FELIPE VI INTERVINO EN EL FORO ECONÓMICO MUNDIAL DE DAVOS POR PRIMERA VEZ

El Rey de España Felipe VI participó en Davos, que se celebró durante los días 23 y 26 de enero. Su intervención tenía como finalidad intentar atajar la incertidumbre en torno a la situación en Cataluña, que dejó patente el Fondo Monetario Internacional (FMI) al rebajar las previsiones de crecimiento de la economía española por ese motivo. La participación del Rey fue una de las grandes novedades de esta 48ª edición, porque hasta este momento no había sido invitado a este encuentro ningún representante de la Casa Real; sumado a la presencia del presidente de Estados Unidos, Donald Trump (el último jefe de la Casa Blanca en ir a Davos fue Bill Clinton) y al estreno de otros mandatarios en el foro como el líder francés, Emmanuel Macron, y el argentino, Mauricio Macri.

 “Ahora, los españoles están determinados a ocupar el puesto que les corresponde en el mundo, en el Siglo XXI”, ha afirmado Felipe VI. Sobre Cataluña, fue muy claro: “Mi país es un Estado de Derecho donde la seguridad jurídica prevalece y, por tanto, la Constitución y las leyes se cumplen efectivamente”. Y añadió: “La Constitución española no es un adorno, es la expresión de la voluntad de nuestros ciudadanos y el pilar básico de nuestra democracia pacífica y democrática”. “Europa debe reinventarse y el alma de esta nueva Europa debe reflejar el alma de sus ciudadanos, para eso pueden contar con España”.

El Rey recordó el récord de atracción de turistas y definió a los españoles como un pueblo hospitalario que quiere “compartir nuestra pasión por la vida”. El monarca español aseguró que en Cataluña se han intentado minar las reglas básicas de la democracia. “La lección que hay que extraer de esta crisis [catalana] -no solo para España sino para las democracias en general– es que hay que preservar el imperio de la Ley como una piedra angular precisamente de la democracia y del respeto al pluralismo político y el principio básico de la soberanía nacional que pertenece, de hecho, a todos los ciudadanos. Por tanto, merece el máximo respeto de todos y cada uno de nosotros”.

A su juicio “los españoles saben bien que el bienestar y el progreso en el siglo XXI no será ni obtenido ni hallado desde la soledad, el aislamiento o la división, sino desde la unidad”.

Felipe VI resaltó que en España, “las comunidades autónomas disponen de un amplio, profundo y significativo autogobierno hasta un nivel que no es fácil de encontrar en otros países del mundo”. El jefe del Estado concentró el grueso de su discurso en resaltar las fortalezas de España y su economía y su intención de desempeñar un papel en la construcción de la nueva UE que, en su opinión, debe ser “refundada”. “Europa debe reinventarse y el alma de esta nueva Europa debe reflejar el alma de sus ciudadanos, para eso pueden contar con España”.

El Rey ‘vendió’ España como hacen todos sus homólogos ante el elitista auditorio de Davos. La diferencia es que ningún jefe del Estado español lo había hecho hasta ahaora. Por ello, recordó el récord de atracción de turistas y definió a los españoles como un pueblo hospitalario que quiere “compartir nuestra pasión por la vida”. “También somos un pueblo que ama la paz”.

La “bomba” Donald Trump

Donald Trump acudió a la cumbre de Davos, el foro por antonomasia de la elite política y económica mundial. El anuncio de que el presidente accedería a codearse con el 'establishment 'globalista, diana de sus más afiladas críticas, pilló a contrapié a la mayoría de los selectos participantes de este encuentro, que dudaban de si el movimiento busca un acercamiento estratégico o si se trataba de una mera provocación, un golpe mediático más del egocéntrico promotor del "America first", una excusa de Trump para defender su populismo proteccionista y nacionalista frente a la 'crème de la crème' de quienes más le detestan.

