XXVI Cumbre Hispano-Lusa marcada por la crisis y los recortes

XXVI Cumbre Hispano-Lusa MARCADA POR LA CRISIS Y LOS RECORTES El presidente del Gobierno recibió el pasado 13 de mayo en el Palacio de la Moncloa al primer ministro de Portugal, Pedro Passos Coelho, con motivo de la XXVI Cumbre Hispano-Portuguesa, la segunda que tiene lugar desde que ambos mandatarios fueron elegidos. Estos encuentros oficiales sirven para intensificar los estrechos lazos entre los dos países, trabajar de manera conjunta en áreas de interés mutuo y aunar posiciones en asuntos europeos e internacionales.

España y Portugal celebraron su XXVI Cumbre bilateral, una cita marcada por la crisis económica que azota a ambos países y los severos recortes del gasto público aplicados por sus respectivos gobiernos conservadores. El encuentro estuvo presidido por el jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, y el primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, a quienes acompañaron varios de sus ministros. Rajoy informó a Passos Coelho de las medidas y previsiones contenidas en el Plan Nacional de Reformas y en el Programa de Estabilidad enviados recientemente a la Unión Europea (UE). A finales de abril, la administración del Partido Popular aprobó nuevas reformas económicas en respuesta a recientes exigencias de la UE, que consideró incompleto el duro plan de austeridad emprendido por Madrid. Menos de un año después de decretar los mayores recortes sociales y laborales de la democracia española, el Palacio de la Moncloa dio luz verde a otra oleada de ajustes en el gasto público. En julio de 2012, España puso en marcha un draconiano programa de austeridad que combina recortes y subidas de impuestos con el fin de ahorrar 150 mil millones de euros hasta 2014 y reducir su elevado déficit fiscal. Por su parte, Passos Coelho dio cuenta del plan de rigor anunciado después de que el Tribunal Constitucional de Portugal invalidara varias disposiciones del presupuesto estatal para 2013, caracterizado por un incremento de impuestos sin precedentes. El pasado 3 de mayo el premier luso avanzó que prescindirá de 30.000 funcionarios, recortará el sistema de pensiones, retrasará un año la edad de jubilación, hasta los 66 años y ampliará la jornada laboral en la administración de 35 a 40 horas semanales. La aprobación de esas medidas es clave para que Lisboa obtenga un segundo tramo de ayuda de 2.000 millones de euros, en el marco de un plan de rescate de 78.000 millones acordado en mayo de 2011 por la troika (UE, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo). Estas políticas de austeridad generaron un profundo descontento social en los dos países ibéricos, con crecientes protestas en la calle y peticiones de dimisión desde la oposición y los sindicatos. Además de la situación de sus respectivas naciones, Madrid y Lisboa aprovecharon la cumbre bilateral para pedir a Bruselas que avance en la Unión Bancaria y Fiscal y en la lucha contra el desempleo, uno de los rostros más dramáticos de la crisis.

Paralelamente a la reunión bilateral entre ambos mandatarios, tuvieron lugar las reuniones sectoriales a nivel ministerial y de Secretarios de Estado. Por parte de España participaron en las respectivas sectoriales los ministros de Asuntos Exteriores y de Cooperación (acompañado del Secretario de Estado para la Unión Europea), de Defensa, de Interior, de Industria, Energía y Turismo, de Fomento y de Empleo y Seguridad Social. También hubo varias reuniones sectoriales a nivel de Secretarios de Estado (Comercio, Medio Ambiente y Hacienda). Tras estos encuentros, se celebró una reunión plenaria, finalizando la Cumbre con la rueda de prensa de ambos Jefes de Gobierno.

