TRES LIBROS PARA ENTENDER EL PROBLEMA CATALÁN

Cuando los catalanes pintaban algo en Madrid decidieron que las tardes capitalinas eran idóneas para hacer política. Cuando ya no pintaron nada, los nostálgicos resolvieron que era el momento solo para hablar de política. La presentación del nuevo libro de Josep Antoni Duran i Lleida, editado por Economía Digital a través de su sello especializado ED Libros, rompe la racha. Duran i Lleida aún pinta, y mucho, en la capital de España. No olvidan que Duran i Lleida fue el político mejor valorado en el país y contrastan su actitud dialogante y olfato con el impostura de la actual cosecha catalana. En este contexto, Duran i Lleida vuelve a su antigua plaza para proponer vías de desbloqueo al llamado “procés catalán.

El libro de Duran Lleida, que se titula 'Un pa com unes hostiès' —y la traducción castellana 'Un pan como unas tortas' (que es menos escandaloso para estar escrito por un democristiano)— es una intencionada selección de sus cartas semanales a los militantes y una dura crítica al 'procés' que —según Duran— ha tenido consecuencias muy negativas para el catalanismo. Ha comportado la explosión de la coalición CiU que gobernó Cataluña durante muchos años y ayudó en momentos decisivos —primer Gobierno Aznar sin mayoría absoluta o aprobación de las medidas de rigor económico de Zapatero en 2010— a la gobernabilidad de España. Ha llevado también a la desaparición de Unió y de la propia CDC, que ha tenido que cambiar de nombre para subsistir y que tiene unas perspectivas electorales muy inferiores. Ha comportado la división del PSC, que gobernaba la inmensa mayoría de los ayuntamientos y era el puente con la izquierda española. Ha debilitado a los ecosocialistas de ICV… En resumen, el catalanismo político practicado desde la Transición ha saltado por los aires y se ha debilitado al dividirse entre los que mantienen la apuesta tradicional de un mayor autogobierno dentro de España y los que creen que la única solución es la independencia exprés.

Los de la tercera vía saben que es imposible evitar el choque y se esfuerzan en montar un equipado taller de reparaciones para después de la colisión

Además, el independentismo ha partido la sociedad catalana en dos mitades y, si triunfara, aislaría a Cataluña de Europa, cosa que los catalanes no quieren. Y Duran se preguntó con amargura cómo el actual Govern no reconocía que desde que había apostado por crear un Estado propio, sus representantes no eran recibidos en Europa por nadie relevante.

La presentación del libro de Duran Lleida tuvo gran afluencia de público y de personalidades: Josep Lluís Bonet, presidente de Freixenet y de la Cámara de España, Joaquim Gay de Montellá, presidente del Foment, la patronal catalana, Miquel Valls, presidente de la Cámara de Comercio, Anton Costas y Jordi Alberich, expresidente y director del Cercle d´Economía, Miquel Iceta, primer secretario del PSC, Javier de Godó, editor de 'La Vanguardia', antiguos dirigentes de su partido como Ramón Espadaler y Josep Sanchez-Llibre, Maria Eugenia Cuenca, antigua 'consellera' de la Generalitat de CDC, Enrique Lacalle, antiguo candidato del PP a la alcaldía de Barcelona…

Duran recalcó que la única salida era la negociación y que la iniciativa debía partir de quien tiene más poder y responsabilidad: el Gobierno de Madrid. Y no ahorró palabras muy duras para sus antiguos socios de CDC. Afirmó que la política no consistía en seguir lo que pedían unos manifestantes —por muchos que fueran— sino en saber encauzar lo que legítimamente se pedía hacia una solución posible. Y que para negociar había también que saber ponerse en la piel de la otra parte, de sus circunstancias, de su electorado y de sus posibilidades. Fue especialmente ácido al decir que no se podía comparar la democracia española con la turca —lo hizo Puigdemont en Estados Unidos— porque eso solo demostraba ignorancia y que no entendía cómo sus antiguos socios de coalición (CDC) se mostraban ahora más intransigentes que la propia ERC, siempre partidaria de las tesis rupturistas.

Antes y después de la presentación en Madrid, la atención del evento gravitó entorno al expresidente González, que asistió con su mujer. Le escucharon con atención Juan Rosell, presidente de la CEOE, José Bogas, consejero delegado de Endesa, Pablo Casado, vicesecretario de comunicación del Partido Popular y Roberto Bermúdez de Castro, secretario de Estado de administraciones territoriales. También varios embajadores. Parte de la cúpula política y empresarial del país tomó nota de que "lo que está pasando en Cataluña es un error histórico, una aventura que podrá acabar de cualquier manera pero no con la independencia".