"El presidente da la bienvenida a las oportunidades que le permitan impulsar ante los líderes del mundo sus prioridades de 'Estados Unidos primero'", dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, confirmando una información filtrada inicialmente por el New York Times. "El presidente promoverá sus políticas para fortalecer los negocios estadounidenses, las industrias estadounidenses y a los trabajadores estadounidenses", añadió.

Algunos analistas consideran que podría tratarse de un intento de tender puentes de una administración debilitada tras un año de escándalos y que, tras salidas como las del polémico exestratega de la Casa Blanca Steve Bannon, busca un nuevo inicio de la mano de figuras más cercanas al republicanismo clásico estadounidense. Pero otros no ven en el movimiento de Trump un gesto conciliador.

El viaje era doblemente curioso, porque se trataba de la primera vez en 18 años que un presidente de Estados Unidos acude a la cita de Davos. El último que intervino en el WEF fue Bill Clinton, en 2000. Barack Obama evitó la cita a toda costa durante sus ocho años en la Casa Blanca. A cambio, mandó a su vicepresidente, Joe Biden, y a su secretario de Estado, John Kerry. No quería que se le identificara a él personalmente con los banqueros que acuden al foro y se consideraba causantes de la crisis financiera global de 2008.

Más allá de Trump, la cita de Davos estuvo cargada esta edición de importantes personalidades del mundo político. Por parte de España, el rey Felipe VI y el ministro de Economía, Luis de Guindos. Además, intervino en este foro el presidente francés, Emmanuel Macron; el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; y el primer ministro indio, Narendra Modi. La organización contó con 350 líderes políticos, entre ellos más de 60 jefes de Estado y Gobierno, los presidentes y directores ejecutivos de las empresas más importantes del mundo y más de mil líderes de la sociedad civil, la ciencia y los medios de comunicación.

La delegación española

Pero de vuelta a la representación española, cabe destacar que acompañaron al monarca los ministros de Exteriores, Alfonso Dastis, y de Economía, Industria y Competitividad, Luis de Guindos, en un foro que estuvo marcado para España por el factor de incertidumbre que representa la crisis catalana, consideración que fue recogida en el recientemente publicado informe sobre riesgos globales para 2018. De Guindos había sido en los últimos años el máximo representante español en Davos, en tanto que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no ha asistido nunca, mientras que José Luis Rodríguez Zapatero lo hizo en 2010.

Además, completa la delegación una nutrida representación empresarial española que integra a máximos responsables de bancos como la presidenta del Santander, Ana Botín, y del BBVA, Francisco González, quien acudió acompañado por el consejero delegado de la entidad, Carlos Torres.

Según el listado de participantes en el evento, el IBEX 35 sigue presente a través de directives, como el presidente y consejero delegado de Acciona, José Manuel Entrecanales, quien acudió junto al consejero delegado de Acciona Energy, Rafael Mateo, y Luis Castilla, máximo ejecutivo de Acciona Infraestructuras, así como Luis Maroto el consejero delegado de Amadeus.

También figuraban entre los representantes de las empresas españolas cotizadas el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino; el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán con el responsable de Innovación y Sostenibilidad de la eléctrica, Agustín Delgado, como el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz. Acudió también el actual presidente de Damm, Demetrio Carceller Arce.

Asimismo, en representación del Grupo Prisa viajó a la localidad suiza el presidente de el diario 'El País', Juan Luis Cebrián. Fuera de las empresas españolas cotizadas, Gloria Fluxá participó en el Foro Económico Mundial como consejera delegada del Grupo Iberostar y Erich Clementi acudió a la localidad suiza como vicepresidente de IBM, mientras Javier López Madrid participó como consejero delegado de Grupo Villar Mir y Dimas Gimeno estuvo presente como presidente de El Corte Inglés.

