Un país llamado Iberia ¿uno, grande y…más rico?

La XXV Cumbre Luso-Española, celebrada el 9 de mayo en Oporto, ha puesto en evidencia que los dos países que forman la península ibérica son algo más que dos países que han vivido de espaldas tantos años.

España y Portugal nunca hemos sido capaces de mantener, en estos años de crisis, una voz política común para saber imponernos en el marco europeo”, afirmaba recientemente en Madrid Mário Soares, ex presidente y primer ministro de Portugal. “Nuestros dos Estados ibéricos atraviesan por un espléndido período en sus relaciones, independientemente de los gobernantes que los dirijan. Pero nunca hemos sido capaces de mantener, en estos años de aguda crisis, una voz política común, o concorde cuanto menos, para saber imponernos, en el marco europeo, con la suficiente fuerza como para ser escuchados”.

El expresidente de Portugal advertía que toda la UE “está envuelta en la crisis, no sólo España y Portugal”, y animaba a ambos países a mantenerse unidos para poder “golpear con los puños en la mesa”, porque toda Europa les debe mucho y no se puede hacer sólo hostilidad. “Nosotros llevamos el espíritu europeo al mundo entero y fuimos nosotros los que después trajimos todo lo que recogimos en el mundo entero para Europa. Fuimos los pioneros, y eso es algo que no se puede olvidar”, aseguró Soares.

“En las reuniones de los Consejos europeos y en las sucesivas Cumbres, con poca relevancia, los dirigentes de nuestros dos Estados ibéricos optaron por el silencio o, como mucho se limitaron a defender, sin ponerse previamente de acuerdo, sus respectivos intereses nacionales”, se lamentaba el ex presidente portugués.

XXV CUMBRE LUSO-ESPAÑOLA

Tampoco en la XXV Cumbre Luso-Española, que recuperó en Oporto el formato de reuniones anuales de alto nivel que ambos países no celebraban desde 2009, se acordó dar un golpe encima de la mesa. Eso sí, sirvió para que Mariano Rajoy y Pedro Passos Coelho, dos conservadores que llegaron al poder el año pasado tras desbancar a gobernantes socialistas, mostraran que ambos “van de la mano” y sus agendas están “en plena sintonía”.

Por parte española acudieron ocho ministros y varios Secretarios de Estado –Asuntos Exteriores y de Cooperación, Justicia, Defensa, Interior, Fomento, Educación, Cultura y Deporte, Industria, Energía y Turismo, y Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente– que mantuvieron reuniones con sus homólogos portugueses. Los resultados fueron, sin embargo, exiguos, debido a la falta de presupuesto para poner en marcha nuevos proyectos. Ninguno de los dos vecinos está para alegrías.

No se escatimaron elogios mutuos y cada uno alabó el coraje del otro a la hora de alcanzar, con un “esfuerzo sin precedentes”, el reequilibrio de las cuentas públicas. En el caso de Portugal, ello ha supuesto, entre otras medidas impopulares, la supresión de la paga extra de funcionarios y pensionistas o el aumento del IVA hasta el 23%. Aun así, Passos Coelho descartó que Portugal necesite un segundo rescate cuando, el año que viene, se agote la ayuda de 78.000 millones y deba volver a los mercados en busca de financiación. “Una nueva asistencia sería más cara y representaría más coste para los ciudadanos”, advirtió.

Mariano Rajoy, por su parte, aseguró no estar preocupado por el hecho de que Cataluña, el País Vasco o Andalucía recurran al Constitucional algunos de los recortes del Gobierno en sanidad o educación. “Lo que me importa es que sean conscientes de dónde estamos y cumplan sus compromisos”, declaró. Eso sí, aseguró que no tiene ningún motivo para pensar que las autonomías incumplirán su objetivo de déficit y calificó de “muy valiente, muy dura y muy complicada” la política de la Generalitat catalana.

EL TRAUMA DEL AVE

Los ministros portugueses y españoles hablaron de trenes, de la deficiente y lenta red de transportes ferroviarios que une los dos países. Otros años, la estrella de las cumbres ibéricas era el proyecto de AVE Madrid-Lisboa, que hasta llegó a tener fecha: un optimista 2011. Ahora, olvidado este proyecto por desistimiento portugués, los responsables se ciñeron a lo que hay, en un descafeinado y vaporoso acuerdo de transportes ferroviarios, fruto de la escasez de presupuesto.