Entre los temas más relevantes que se trataron destacan los esfuerzos nacionales para asegurar la modernización de las respectivas economías y unas cuentas públicas saneadas que garanticen la estabilidad económica de la Unión Europea. Así mismo, abordaron las medidas que la Unión está llamada a llevar a cabo en un futuro próximo, principalmente en relación a la consecución de una verdadera Unión Bancaria, así como cuantas medidas europeas sean necesarias para acompañar y asegurar el crecimiento y el empleo, especialmente el empleo juvenil. Respecto a la agenda internacional, los principales temas giraron en torno a la Política Europea de Vecindad en su vertiente sur, la Unión por el Mediterráneo y el Diálogo 5 + 5 (incluyendo la situación en el Sahel) y Oriente Medio.

De esta Cumbre Hispano-Portuguesa sale una declaración conjunta en la que reiteran el llamamiento a la UE para que tome medidas que fomenten el crecimiento y la competitividad, y acuerdos como los relativos al transporte. Entre ellos se incluye el compromiso de potenciar un tren directo diario entre Vigo y Oporto con billete único a partir del próximo verano, y la interoperabilidad de los sistemas de cobro de peajes en autopistas entre ambos países. Además, han firmado un protocolo para reforzar la cooperación en la lucha contra el fraude y la evasión fiscal, así como un memorando de cooperación y asistencia técnica en materia de política social y Seguridad Social que incluye profundizar en el intercambio de actividades y medidas contra la desigualdad y la pobreza.

Caminar juntos

Nunca antes el eje Lisboa-Madrid fue tan crucial para los vecinos ibéricos. La última cumbre entre Jefes de Gobierno ha demostrado cómo ambos países se enfrentan a retos similares no sólo en el plano económico, sino también en el político y social. Portugal y España buscan nuevos planteamientos en un escenario marcado por la necesidad de mantener vivo el comercio bilateral, una relación económica que se ha vuelto vital en ambos lados de la frontera, pero que no se practica con la vitalidad que estos tiempos requieren. “Las declaraciones de Pedro Passos Coelho y Mariano Rajoy al final de la Cumbre Ibérica respecto de los asuntos europeos y de la travesía del desierto que está cruzando la Unión –afirma Carlos Ruiz Mateos, gerente en Imago Llorente & Cuenca– fueron esencialmente políticas, pero demostraron la sintonía existente y las preocupaciones similares entre ambos países. La austeridad, el desempleo y la necesidad de agilizar los procesos de toma de decisiones a nivel de la UE marcaron los respectivos discursos de los mandatarios de España y Portugal, dos países que tienen mucho en juego: su propio futuro como socios comerciales”.

España sigue siendo el principal destino de las exportaciones de Portugal, aunque la crisis financiera ha reducido el peso del país vecino. En concreto, en 2012 Portugal exportó bienes por valor de más de 10.000 millones de euros a España, lo que equivale a casi una cuarta parte de las ventas totales del país en el extranjero. De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), España es el principal cliente de los productos portugueses.

Del otro lado, Portugal importó bienes españoles por valor de 18.226 millones de euros, el equivalente a más del 30% del total de las importaciones portuguesas. Con España, Portugal registra su mayor déficit comercial a pesar de sufrir una disminución progresiva debido a la depreciación general del comercio en el contexto de parálisis de consumo. El año pasado, la balanza comercial entre los dos países resultó favorable a España en 7.500 millones de euros a diferencia de los casi 8.000 del año anterior. Visto con perspectiva, no obstante, la relación comercial bilateral entre Portugal y España ha crecido exponencialmente, estrechando cada vez más los lazos políticos y económicos y en línea con la relación histórica que une a ambos países. De hecho, fue la adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea la que catapultó este relación comercial en multitud de sectores. Los números lo dicen todo: a principios de los años 80, España representaba menos del 5% de los flujos comerciales de Portugal.

Redes de Transporte

Si bien esta crisis, que parece inacabable, ralentiza muchos proyectos económicos de envergadura, se mantienen vivos algunos proyectos de interés para ambos lados de la frontera. Son las comunicaciones por carretera y ferrocarril, que han recibido un nuevo impulso en la última Cumbre Ibérica. Los gobiernos de ambos países acordaron un calendario final para la electrificación total del tramo ferroviario OportoVigo y llegaron a un arreglo para lograr la compatibilidad del pago automático de peajes en las autopistas de ambos países. Han sido los aspectos concretos en el contexto de una Cumbre marcada por las cuestiones macroeconómicas como la Unión Bancaria y las advertencias a la Unión Europea sobre los problemas derivados de la austeridad.