La complacencia se apodera de Davos

Los líderes empresariales se dejan llevar por la buena marcha global de la economía sin abordar muchos de los problemas que llevaron a la crisis. Las Bolsas viven un repunte, hasta niveles históricos en el caso de EE UU, que parece no tener fin, y el ánimo de los ejecutivos es directamente proporcional a esa curva. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha revisado al alza, casi de forma generalizada, el crecimiento en las principales economías desarrolladas y emergentes. La política monetaria sigue manteniendo un fuerte sesgo expansivo y la ausencia de presiones inflacionistas resta urgencia a los banqueros centrales para ir retirando los masivos estímulos inyectados durante la crisis.

Pero hay señales de alarma que los ejecutivos parecen ignorar. La encuesta de directivos que cada año realiza PwC en el marco del Foro ha revelado en esta ocasión que el optimismo de los empresarios estadounidenses está en los mismos niveles que en 2007, justo antes de que estallara la crisis financiera. “Es verdad que el precedente es inquietante, pero esta vez hay fundamentales que soportan el optimismo de los empresarios. La economía crece, el paro está bajando y el Gobierno estadounidense está emprendiendo reformas que favorecen la inversión”, aseguraba Bob Moritz, presidente global de PwC durante la presentación de la encuesta.

Esta vez es diferente, como rezaba el título del libro publicado por los reconocidos economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff. “No es que esta vez sea diferente. Es que estamos todavía saliendo de la última crisis financiera”, aseguraba Rogoff en un recodo del centro de Congresos. Y como explicaba el profesor de Harvard, este tipo de crisis sistémicas tienen una larga duración y lleva más de una década recuperarse. “Yo debo decir que soy bastante optimista con la dirección en la que marcha la economía mundial en este momento”, admitía.

El máximo ejecutivo de Barclays, Jes Staley, al menos matizó tanto optimismo. “Creo que se parece un poco a lo que pasaba en 2006”, dijo en uno de los primeros debates del WEF. “Decimos que sabemos lidiar mejor con las crisis económicas y algo está pasando en el mercado de capitales. Los mercados de valores están en máximos históricos y la volatilidad está en mínimos récord. Esa posición simplemente no es sostenible”, advertía.

Nariman Behravesh, economista jefe de la consultora de geoestrategia IHS Markit, admitía que hay riesgos “de baja intensidad” que pueden acabar arruinando la recuperación. “Lo más preocupante son los errores políticos, tanto por parte de Estados Unidos como de China; o un shock fiscal o una guerra comercial”, lo que en el primer caso podría alterar el ritmo de subida de los tipos de interés y, en el de China, forzar una rápida reducción de la deuda. Sin descartar las crecientes tensiones comerciales entre EE UU y sus socios.

De hecho, la desigualdad ocupaba un lugar prioritario en la agenda y los debates de la edición del año pasado. Este año solo algunos políticos han abordado esa cuestión bajo la retórica de apostar por un crecimiento inclusivo, sobre el que, sin embargo, no se ha ofrecido ninguna receta en un Foro tan dado a dictar cátedra. Pero los debates de 2017 estaban estrechamente ligados al auge de los populismos y la agenda electoral europea, que hacía presagiar que partidos de posiciones extremistas, alentados por el descontento social, podían acceder a los gobiernos. Una vez que los peores temores se han disipado, la inquietud por la creciente disparidad de rentas y el desigual reparto de la recuperación parece haber perdido brillo.

Las advertencias de Davos

Poco a poco, Davos ha dejado de ser un foro meramente económico, y se abrió a las cuestiones sociales –por ejemplo, la necesidad de revisar las condiciones de trabajo en los países emergentes, o la lucha contra desigualdades clamorosas-, y luego al serio problema del medio ambiente y del cambio climático. Desde Davos se impulsaron enfoques que alcanzarían eficacia a través de las decisiones de los gobiernos y del impulso de nuevas convenciones internacionales.

En continuidad con el año precedente, el último tema ha sido “crear un futuro compartido en un mundo fracturado”. Estaba en primer plano la cuestión de populismos y proteccionismos, en trance de frenar la globalización. Tal vez por esto, se esperaba con inusitado interés la presencia del presidente Donald Trump, que sorprendió a propios y extraños con una intervención moderada y relativamente abierta.