El texto final promete, por ejemplo, tomar nota, simplemente, de los trabajos del equipo de técnicos que actualmente examina el Lusitania Express, el tren que une Lisboa y Madrid por la noche, deficitario por su escasa demanda, a fin de “encontrar una solución que lo haga viable”. El acuerdo también promete mejoras en la conexión Vigo-Oporto, ciudades separadas por 175 kilómetros que en tren se tarda más de dos horas en recorrer. El texto añade que los dos países se comprometen a impulsar una línea de transporte de mercancías con ancho de vía europeo, que conecte el puerto portugués de Sines con Lisboa, Madrid e Irún. Es un proyecto todavía muy en mantillas, que necesitará financiación europea y un acuerdo con Francia.

Las autoridades portuguesas también se han comprometido a facilitar el pago de las autopistas reconvertidas de peaje en noviembre pasado. Ahora, estas autovías presentan un sistema de abono complejo, mal explicado, lento e ineficaz, que, en algunos casos, incluso obliga a los conductores a desviarse de su ruta para comprar una tarjeta prepago en una gasolinera.

ECONOMÍAS COMPARTIDAS

España y Portugal, con sus respectivas historias, ambas gloriosas, tienen un peso político, cultural y económico enorme que no debe ser menospreciado, ni por los gobiernos ni por los partidos de la oposición, porque ambos deben hacer gala de un auténtico sentido de la responsabilidad al servicio de sus respectivos Estados. Es el momento para comprender, por ambos lados, la importancia de actuar al unísono, en un momento de aguda crisis como el que estamos viviendo.

Las economías de Portugal y España están íntimamente ligadas por la geografía, por las inversiones mutuas y por la pertenencia de ambos países al euro y a la UE. Los problemas de Portugal nos afectan y viceversa. La economía portuguesa estaba estancada desde 1999 y, a diferencia de la española, no disfrutó de los años buenos del euro. Y cuando llegó la crisis de la deuda soberana, Portugal se vio obligada en mayo pasado a solicitar la intervención de la UE y del FMI para poder financiarse. A cambio de un préstamo de 78.000 millones de euros, del que caben dudas sobre si será suficiente, se le impusieron draconianas medidas de reducción del déficit y duras reformas que costaron las elecciones a los socialistas de José Sócrates. De momento, la condición del enfermo se ha agravado: si en 2011 ha vivido una contracción del PIB de 3%, en 2012 añadirá otro 4,8%. Sin embargo, Passos Coelho ha rechazado flexibilizar los plazos de reducción del déficit público, y mantiene que Portugal volverá a la senda del crecimiento en 2013 de la mano de la inversión privada y unas exportaciones que ya están creciendo. Hasta ahora, los portugueses han aguantado con estoicismo la cura, con reformas en serio y sin tanta agitación social como los griegos.

La Comisión europea admitió que el empeoramiento de la situación en España ha obligado a rebajar la previsión de crecimiento en Portugal para este año al tratarse de su principal socio comercial y complica su plan de rescate.

El ejecutivo comunitario sostiene que Lisboa no necesitará un segundo paquete de ayuda como Grecia, porque está aplicando los ajustes prometidos a la UE al pie de la letra, pero reconoce que el veredictro final lo tienen los mercados. “El empeoramiento de las previsiones (con una contracción económica del 3,3% este año en lugar del 3% vaticinado anteriormente se debe sobre todo al entorno exterior y al empeoramiento de las pertspectivas en los principales socios comerciales, en particular España”, según el número dos de la misión de Bruselas para Portugal, Peter Weiss. “España es el principal socio comercial de Portugal y si a la primera le va peor se tiene que notar

IBERISMO HISTÓRICO

El iberismo tiene sus seguidores, pero los empresarios lusos prefieren un acercamiento económico antes que una soberanía compartida.”Tal vez no sea realizable, pero debería pensarse en ello”, dijo el premio Nobel alemán Günter Grass cuando fue preguntado sobre la posibilidad de que Portugal y España se unieran en un solo Estado llamado Iberia. Un sueño que compartía con el escritor portugués y premio Nobel de Literatura, José Saramago. Si ese sueño fuese real, Iberia sería el Estado más extenso de Europa, con una superficie de más de 600.000 km2, el quinto más poblado, con más de 50 millones de habitantes, junto a Francia y con un PIB aproximado de un billón de euros.

