BANCA HISPANO-PORTUGUESA: LA GUERRA DE NUNCA ACABAR

La guerra de los bancos españoles por hacerse con el capital de los dos grandes bancos portugueses continua. La angoleña descoloca la estrategia del BPI, al que apoya el banco español. Isabel dos Santos ofrece un precio de saldo por el angoleño BPA en contra de CaixaBank. La reestructuración de la banca lusa pasa por la venta de Novo Banco, al que aspira el Santander tras la fallida operación de los fondos chinos y norteamericano.

La situación creada por Isabel dos Santos en el Banco Portugués de Investimento (BPI) y a su mayor accionista, CaixaBank, sigue en pie de guerra. Por si hubiera alguna duda sobre la voluntad de ruptura y sobre sus ambiciones, la empresaria angoleña ha ofrecido un precio de saldo (140 millones) para controlar el angoleño BPA, que es el principal activo del BPI, donde utiliza el límite del 20% de derechos de voto, con apenas un 18,6% del capital, para forzar a CaixaBank a vender su 44,1% en el tercer banco luso.

Lo que ha hecho ahora la hija mayor del pre­si­dente de Angola, José Eduardo dos Santos, ha sido poner su “veto de­fi­ni­tivo” a la pro­puesta de se­gre­ga­ción del 51,1% del BFA en manos del BPI. Así, en contra de la de­ci­sión de todos los demás ac­cio­nistas del BPI (empezando por la CaixaBank, que con­trola 44,1% del ca­pital pero solo puede uti­lizar un 20% de de­re­chos de vo­to), re­chaza la idea de aparcar el ne­gocio afri­cano (Angola, Mozambique), y por lo tanto los res­pec­tivos ries­gos, en una so­ciedad cuyo ca­pital seria dis­tri­buido entre los ac­cio­nistas del banco luso. Isabel dos Santos juega sobre se­guro: con el 49,99 % del BFA en su poder , a través la ope­ra­dora de te­le­co­mu­ni­ca­ciones an­go­leña Unitel, donde os­tenta una par­ti­ci­pa­ción de al menos 25%, la mujer más rica de África ofrece 140 mi­llones para ha­cerse con el 10% del banco an­go­leño, para al­canzar así una par­ti­ci­pa­ción de con­trol del 60%. El tiempo corre a su fa­vor, ya que el BPI tiene prisas en se­gregar sus ne­go­cios afri­ca­nos, por las exi­gen­cias del BCE, que no re­co­noce las re­glas de su­per­vi­sión y cálculo de riesgos prac­ti­cados en Angola y Mozambique.

De lo que no cabe duda es que Isabel dos Santos había ad­ver­tido a la ges­tión y los res­tantes ac­cio­nistas del BPI, em­pe­zando por CaixaBank, que vo­taría en contra de la crea­ción de un nuevo vehículo para con­cen­trar las par­ti­ci­pa­ciones del banco en Angola y Mozambique. A la em­pre­saria an­go­leña le trae sin cui­dado que el BCE pueda pe­na­lizar el BPI, por una ele­vada con­cen­tra­ción de riesgos si­tuada al margen del sis­tema de su­per­vi­sión eu­ro­peo. Lo que in­tenta es poner la má­xima pre­sión sobre la ges­tión del banco y más aún sobre CaixaBank, te­niendo como ob­je­tivo prin­cipal ha­cerse con el con­trol ya no solo del BFA, sino tam­bién del BPI.

Además del apoyo de su pa­dre, que lleva dé­cadas en la pre­si­dencia de Angola, Isabel dos Santos opera con so­cios an­go­leños de gran ca­lado, como la pe­tro­lera pú­blica Sonangol y la ope­ra­dora de te­le­co­mu­ni­ca­ciones Unitel. Sonangol, por ejem­plo, con­trola un 19,4% del mayor banco pri­vado luso, el BCP, cuyo se­gundo mayor ac­cio­nista es el Banco Sabadell, con un 4,3% del ca­pi­tal. De ahí la idea de la fu­sión BPI-BCP: fue Isabel dos Santos quien la puso sobre la mesa, para pre­sionar a CaixaBank, que al final de­cidió re­tirar la oferta de 1.000 mi­llones por el 56% del BPI fuera de su con­trol y con­di­cio­nada a la previa eli­mi­na­ción de la li­mi­ta­ción de de­re­chos de voto.

Sin em­bargo, queda aún por saber lo que hará CaixaBank, que solo ten­dría dos sa­lidas po­si­bles: man­tener su apuesta en el BPI, apo­yando una even­tual fu­sión con el BCP, y que pon­dría la nueva en­tidad como líder na­cional con más de una ter­cera parte del mer­cado, o ceder a la pre­sión de Isabel dos Santos, aban­do­nando la lucha y Portugal.

