplices o aliados. Somos parecidos, pero no iguales. Compartimos un territorio, pero cada uno tiene sus propias costumbres. De forma divertida y entretenida se pueden contar, a rasgos generales, lo que más nos diferencia.

Evidentemente hay similitudes entre ambos, por tratarse de dos países fronterizos dentro de Europa, pero a veces se comete el error de pensar que somos en todo iguales o muy parecidos, porque tenemos nuestras diferencias. Además de ser diferentes, unos y otros nos enfrentamos a mitos y estereotipos que se han ido creando a nuestro alrededor. Y no siempre es fácil acabar con esas ideas que pueden perjudicar nuestras relaciones. Empezando por la forma de ser de cada uno, se tiende a definir al español como una persona alegre y al portugués como una persona triste. Pero ni todo es fiesta en España, ni todo es fado en Portugal. Sin embargo, sí que hay rasgos muy diferentes al definirnos. Los españoles somos más extrovertidos, charlatanes, gritones, expresivos, informales y besucones. Expresamos más abiertamente nuestros sentimientos. Los portugueses, por su parte, son más reservados, hablan mucho menos y más bajito, muy educados y formales. En esto de las formalidades nos ganan, sigue siendo el país de doctores e ingenieros, donde el título tiene mucha importancia. Los españoles prefieren el tuteo y hasta nos ofendemos si nos tratan de usted. Un reciente libro repleto de ironía desmitificaba los estereotipos entre españoles y portugueses. La periodista española Virginia López, corresponsal en Lisboa, reunía en él bodas, batallas y traiciones en diez siglos de historia compartida entre España y Portugal. "Portugal solo existe porque nació como un regalo de bodas para una bastarda castellana, y eso en una época en la que todavía no se habían inventado las listas de bodas de El Corte Inglés". De esta provocadora forma comienza su libro, 'De España ni buen viento ni buen casamiento', diez siglos de historia compartida entre españoles y portugueses.

Partiendo de esta idea, el objetivo del libro pretendía desmitificar los "prejuicios y estereotipos que ha habido entre españoles y portugueses a lo largo de los siglos", empezando por Doña Teresa, la madre del primer rey de Portugal, Alfonso Enríquez, quien protagoniza el primer capítulo del libro en el que la autora escribe con ironía que fue "la primera reina de Portugal: adúltera, incestuosa y lo que es peor, española".

El libro cuenta las bodas, batallas, guerras y traiciones más conocidas de la historia compartida de los dos países, desde esa primera reina de Portugal, la bastarda castellana Doña Teresa, hasta la boda ibérica más mediática de la actualidad, la formada por el escritor luso José Saramago y la periodista española Pilar del Río, quien firmaba el prefacio del libro. En él, Del Río dice que "lo que desvela Virginia López en este libro, con un humor tan fino como inteligente, es que España y Portugal tienen más pasado en común de lo que algunos quieren aceptar". Según la periodista, "portugueses y españoles somos todos hijos de la mezcla de culturas, sangres, proyectos, afinidades… aunque hablando de forma diferente". En él, la autora aprovecha detalles personales de la pareja para hablar en general de "la manera como españoles y portugueses se relacionan en la actualidad, superando complejos y prejuicios del pasado". Después de la investigación histórica y de su experiencia personal, la periodista llega a la conclusión de que "las relaciones entre españoles y portugueses son siempre una especie de negociación constante en la que, si se negocia bien, ambas partes salen ganando, en concreto, los portugueses con la sal de los españoles y los españoles con la calma de los portugueses".

En su libro, escrito con mucho humor y una fina ironía, Virginia López reúne una amplia lista de bodas entre españoles y portugueses, como el caso del rey luso D. Manuel I, que se casó con tres infantas castellanas; el trágico amor del monarca portugués D. Pedro I y la dama gallega Inés de Castro, conocidos como el Romeo y Julieta ibéricos; o la historia de la única reina santa que Portugal tuvo, la española Doña Isabel de Aragón, que se casó con el rey portugués D. Dinis. Además de bodas, López describe la batalla de Aljubarrota como un partido entre selecciones, recuerda las relaciones que Cristóbal Colón mantuvo con los dos reinos, resume la peculiar amistad que mantuvieron los dos dictadores de la península, Franco y Salazar, e incluso se atreve con la espinita histórica que ha dejado la cuestión de Olivenza, descrito por López como 'el Gibraltar ibérico'. "El objetivo del libro – resume la periodista– es reírnos de nosotros y de nuestra historia, empezando por mí misma, para comprendernos mejor y mirar hacia el futuro no sólo como portugueses y españoles, sino como ibéricos, pues verdaderamente ibéricos son los hijos de todos esos matrimonios, que cada vez son más entre personas de los dos países". Marca Ibérica, por supuesto.

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