La idea de un Estado llamado Iberia ha estado muy presente en la literatura y en la política. Hablaron de iberismo el poeta Joan Maragall y los políticos Cambó y Prat de la Riba. Pero los intentos históricos, entre otros los de 1869 y 1873, de unión no resultaron. Según el historiador José Álvarez Junco se debe a los recelos de los portugueses a ser absorbidos por España como una provincia más. Estos recelos explican los resultados de dos de los sondeos más recientes sobre una unión ibérica, llevados a cabo en España y en Portugal a finales del pasado año. La encuesta del semanario luso Sol arrojaba que sólo un 28% de los portugueses ve con buenos ojos la unión de España y Portugal, frente a un 70% que descartaba la idea. La segunda, encargada por Tiempo, equilibraba la balanza: el 45,6% de los españoles decía sí a una Iberia con capital en Madrid (80%).

Existe un sentimiento de hermandad entre ambas naciones. No sólo lo dicen los sondeos. Se ve en el fútbol o en Eurovisión, donde ambos países acaban dándose las máximas puntuaciones el uno al otro. Pero una cosa es la simpatía por un pasado común y una geografía compartida, y otra es pasar a formar parte de la misma realidad política. De ahí que las palabras de Saramago cayeran como un jarrode agua fría entre sus compatriotas cuando aventuró que Portugal acabaría por ser una provincia española. Luis Fernando de la Macorra y Cano, profesor titular de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Extremadura, gran defensor y estudioso del iberismo, sostiene que “no se debe decir a los compatriotas que van a ser una provincia más de otro país. Eso levanta todos los recelos antianexionistas de siempre y es normal. La propuesta que hay que hacer a Portugal es ser una federación o una confederación con España, en el marco de dos Estados independientes y soberanos que son y que seguirán siendo”. Cree que así se beneficiarían ambos países.

ACERCAMIENTO ECONÓMICO

Dentro del 70% de los portugueses que descartan esta unión se encuentra el tejido empresarial luso. La Fundación Luso-Española, y su portavoz, José Antonio Silva i Sosa, defienden que “las relaciones entre España y Portugal atraviesan su mejor momento. Esa discusión pertenece al pasado. Somos dos países distintos que ya comparten soberanía económica y de defensa, en la OTAN. Somos dos países, pero un solo mercado, preocupados por encontrar lo que tenemos en común. No estamos centrados en lo que nos divide”.

Esta fundación cree que lo fundamental es que haya un acercamiento económico que mejore las comunicaciones, el transporte de mercancías, el ferrocarril, la conexión entre los puertos portugueses, por citar algunos ejemplos. Unas mejoras importantes porque España es el primer país al que exporta Portugal, mientras que éste es el tercero para España. Unas inversiones centradas en la banca, la energía y el comercio. Ni en esta fundación ni en la Cámara Hispano-Portuguesa de Comercio creen que una unión ibérica mejoraría las condiciones para la inversión, ya que no existen grandes trabas, ni excesivas diferencias taxativas entre ambos. Aureliano Neves, presidente de la Cámara HispanoPortuguesa de Comercio, expresó en su día que “en los tiempos que corren no es ni posible, ni recomendable en términos políticos”. Convencido de que las relaciones entre ambos países pasan por un buen momento, le gustaría que Portugal no dependiera económicamente tanto de España, pero considera que es inevitable por su situación geográfica. Neves deja claro que la Iberia de Saramago no está en la clase empresarial lusa: “Ni la vislumbra, ni la desea. Al final, la economía se superpone a la política. Estoy de acuerdo en que España y Portugal actúen como un solo país en términos económicos, les daría mucha más fuerza dentro de la UE. La unión económica hará que se transformen las fronteras de los países”.

HISTÓRICO

Portugal y España tienen muchas cosas en común, pero siempre se han mirado con recelo. Ahora, quizás con cierta envidia ante el despegue económico de España, en Portugal empieza a extender se la idea de que una futura unión con Madrid podría acabar con las fatalidades. “El iberismo es una tradición de antiguo arraigo en Portugal”. El escritor portugués Vasco Graca Moura también apoya el matrimonio. Este iberismo remite al ano 1580, cuando la Península Ibérica al completo estuvo bajo el gobierno de un mismo monarca de la casa de Habsburgo. Era Felipe II, rey en los cinco continentes. La unión duró hasta 1640, cuando el país luso se independizó: entre las revueltas lusas y la sublevación de Cataluña, España se decantó por conservar este último territorio. Siguiendo criterios lógicos, la idea no tiene nada de descabellado.