Las prioridades de CaixaBank

La tesis de Isabel dos Santos es que caben otras al­ter­na­ti­vas, que aún no es­pe­ci­fica pero que a todas luces no pa­recen en­cajar con lo que opinan los res­tantes ac­cio­nistas y la di­rec­ción del BPI. No es la pri­mera vez que la am­bi­ciosa em­pre­sa­ria, que según la re­vista Forbes os­tenta ya la mayor for­tuna de África, uti­liza su po­si­ción de fuerza para frenar la ges­tión del BPI.

Eso ya lo hizo cuando CaixaBank in­tentó ha­cerse con el con­trol del banco, donde lleva más de 20 años como ac­cio­nista de re­fe­rencia sin par­ti­cipar en la ges­tión. Isabel dos Santos votó en contra de la re­forma es­ta­tu­taria que exigía la en­tidad ca­ta­lana para su­primir la li­mi­ta­ción de los de­re­chos de voto, y como al­ter­na­tiva pro­puso una fu­sión del BPI con el BCP pero que quedó en nada.

El “choque de egos” del que ha­blan los ana­listas por­tu­gueses es muy claro: la opi­nión ge­neral es que por una cues­tión de simple ra­cio­na­lidad fi­nan­ciera, CaixaBank e Isabel dos Santos están con­de­nados a en­ten­derse, y si tardan tanto en ha­cerlo es porque cuando llegue el mo­mento habrá ne­ce­sa­ria­mente un “perdedor”. De he­cho, tras la re­ti­rada de la OPA sobre el BPI, CaixaBank ha­bría per­dido in­terés por Portugal, y más aún por África, donde el banco luso tiene par­ti­ci­pa­ciones de con­trol en dos bancos de Mozambique que se­rían igual­mente trans­fe­ridos a la nueva so­ciedad pre­vista para re­cibir el 51% del BFA.

Por lo tanto, lo que hace Isabel dos Santos es sen­ci­lla­mente es­perar a que CaixaBank llegue a la con­clu­sión de que no tiene nada que ga­nar, si sigue con su apuesta en Portugal y en África, a menos que ponga sobre la mesa una nueva oferta por el BPI, y por un precio muy su­pe­rior al que ofreció en fe­brero de 2015. El plan es­tra­té­gico hasta el 2018, es muy ex­plí­cito sobre las prio­ri­dades de CaixaBank, que pone como má­xima prio­ridad la op­ti­mi­za­ción de los re­cursos y la me­jora de los ra­tios de ca­pi­tal, con que no podrá per­mi­tirse el lujo, por ejem­plo, de su­frir las con­se­cuen­cias de una fuerte pe­na­li­za­ción del BPI por parte del BCE, si no lle­gara a eli­minar de algún modo la alta con­cen­tra­ción de riesgos que tiene en Angola y Mozambique.

Cabe re­cordar además que su pre­sencia en el mer­cado luso ya no es prio­ri­ta­ria, porque solo aporta una parte mí­nima de los be­ne­fi­cios del BPI, de cuya ges­tión se­guirá apar­tado, por lo menos hasta que no selle la paz con Isabel dos Santos sobre los de­re­chos de voto y sobre el BFA. ¿Pero a qué pre­cio?

Reestructuración ban­ca­ria

Llegará un día en que toda la banca de Portugal es­tará en manos del ca­pital ex­tran­jero, ad­vierten al­gunos ana­lis­tas, re­fi­rién­dose al dúo an­go­leño Sonangol-Isabel dos Santos y aún más a la gran banca es­pañola, que sigue en­con­trado en Portugal buenas opor­tu­ni­dades de in­ver­sión. El mejor ejemplo de ello es el Banco Santander, que, tras un pro­ceso la­bo­rioso, acabó ha­cién­dose con el Banif (con su 2,5% del mer­ca­do), pa­gando 150 mi­llones de euros y ha­cién­dose cargo del pago la deuda se­nior de los in­ver­sores ins­ti­tu­cio­nales (tienen prio­ridad frente a otros acree­do­res), y solo tras una in­yec­ción de 2.200 mi­llones por parte del Estado y del Fondo de Resolución.