Los comicios autonómicos que llegarán auparán a Esquerra a la Generalitat. “Los próximos meses serán durísimos”, aseguró Duran i Lleida. “La solución a esta deriva no ha aparecido aún en el horizonte, pero la única salida es el diálogo”. A juicio del autor de Un pan como unas tortas ese diálogo lo debe empezar “quien tiene más poder”. La mala noticia para Carles Puigdemont es que el consenso de la sala cerró filas con Duran i Lleida. El actual presidente de la Generalitat no forma parte de la solución ni del diálogo preciso para alcanzarla. “Está descalificado por ofender y mentir (u ocultar información)”.

En consecuencia, el Gobierno deberá buscar otro interlocutor. “Sería un error no hacerlo” porque “España y Cataluña deberán mirar juntas hacia delante”. Se equivoca Puigdemont, según la tesis del autor, y también el actual inquilino monclovita, Mariano Rajoy (PP). “Quien crea que el tiempo acabará con el independentismo se confunde enormemente”. “La única vía es el diálogo con una política alternativa”.

Aunque Puigdemont esté eliminado, el diálogo necesario se puede ejercer con “el resto de la sociedad catalana”, a la que se ha ninguneado hasta la fecha. Dicho de otro modo: Cataluña no es sólo la Generalitat. La incomparecencia del gobierno español la aprovecha “muy bien” el movimiento separatista, según coincidieron varios asistentes más tarde en los corrillos. “El problema no es solo de infraestructuras”. ¿Se puede ofrecer un cambio de la Constitución? “Todo está muy efervescente para abrir ese melón. No sé que saldría de él”. Terminó Duran i Lleida.

'La tercera vía. Puentes para el acuerdo'.

Otro clima tuvo la presentación del libro de Miquel Iceta, 'La tercera vía. Puentes para un acuerdo'. Menos vips y más gente de partido, pero el mensaje de fondo no muy diferente: entre el inmovilismo y la independencia hay muchos caminos que se han bautizado como las terceras vías, pero que son la única posible si se quiere resolver el conflicto de forma no traumática. Iceta estuvo acompañado por Pere Navarro y Alfredo Pérez Rubalcaba, que eran los secretarios del PSC y del PSOE cuando en 2013 los socialistas de toda España suscribieron la declaración de Granada que propuso la reforma de la Constitución en un sentido federal. Los tres insistieron en que los próximos meses serán duros, pero que al final se encontrará una solución a través de las tres palabras tan citadas por Iceta: diálogo, negociación y pacto.

Rubalcaba respaldó a Miquel Iceta en la presentación de su libro y afirmó que el federalismo admite la singularidad pactada

Rubalcaba insistió en que el federalismo que propone el PSOE admite la singularidad siempre que sea pactada y subrayó que Granada quiso lanzar un mensaje claro a los catalanes: para el PSOE y para España es tan importante la presencia de Cataluña que está dispuesto al gran proyecto de cambiar la Constitución, la ley fundamental del país, para que todo el mundo se sienta cómodo. Y la reforma se tiene que hacer con el mismo método que en el 78, a través del diálogo, la negociación y el pacto. Si en la Transición —pese a las enormes diferencias existentes— se pudo hacer, no hay ninguna razón para no poderlo hacer ahora.

Iceta insistió en que el PSC proponía —como el PSOE— una reforma general de la Constitución, pero que había urgencias y que quizá no se podría hacer todo de golpe. Por eso estaba dispuesto a negociar otras posibles terceras vías, como la apuntada por Miguel Herrero Rodríguez de Miñón o las barajadas por Santiago Muñoz Machado. Manifestó su desacuerdo con la tesis del PP de que no había suficiente consenso para la reforma, diciendo que en el 77 había menos y que el consenso se construye trabajando. Ironizó sobre que en Cataluña había quienes no querían hablar sin un reconocimiento previo del derecho a decidir y que en Madrid se decía que antes que nada había que “delimitar el perímetro de la reforma”. Y abogó por empezar —si no se quería abordar de entrada una discusión política— creando una subcomisión de expertos en el Congreso de los Diputados.

Tanto Iceta como Rubalcaba señalaron que el problema es político y requiere cambios en la arquitectura del Estado que luego sean sometidos a votación, de forma que los catalanes tendrían que acudir dos veces a las urnas. Primero para aprobar, o no, la reforma constitucional y luego el Estatut, que fijaría el grado de autogobierno. Iceta insistió en que un referéndum con una única pregunta sobre la independencia no era el mejor método —como se ha visto en Reino Unido— para resolver un asunto complejo y recurrió a un símil futbolístico. Cuando en un partido decisivo hay un empate, el resultado no se decide en un único penalti sino en una ronda de penaltis. La relación entre Cataluña y España, que viven juntas desde hace siglos, no puede depender de un solo penalti, que es lo que sería un referéndum a cara o cruz.