El historiador Fernando García de Cortázar considera que el iberismo corresponde “a buena parte del pasado”. La historia de Portugal y España ha crecido conjuntamente. Ambos reinos fueron pioneros en la conquista colonial. Un largo salto histórico. Ambas naciones vivieron una dictadura. Hace 22 anos se adhirieron a la Unión Europea, por lo que en muchos sentidos ya forman parte de una unión. Comparten el euro, cientos de empresas, fronteras, tradiciones... Lógicamente, de consumarse la unión, el país resultante seria una auténtica potencia, sobre todo por su fuerte influencia en toda Iberoamérica. Nuevos puertos y una inmensa puerta al mar. Un país de casi 600.000 kilómetros cuadrados, el doble que Italia, y 55 millones de habitantes. El PIB situaría a Iberia como el octavo país más rico del mundo. Ya hoy empresas lusas y españolas buscan estrechar lazos en las dos direcciones. Integración sin perder la entidad. Esto es lo que Saramago vaticinó. Los portugueses, según un refrán, reciben de España “maús ventos e maús casamentos”. ¿Se podrá cambiar?

Como dijo Ricardo Salgado, presidente del Banco Espirito Santo y amigo desde la infancia del Rey, la integración económica es un fenómeno imparable. Pero una cosa es la creación de un mercado único, que los portugueses ven con buenos ojos, y otra muy distinta un estado llamado Iberia.

Hoy, en el siglo XXI y gracias a la única ideología rampante (el mercado libre), España y Portugal están, paradójicamente o no, más unidos que nunca. El dinero, las mercancías, los trabajadores, los turistas y las empresas fluyen sin cesar de acá para allá, y la utopía política parece haber perdido todo el sentido. Pero ha sido tanto tiempo de desprecio mutuo que la idea sigue excitando a las personas.

Nuestros vecinos alegan razones prácticas, nada viscerales, para seguir siendo un Estado libre. Tienen suficiente España. Sus jóvenes más pobres y dinámicos cruzan la raya para trabajar en España, sus hoteles reciben millones de turistas (1,1 millones de españoles durmieron en 2006 en Lisboa), que compran como fieras en sus tiendas. Muchos tienen novios, maridos, mujeres y trabajos españoles; sus hijos cada vez estudian más español (17.000 el curso último); los bebés del Alentejo nacen en Badajoz... “No hace falta más”, dicen.

1.600 EMPRESAS ESPAÑOLAS ACTÚAN EN PORTUGAL

Un estudio realizado por la Cámara de Comércio e Industria Luso-Española ha llegado a la conclusión de que existen cerca de 1.600 empresas de capital español operando en Portugal, 1.200 de las cuales se ha conseguido obtener información completa sobre su actividad y localización. El volumen de negocio de estas 1.200 empresas asciende a más de 16.000 millones de euros, que corresponde aproximadamente a un 8% del PIB portugués. Estas empresas emplean más de 82.000 trabajadores.

Las empresas analizadas en el estudio podemos dividirlas en tres grupos en función del estado de la participación española en ellas. El 63% de las empresas contactadas son empresas activas, en las que predominan aquéllas con un porcentaje mayoritario de capital español. Pero también están presentes las multinacionales que gestionan sus inversiones en Portugal a través de España. Esta gestión ibérica se pone de manifiesto en AT Kearney, Cepsa o Barloworld Stet, entre otras. Además de las empresas activas, hay otro conjunto de empresas que ya no forman parte del estudio. Son cerca de 14% de las empresas contactadas que desde 2008 cerraron, fueron vendidas, quebraron, fueron fusionadas o extinguieron la participación española en ellas. Por último, el 22% restante de la muestra inicial son empresas repetidas y posteriormente eliminadas del estudio.