De he­cho, la banca es­pañola con­trola ya más de 20% del sector fi­nan­ciero luso, con un 14,5% del total co­rres­pon­diendo al Santander Totta, cuyas am­bi­ciones en Portugal su­peran de largo las del Banco Popular, las del Sabadell y las de Bankinter, que por 100 mi­llones de euros se hizo con la red mi­no­rista local del Barclays. Pero de mo­mento es el Santander el que con­cita más aten­ción: te­niendo la mejor imagen de marca, por efi­ciencia y por re­sul­ta­dos, y aunque con­trole ya casi un 15% del mer­cado ban­cario de Portugal, el banco di­ri­gido por Ana Botín no ten­dría por qué poner lí­mites a su ex­pan­sión en el país ve­cino, donde vuelve a tener una nueva opor­tu­nidad para po­nerse como líder ab­so­luto.

Lo que está en juego es el fu­turo de Novo Banco (NB), que tras una nueva ca­pi­ta­li­za­ción pri­vada por casi 2.000 mi­llones de euros (fue rea­li­zada a través una po­lé­mica trans­fe­rencia al “banco malo” BES de deuda sé­nior en manos de in­ver­sores ins­ti­tu­cio­na­les) quedó más “guapo” para ser ven­dido.

Santander a por Novo Banco

Pese al cambio político en Portugal, la gran banca lusa seguirá siendo un sumidero de dinero público. Buena prueba de ello es la venta del pequeño Banco Internacional de Funchal (Banif), cuya red de 150 oficinas (unos 2.000 empleados, 6.500 millones de euros en depósitos y 4.200 millones en créditos) opera desde mediados de diciembre de 2015 bajo los colores del Santander Totta. El precio anunciado de 150 millones solo cubrirá un 3,5% de los costes que el saneamiento de Banif tendrá para las arcas públicas.

Lo pre­visto por la Comisión Europea es que la re­so­lu­ción de Banif podrá tener un coste de hasta 3.800 mi­llones de eu­ros, pero cuyo im­pacto en las cuentas del Estado se irá di­lu­yendo du­rante va­rios años para no com­pro­meter el com­pro­miso asu­mido por el go­bierno de Antonio Costa de si­tuar y de man­tener el dé­ficit pú­blico por de­bajo del 3% del PIB.

Por lo tanto, aunque la cuota de mer­cado de Banif no su­pere el 2,5%, el sa­nea­miento de la en­tidad no que­dará lejos del es­fuerzo de 4.900 mi­llones exi­gido a las fi­nanzas pú­blicas y a la banca para man­tener a flote Novo Banco (NB), que tras la quiebra del im­perio de la Familia Espírito Santo con­centra los ac­tivos buenos del an­tiguo BES y que tiene un peso del 17% en el sec­tor. De he­cho, el Santander solo aceptó ha­cerse cargo del Banif -por el que ha pa­gado 150 mi­llo­nes-, des­pués de re­cibir la ga­rantía de la CE y del Estado por­tu­gués de que no aca­rreará con la res­pon­sa­bi­lidad de las pér­didas de­ri­vadas de la venta pre­vista de los ac­tivos tó­xicos de la en­ti­dad.

Y es aquí donde se po­dría cues­tionar el in­terés del Santander en ha­cerse con la ges­tión de un banco con tantos pro­blemas como los que tiene Banif, y que además por su pe­queña es­cala na­cional (su mayor fuerza está con­cen­trada en Madeira) no tendrá un gran im­pacto en la ope­ra­ción global lusa del banco de Ana Patricia Botín.

Lo que sí está claro es que la buena imagen del Santander Totta, con­si­de­rado ge­ne­ral­mente como el mejor banco na­cional por ges­tión y re­sul­ta­dos, saldrá aún más re­for­zada tras esta ope­ra­ción. Y cabe re­cordar al res­pecto que el pro­ceso de venta de NB vol­verá a em­pezar de cero en enero, tras la anu­la­ción de la úl­tima subasta entre los dos fi­na­listas chinos Angbang y Fosum y el fondo ame­ri­cano Apollo.

De ahí, la im­por­tancia de la venta de Banif, que crea un pre­ce­dente en la me­dida que deja el Santander pro­te­gido contra fu­turas even­tuales malas so­pre­sas, en re­la­ción con el sa­nea­miento de la en­tidad y la venta de sus ac­tivos tó­xi­cos. De he­cho, nadie sabe cuál será el coste final del NB para la banca y para el Estado.