Ana Pastor, ministra española de Fomento, y Álvaro Santos Pereira, ministro de Economía, acordaron un plan de eficiencia y modernización de la línea entre Oporto y Vigo, considerada estratégica. Desde el próximo 15 de junio, los pasajeros ya podrán viajar con un único billete –hasta ahora se requería uno en cada tramo español y portugués– y un programa es- pecífico de intercambio de personal evitará tener que parar en mitad del trayecto para el intercambio de las tripulaciones.

El viaje entre las dos ciudades, sin embargo, todavía llevará unas tres horas, el doble que por carretera. La alta velocidad y el objetivo de unir ambas ciudades en sólo 35 minutos ha vuelto a estar, una vez más, encima de la mesa, pero, dado el contexto económico actual, la decisión que se ha tomado es completar la electrificación total de la línea para 2016. Es posible que en la próxima Cumbre se tomen decisiones más ambiciosas, pues no debemos olvidar que la unión ferroviaria Vigo-Oporto se encuentra entre los planes de desarrollo económico de la Unión Europea.

En cuanto a la interoperabilidad de dispositivos de pago au- tomático en autopistas, el sistema español será aceptado gradualmente en Portugal durante el mes de julio, mientras que la “Vía Verde” se podrá utilizar en las carreteras españolas hasta “finales de diciembre”, según el comunicado remitido por el ministerio de Fomento español. La reunión de ministros al albor de la Cumbre también formalizó la constitución de un equipo conjunto luso-español para la coordinación del transporte de mercancías por ferrocarril, cuya primera reunión ya se ha celebrado en Lisboa.

Respecto a la cuestión energética, durante la cumbre luso- española se firmó un acuerdo para la creación de un mercado regulado y ordenado del gas, cuyos pasos está aún por definir y se anunció un incremento de las interconexiones energéticas entre los dos países y de estos con Europa.

En definitiva, la Cumbre Ibérica, que regularmente celebran España y Portugal, no ha deparado grandes sorpresas: se han reafirmado compromisos históricos pendientes, como las co- nexiones ferroviarias – excepto la alta velocidad Madrid-Lisboa que se ha convertido en tabú– y las energéticas. También los gobiernos de uno y otro país se han apoyado mutuamente en las políticas que han puesto en marcha.

Sin embargo, ambos socios pasaron de perfil por el debate de la regeneración democrática y la transparencia. “Las socieda- des portuguesa y española –afirma Luís Pimenta, consultor de Llorente & Cuenca– están experimentando procesos similares de desafección de sus sistemas de representatividad. Miles de ciudadanos están exigiendo una rendición de cuentas a sus políticos como no se veían en décadas en cualquiera de los dos países. Una colaboración activa en esta área entre ambos países podría hacer de la alianza ibérica un referente de los nuevos compromisos de los Estados con sus ciudadanos. Responderían, así, a la creciente demanda de ambas sociedades, cuyos ciudadanos están protagonizando debates públicos, manifestaciones y conversaciones en Twitter”.

En materia de transporte aéreo, Pastor y Pereira manifestaron su satisfacción por los importantes pasos dados para implantar el Bloque Funcional del Espacio Aéreo Sudoeste en el marco de la iniciativa del Cielo Único Europeo y firmaron la “Declaración Política sobre la creación del Bloque Funcional del Espacio Aéreo del Sudoeste” (SW FAB). Según Fomento, este Bloque, por su situación geográfica, constituye un enclave “estratégico” en la interconexión del tráfico aéreo entre Europa y el continente americano, especialmente con Latinoamérica, y su establecimiento “supondrá importantes beneficios para ambos países”.