La presencia más fuerte de capital español se manifiesta en el sector del petróleo. Los grupos Repsol y Cepsa son las mayores empresas, con un volumen de negocio, entre los dos, de más de 3.800 millones de euros, en 2010. El grupo Repsol es el mayor del estudio, al alcanzar un volumen de negocio de más de 2.600 millones de euros. A continuación, el comercio y distribución es el segundo sector más importante, siendo el grupo Dia Supermercados el líder en volumen de negocio. Cabe destacar también la cadena El Corte Inglés, que, con su tercera unidad prevista para la zona de Cascais el próximo año, reforzará su posición como uno de los principales inversores y empleadores en Portugal. Otra de las áreas más visibles con presencia de capital español es la banca, encabezada por el Santander Totta, seguido por el Banco Popular y el BBVA Portugal. El grupo Somague, con una estructura de más de 40 empresas en Portugal, supone la presencia más fuerte de participación española en el área de construcción, el cuarto sector con mayor volumen de negocio de la inversión española, de acuerdo con el estudio de la CCILE.

Los mayores empleadores Prosegur, con un crecimiento considerable en los últimos años, se ha consolidado como la empresa de capital español con mayor número de trabajadores e incluso a nivel global es uno de los cinco mayores empleadores de Portugal. El Santander Totta es el segundo mayor en el ranking, con seis mil empleados. A continuación, las empresas de comercio y distribución El Corte Inglés, Dia Portugal y Zara ocupan la tercera posición, con un total de casi 10.000 empleados en conjunto.

ESPAÑA Y PORTUGAL, OCIO Y NEGOCIO

Mientras Florentino Pérez representa la inversión empresarial española en Prtugal, José Mourinho representa la invasión portuguesa en España.

La llegada de dos portugueses a España ha despertado aquí un odio ancestral hacia los triunfadores de su nacionalidad, incluso entre quienes no son aficionados al fútbol. Sentimiento que merece atención porque muestra dos de las características de los españoles: la envidia y el rechazo hacia quienes tienen por inferiores y que se muestran superiores. Ambos son números uno en su trabajo, pero allá por donde van los abroncan, les gritan. Gentes que no pueden admitir que dos señores del país vecino, al que ven como pobre y triste, cinco veces más pequeño que España y con cuatro veces menos población, actúen como espadachines fanfarrones. Para mayor irritación, fascinan a las españolas, que los consideran guapos, inteligentes y, sobre todo, cosmopolitas: son tipos que hablan varios idiomas y que, sin importar su origen social –uno de clase media, el otro humilde—se sientan sobre la bola del mundo como si les perteneciera.

La proximidad geográfica, la afinidad lingüística, la ligación histórica van mucho más lejos que el simple hecho deportivo. Y eso que en las últimas dos décadas se ha producido un auténtico desembarco de jugadores portugueses al campeonato español, y éstos se han convertido de embajadores e informadores de lo que se hace al otro lado de la frontera. El primer caso sonado fue el de Paulo Futre a finales de la década de 1980, pero al ex jugador del Atlético de Madrid hay que sumar a Luis Figo, Pauleta, Vitor Baía, Joao Pinto, Abel Xabier, Fernando Couto o Sá Pinto, entre otros muchos. El jugador del Real Madrid Cristiano Ronaldo comanda el grupo de “infiltrados” en el fútbol español, en el que también figuran Simao, Tiago, Pepe, Duda y Miguel.

La presencia de Portugal en España es extensamente conocida. Desde el grupo liderado por Cristiano Ronaldo en el Madrid son 16 los lusos que se buscan la vida solo en la liga BBVA. Y si es verdad que el numero de españoles en la liga portuguesa no llega a cifras tan altas, indesmentible es también que en los últimos años muchos han sido los que vieron en Portugal una oportunidad de relanzar sus carreras o, a lo mejor, ahí impulsarlas desde temprano para llegar después a otros vuelos.

Y no sólo son los jugadores lo que busca Portugal, si no también algunos entrenadores españoles, como José Antonio Camacho, que ven en él los equipos portugueses importancia y cualidad suficiente para transmitir sus conocimientos. Junto con Quique Flores, uno de los últimos representantes de España que llegó a Portugal al banquillo del Benfica, que, a pesar de que no logró ser campeón, es aún hoy recordado con mucho cariño por haber ganado la copa portuguesa. Le ganó al Porto, en esa temporada en la que fue campeón de la Liga de Campeones europea con José Mourinho.

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