Además de sumar 8.000 mi­llones de cré­dito mo­roso, el NB salió aún más vul­ne­rable de los úl­timos tests de es­trés del BCE: en el es­ce­nario más ne­ga­tivo ten­dría en 2017 un dé­ficit de ca­pital de 1.400 mi­llo­nes, con que el Fondo de Resolución tendrá nueve meses de plazo para so­lu­cionar el pro­blema, pro­ba­ble­mente con la ayuda del Estado.La úl­tima ten­ta­tiva de venta quedó anu­lada, ante las exi­gen­cias de los tres can­di­datos fi­nales (dos fondos chinos y otro mor­tea­me­ri­ca­no), no solo por el precio de 4.900 mi­llones puesto por el Estado y por la banca pri­vada que en­tienden re­cu­perar así sus apor­ta­ciones res­pec­tivas de 3.900 y de 1.000 mi­llo­nes, sino tam­bién por al­gunos ac­tivos tó­xicos que aún no ha­bían sido trans­fe­ridos al an­tiguo BES, cuyo pro­ceso de li­qui­da­ción en­trara ahora en la fase fi­nal.

En todo o caso, la venta de NB, que el go­bierno mi­no­ri­tario de Antonio Costa quiere re­lanzar en los pró­ximos días y tener arre­glada para el pró­ximo ve­rano (aunque el plazo má­ximo fi­jado por el BCE solo ex­pira en 2016), re­pre­sen­tará una nueva opor­tu­nidad para el Santander, y por lo tanto para el ca­pital es­pañol, que entre 2011 y 2015 se hizo con un total de 34 em­presas lu­sas, el triple de las ad­qui­si­ciones rea­li­zadas por el ca­pital fran­cés, el nor­te­ame­ri­cano y el ale­mán.

Según el pe­rió­dico “Publico”, que hace re­fe­rencia a un es­tudio de Transactional Track Record, la in­ver­sión total su­peró los 25.000 mi­llones de euros (un 14% del PIB lu­so). Sin em­bargo, en los pri­meros lu­gares de la lista no sale nin­guna grand ad­qui­si­ción es­pañola sino ope­ra­ciones de gran ca­lado, como las ventas de Portugal Telecom a la fran­cesa Altice (5.800 mi­llo­nes) de la ges­tora de ae­ro­puertos Ana a otra em­presa gala Vinci (3.580 mi­llo­nes), del 21,35% de la eléc­trica EdP a China Three Gorges (2.690 mi­llo­nes), y de la ce­men­tera Cimpor a la bra­si­leña Camargo Correa (2.500 mi­llo­nes). El precio de NB no que­dará pro­ba­ble­mente muy le­jos.

Imagen de marca

En todo o caso, los pro­blemas y las in­cer­ti­dum­bres que pesan sobre la banca lusa van mucho más allá del NB y de Banif. De he­cho, desde el 2012 el Estado lleva in­yec­tados un total de 11.500 mi­llones en el sector fi­nan­ciero, prin­ci­pal­mente a través la emi­sión de CoCo´s (5.800 mi­llo­nes), la subs­cri­ción de ac­ciones (1.450 mi­llo­nes) y el prés­tamo al Fondo de Resolución del NB (3.900 mi­llo­nes).

Las arcas pú­blicas tu­vieron tam­bién que in­yectar ca­pital fresco en el mayor banco del país, la Caixa Geral de Depósitos (CGD), que tiene al Estado como único ac­cio­nista pero cuyo fu­turo no está del todo claro: la idea de una pri­va­ti­za­ción total o par­cial lleva ya tiempo sobre la mesa, pero cual­quier de­ci­sión en esa di­rec­ción seria du­ra­mente con­tes­tada por la iz­quierda ra­di­cal, sin cuyo apoyo el PS no po­dría se­guir go­ber­nando el país.

Queda tam­bién aun por elu­cidar las res­pon­sa­bi­li­dades per­so­nales de la mala si­tua­ción y de la mala imagen del sector fi­nan­ciero. La jus­ticia lusa no se da mu­chas prisas para juz­gar, por ejem­plo, la quiebra frau­du­lenta del an­tiguo Banco Portugués de Negócios (BPN), que tenía al frente a ex - di­ri­gentes so­cia­l-­de­mó­cratas cer­canos al aun Presidente de la Republica Cavaco Silva y que, según los ex­per­tos, tendrá un coste para las arcas pú­blicas de hasta 7.500 mi­llones de eu­ros.

La ins­truc­ción del pro­ceso lleva ya más de 5 años y cabe el riesgo de que, para cuando se abra el juicio oral y se dicten las sen­ten­cias, mu­chos de los cri­mines y de los de­litos fi­nan­cieros juz­gados queden ya am­nis­tia­dos. Y lo mismo po­dría pasar con la fa­milia Espirito Santo, que du­rante dé­cadas ac­tuaron como dueños del país y cuyas pre­suntas malas prác­ticas fi­nan­cieras lle­varon el BES a la quie­bra, de­jando un agu­jero mo­nu­mental , de miles de mi­llones de eu­ros.

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