Lecciones españolas

Lluís Bassets se niega a pensar que el bloqueo político entre Cataluña y España se cronifique en el tiempo, y así lo constata en Lecciones españolas (ED Libros). Ofrece lo que para él podría ser la gran solución para superar el conflicto político, que, en gran medida, “es un problema de reparto del poder”. Con esas gafas de “esperanza”, aunque ahora cuesta vislumbrarlo, ve una gran oportunidad. “España se puede construir de nuevo si reparte el poder, si sabe llegar a un entendimiento, si asume, por ejemplo, que Barcelona puede ser una segunda capital”.

Bassets, periodista y escritor, director adjunto de El País, no tiene dudas sobre quién ha sido el máximo responsable en una cuestión que no nace con la Diada de 2012, aunque ese fue el punto de arranque del soberanismo. Asegura, al contestar sobre ese reparto de responsabilidades que ha sido el PP, y el Gobierno de Mariano Rajoy, “el principal responsable”. ¿Por qué? “Primero porque es el Gobierno, el que tiene más poder y capacidad para resolver una cuestión política. Pero antes tampoco fue responsable durante la elaboración del Estatut, y se levantó de la mesa que abordaba su redacción, y pidió después firmas ‘contra los catalanes’ de forma muy imprudente. Ahora, tampoco ha actuado de forma inteligente una buena parte del PSOE”.

En el libro, Bassets desarrolla todas las etapas del movimiento soberanista, y enmarca el problema como un asunto español, que concierne al conjunto de España, a sus principales partidos políticos y a sus instituciones. Sobre el movimiento independentista es muy diáfano. “El independentismo es un populismo, sofisticado si se quiere, con una gran coordinación, y, como todos los populismos, defiende algunas verdades. Pero ha actuado con desfachatez, inventando términos, como los unionistas, con el objetivo de dividir a la sociedad catalana”. Las verdades, para Bassets, son la falta de inversiones públicas en Cataluña, la insuficiencia del modelo de financiación, y, principalmente, “la falta de reconocimiento”, de la especificidad de una comunidad con una lengua y cultura propias.

El problema es que las respuestas no llegan. “Si no se afronta la cuestión, si sólo se considera que se puede parar con algunas inversiones, irá a más, y en poco tiempo el problema podría ser grave”. ¿Puede ganar el independentismo a medio plazo? Bassets no lo duda. “Por una cuestión generacional, porque ha faltado ese reconocimiento, sí, puede ganar de aquí a un cierto tiempo”, asegura.

Bassets insiste en la cuestión del reconocimiento. A diferencia de Juan Luís Cebrián, la editora de El País, Bassets no cree que se deba llegar a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. “La legalidad se debe aplicar, pero se debe llegar a un acuerdo político, porque el problema es político”, insiste.

Es inconcebible que no haya un consenso sobre el tratamiento de las lenguas en España.

En el libro indica que “es inconcebible a estas alturas que la sociedad española no haya conseguido un mínimo consenso sobre el tratamiento y las políticas que debe recibir la diversidad de sus lenguas y culturas, reconocida de otra parte en la Constitución. Es inconcebible la inexistencia de un debate público y a la vez la irresponsable utilización exclusiva de estos materiales como munición propagandística ofensiva”. Su idea es que Cataluña deberá votar, “pero será un referéndum constitucional o estatutario”, con la convicción de que la reforma de la Constitución se acabará produciendo, “y no sólo por el problema con Cataluña, aunque si no le sirve a Cataluña sería un fracaso”. Otra posibilidad es la vía que propone Herrero de Miñón, y que pasa por incluir una disposición adicional en la Constitución sobre Cataluña, como se hizo con Navarra. A Bassets esa vía le gusta particularmente.

Pero Bassets vuelve a la cuestión central, que es una de las principales “lecciones” que ofrece en su libro. Y es que España debe repartir mejor el poder. Desde la premisa de que “la nación catalana sin Barcelona no existiría”, reclama para la ciudad un papel más determinante en el conjunto de España. Y pide mirar a Alemania, “que reparte instituciones del Estado prácticamente por todos los länder”. En Lecciones españolas es explícito: “Cabría la posibilidad de trasladar instituciones del Estado a Barcelona, pero también se podrían trasladar a otras capitales de las principales autonomías según el modelo alemán. Madrid y la idea de la España centralizada a la francesa sufrirían, es cierto. Pero de eso es también de lo que se trata”.

Y recuerda que en peores momentos se han buscado acercamientos. Lo ilustra con la frase de Pere Bosch Gimpera, fallecido en el exilio, que fue rector de la Universidad Autónoma de Barcelona y consejero de la Generalitat. Historiador catalán, español y mexicano, y en la noche franquista, aseguró: “España será la de todos, hecha por todos, o no será”.

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