Fisura empresarial

En la cumbre ibérica del año pasado, cuando las previsiones apuntaban a que al final de 2013 habría ya crecimiento económico, Portugal ponía el acento en la necesidad de las reformas y los sacrificios presupuestarios para corregir los desequilibrios financieros. Ahora, numerosas figuras del partido luso de Gobierno, como el Jefe de Estado, Aníbal Cavaco Silva, o la antecesora de Passos Coelho al frente de la organización, Manuela Ferreira Leite, advierten de los problemas sociales que vive el país, convertidos, además, por la oposición en azote constante al Ejecutivo. El agravamiento de la recesión y el paro, la presión de la oposición y el deseo expresado por Bruselas de que la política de ajustes se haga en Portugal con el consenso de los principales partidos, han acercado el discurso público del Gobierno luso a las posiciones de España o Italia a favor de más apoyo de la UE.

En este contexto de crisis, recesión y desempleo, también se han notado los intercambios comerciales y turísticos, un síntoma más de las dificultades es la floja presencia española en la Bolsa de Lisboa. Las estrechas relaciones económicas que mantienen históricamente España y Portugal se han resentido de forma visible en los últimos meses, en contraste con la resistencia exhibida hasta ahora pese a la crisis que afecta a ambos.

El declive en los intercambios comerciales y turísticos en 2012 muestra que la recesión y las altas tasas de desempleo que presentan ambos países han acabado por hacer mella, aunque su impacto aún hoy es limitado. A contracorriente, sin embargo, se mantienen todavía varias de las mayores empresas de España y Portugal, como es el caso de El Corte Inglés, Repsol, BBVA, Banco Santander, Banco Espírito Santo, Galp o EDP, con presencia importante al otro lado de la raya.

El delicado momento que atraviesan las relaciones económicas bilaterales fue confirmado por el presidente de la Cámara de Comercio Luso-Española en Lisboa, Enrique Santos, quien recordó la caída en volumen de estos intercambios. “El problema no es de confianza, sino de liquidez. Hace seis o siete años, cuando había una privatización en Portugal, enseguida aparecían interesadas firmas españolas, mientras que ahora todos los potenciales compradores son brasileños, chinos, rusos (...)”, ejemplificó. Los datos oficiales que manejan el Instituto Nacional de Estadística luso y el Banco de Portugal siguen señalando al país vecino como su principal socio comercial, con mucha ventaja respecto al resto. “Es verdad que las relaciones económicas crecieron con fuerza hasta 2008, y desde entonces teníamos cierta estabilidad. En estos primeros meses del año lo que está claro es que no esperamos que vuelvan a crecer a corto plazo”, explicó el presidente de la Cámara de Comercio Luso-Española.

Otro sector en el que los efectos de la recesión se perciben notablemente es el turismo, donde pese a la cercanía geográfica, el descenso continúa. Aunque el flujo de visitantes se mantiene, factores como la tendencia a acortar las vacaciones afectan los resultados económicos. Ejemplo de ello fue la caída en las pernoctaciones de españoles y portugueses en sus respectivos países vecinos, que superó el 13 % en los dos casos respecto a las cifras del año anterior. “El turismo se está viendo muy afectado por la crisis, especialmente en las ciudades transfronterizas”, apuntó Santos, quien, pese a las adversidades, conserva todavía cierto optimismo. La firma de alianzas entre empresas lusas y españolas para abrir mercados y llegar a países emergentes en mejores condiciones es una de las vías abiertas ahora para combatir la crisis. “Existe un esfuerzo muy importante por parte de las empresas de los dos lados por sumar esfuerzos, ya que es muy difícil internacionalizar si no se tiene suficiente envergadura financiera”, argumentó Santos.

Más allá de los gestos y algunos leves avances, la agenda entre ambos países ha menguado considerablemente respecto de años atrás. Dos países tan próximos en lo cultural, lo histórico y lo social deberían reflejar en este tipo de encuentros esa cercanía construida y reforzada en estos últimos 20 años, máxime en la situación en la que ambos países se encuentran: una mayor cohesión y entendimiento contribuirá, sin duda, a alejar la tormenta con mayor celeridad y a estar más cerca de los ciudadanos.

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