Cómo son los super ricos y en qué mundo viven

Reino Unido es el pais con mas billonarios per capita que ningún otro en el mundo. El periodista británico Jacques Peretti ha pasado seis meses conviviendo con algunas de las personas más ricas del planeta y echa una mirada a estos nuevos super ricos en un pais, Reino Unido, que se ha convertido en uno de los mas atractivos en materia impositiva del mundo. Esta es la historia de cómo pasó y cómo nos afecta a nosotros. Ahora, la BBC ha decidido enseñar al mundo cómo son y cómo viven los 'super ricos' en la docu-serie The Super-Rich and us (los super ricos y nosotros) y The Independent recoge las impresiones de Jaques Peretti, el reportero que vivió durante seis meses la vida de los más adinerados.

Bill Gates, Carlos Slim, Warren Buffett, Charles Koch, Sheldon Adelson... Sus nombres están unidos, inevitablemente, a la palabra dinero. Forman parte de esa pequeñísima minoría -el 1% de la población- de 'super-ricos'. Viven entre jets privados, palacetes, áticos impensables y lujos para los que hay que tener mucha imaginación -viajar a Shangai con su propio sistema de aire para no respirar el del común de los mortales, demasiado contaminado, por ejemplo. “Fui a The Dorchester para conocer a Wang Jianlin, el hombre más rico de China, que hace como que no entiende Inglés cuando está aburrido”, dice. “Fui a palacetes, áticos y aviones privados... Y, qué aprendí tras pasar tanto tiempo con ellos? Se están convirtiendo rápidamente en una raza aparte. Y no es una metáfora, es tanto biológica como psicológicamente exacto”.

Así, como 'raza aparte', describe Peretti a los super-ricos. Asegura que, por muchas muestras de humanidad 'billgatesianas' que tengan, la vida que llevan, al margen de las preocupaciones del 99 restante, les aleja de la realidad. “Tienen -señala- una intolerancia a la debilidad. En realidad no son capaces de comprender por qué no todos en la Tierra son tan decididos y exitosos como ellos”.

Encerrados en una hermética esfera de lujo, los super-ricos de Peretti consumen una comida más sana que el resto de la sociedad, duermen en camas mejores y hasta respiran un aire más puro -aunque sea prefabricado-. Esto conduce, señala la BBC, a una raza diferente, que se relaciona a miles de kilometros de altura, en jets privados, y desciende luego a la parte más alta de los rascacielos, para mirar hacia abajo y comprobar que existe otro mundo el que ellos no forman parte. “No importa lo mucho que lo intenten, los super-ricos viven en una burbuja herméticamente cerrada”, señala Peretti.

"Lo que comenzó como un simple clan global que tenía dinero se ha convertido en una diferencia biológica. Los ricos ahora viven en su propia biosfera paradisíaca (...) en esta biosfera, comen mejor comida, van a mejores escuelas, visten mejor ropa, toman medicinas mejores y así hasta engendrar un nuevo clan más puro y rico. Incluso respiran aire más limpio", establece Peretti.

Asimismo, el periodista establece que esta diferencia no reside únicamente en el dinero, sino en la eugenesia (o mejora de los rasgos hereditarios humanos mediante diversas formas de intervención manipulada), afirmando que "en sus mentes, no son solo más ricos que el resto, sino mejores (…) y la palabra 'mejor' es importante, porque la falacia del perfeccionamiento moral que viene gracias al dinero es utilizada para justificar dicha desigualdad".

Peretti describe a los multimillonarios como "avatares de desigualdad, pero con una pizca de humanidad en su interior que tratan de volver a conectarse con la sociedad", aunque "no importa cuánto se esfuercen, viven en una burbuja hermética cerrada". "Al ver la forma en la que viven, me recordaron a un paciente de ébola muy mimado que se encuentra en cuarentena y mira hacia el mundo exterior", añade.

Una raza aparte

Según un reciente informe de la ONG Oxfam, en 2016 el 1% de la población más rica acumulará más riquezas que el otro 99%. Desde los años ochenta la brecha entre ricos y pobres no ha dejado de crecer, y no se libra casi ningún país. En España, en 2008, el 1% más rico de la población controlaba el 18,3% de la riqueza.

Este poder les hace incapaces de ser tolerantes hacia la debilidad. Algo de lo que, según Peretti, no se libra ningún súper rico: “Incluso el multimillonario más ‘BillGatesiano’ y filántropo, que construye bibliotecas y paga programas de vacunación en África, es incapaz de comprender por qué no todo el mundo en la Tierra tiene la determinación de ser tan exitoso como ellos. Y si no lo están quieren enseñarles a hacerlo”.

El problema es que esta visión de una supuesta meritocracia, tan poco real como la igualdad de oportunidades, ha calado en todo el mundo desarrollado. “Este mantra de los súper ricos de que hay que ir a por todas, y te hundes o nadas, es aceptado por el Gobierno”, explica Peretti. “Se enseña incluso en las escuelas. Pero no todo el mundo puede ser un emprendedor, y esa es la razón por la que gente de toda Europa se está manifestando. No sólo están protestando contra la austeridad, además están reafirmando su humanidad. En Atenas gritaban “somos humanos” como si la troika y los súper ricos necesitaran de veras recordarlo”.

El periodista cree que los súper ricos son ya biológicamente distintos al resto de los mortales. “Los ricos viven ya en su propia biosfera al estilo del Elysium”, asegura Peretti en referencia al hábitat espacial en el que viven los humanos más pudientes de la película de ciencia ficción del mismo nombre dirigida por Neil Blomkamp. “Es una burbuja que flota por encima de la Tierra y conecta Londres, Nueva York, Shanghái y Dubái a través de un puente aéreo en clase business”.

No importa que estén en su jet privado, en su helicóptero o una suite del hotel más caro del mundo, simplemente no comparten el mismo espacio que la gente normal, una separación que según Peretti les hace incapaces de aceptar la desigualdad de la que forman parte.

“En su biosfera los súper ricos comen una mejor comida, van a mejores escuelas, llevan mejores ropas y toman mejores medicinas, lo que les convierte en una casta con mejor salud y más rica”, asegura Peretti. “Incluso respiran un aire más limpio. Muchos millonarios tienen sus propias reservas de aire móviles, que bombean en cualquier casa en la que decidan vivir. Si eres súper rico y tienes una propiedad en Shanghái, por ejemplo, puedes evitar tener los mismos pulmones llenos de contaminación que tienen el resto de los 14 millones de habitantes de la ciudad”.

Los súper ricos nunca se creen suficientemente ricos, porque siempre están pensando en quién está más arriba en la lista Forbes.

El problema no es que los ricos se sepan más adinerados que el resto (algo que es obvio), el problema es que creen que se lo merecen, porque son mejores. “La falacia de que el dinero nos hace mejores personas se ha utilizado para justificar la desigualdad”, explica Peretti. “Los ricos creen sinceramente en esto, y quieren que nosotros nos lo creamos también. Y ¿adivinen qué? Lo hacemos. Si no somos capaces de alcanzar lo inalcanzable es porque hemos fallado. Es un juego amañado”.

Lo más sorprendente de todo, explicó Peretti en una entrevista con The Daily Mail, es que los súper ricos nunca se creen suficientemente ricos, porque siempre están pensando en quién está más arriba en la lista Forbes. “Tony Fernandes, propietario del equipo de fútbol Queens Park Rangers y la areolínea Air Asia, me dijo que el no se consideraba rico y que debería hablar con alguien como Jeff Bezos, el fundador de Amazon”, explica el periodista.

Aunque Peretti es muy crítico con el discurso de los súper ricos no cree que los multimillonarios sean por sistema malas personas. En realidad, explica, son hombres y mujeres a los que les gustaría ser más humanos que lo que su riqueza les permite. La burbuja que han creado es tan hermética que les impide vivir como las personas normales.

“Ver cómo viven me ha hecho pensar en un paciente de ébola, encerrado en una rígida cuarentena del resto del mundo”, explica el periodista. “Sienten que deberían formar parte de él y se pasan el día parodiando de forma poco convincente las cosas que hace la gente común. Su riqueza les hace sospechosos y distantes. Les ha deshumanizado y no hay nada que puedan hacer para remediarlo”.

Es una tragedia, asegura Perreti, pero no es nada en comparación con ser una madre que necesita ocho trabajos temporales para mantener a su familia. Así que en la próxima crisis, asegura, haríamos bien en no usar rescates y expansiones cuantitativas que lleven más lejos la desigualdad.

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