Ante la pugna sobre la supremacía mundial en los próximos años entre EEUU y China, proclives al solipsismo de proyectos hegemónicos, se ha dedicado mucha atención a los planteamientos europeos, protagonizados por Emmanuel Macron y Angela Merkel. Se distancian de Trump y de Xi Jinping, con la propuesta de un nuevo marco global compartido, basado en la cooperación y el multilateralismo.

Los dos líderes europeos se oponen firmemente a aislamientos proteccionistas. A pesar de las dificultades entre Estados miembros, la Unión Europea es un modelo de cooperación, con capacidad de expandirse por el planeta, lejos de la visión totalitaria china o las actuales incertidumbres estadounidenses. Macron propone como gran objetivo establecer un plan estratégico decenal para una mayor integración europea económica, política, financiera, militar y medioambiental. Las reformas constitucionales de la Unión van en línea de adoptar soluciones concretas sin unanimidades: constituye una de las ventajas indirectas, pero decisivas, delBrexit.

Se desea convertir a la UE en primera potencia, capaz de influir en la orientación del futuro del planeta, aportando dosis de libertad y de equidad que faltan, respectivamente, en China y EEUU. La economía social de mercado dominante en Europa permitirá avanzar en empleo y justicia, teniendo muy en cuenta políticas sociales que favorezcan a las clases medias y, sobre todo, a las jóvenes generaciones.

Donald Trump no es menos triunfalista que Xi Jinping. Pero en Davos ha intentado dar una imagen distinta de su America first, para evitar su creciente aislamiento. Afirmó que los Estados Unidos están abiertos a los negocios internacionales, pero en condiciones “justas y recíprocas”. No cerrará las fronteras a la inmigración, pero amaga con imponer requisitos de calidad exigentes, que supondrán de hecho un importante retroceso para los países de origen: duro golpe práctico a la globalización. A la vez, subrayó las reformas fiscales, la creación de empleo y la euforia bursátil para atraer a empresarios de otras naciones. Cuando Estados Unidos crece –Trump dixit- crece también el mundo. La prosperidad estadounidense crea puestos de trabajo y alienta la búsqueda de la excelencia, la creatividad y la innovación. Sería el modelo para los Estados que buscan esa "prosperidad", término poco usado por él hasta ahora, pero repetido insistentemente en Davos. Aunque, en el fondo, Trump espera recibir más que dar...

Por inesperado contraste, quien resultó apocalíptico en Davos fue el gran crítico de Trump: el multimillonario de origen húngaro George Soros. A sus 87 años, no dejó títere con cabeza, desde el fenómeno de la moneda virtual Bitcoin a las grandes empresas tecnológicas, especialmente Facebook y Google. Su tendencia al monopolio les haría pilares de un totalitarismo futuro cerrado a la competencia. De momento, su gran pecado habría sido contribuir a la victoria de Donald Trump, “un peligro para el mundo”, aunque pasajero: confía en que desaparezca en 2020, o antes... Pero, en la práctica, Soros está cada vez más distanciado de la sociedad abierta popperiana que ensalzaba en otros tiempos. Teme la falta de competencia, pero confía demasiado en que los problemas se resuelvan con mayor control de los Estados.

Proteccionismo frente a globalización; seguridad frente a libertad; iniciativa o planificación; enfermedad populista de la democracia; revisión del desarrollo ante el cambio climático: temas centrales de los últimos años que siguen en primer término, mientras pasan como en sordina la carrera de armamentos, el riesgo nuclear, o la política europea que hace de la agricultura casi un servicio público, subsidiado por Bruselas, para un porcentaje cada vez menor de la población activa del continente.

En definitiva, como señaló el papa Francisco en su carta al presidente del Foro, se trata de “individuar mejores cimientos para construir sociedades inclusivas, justas y solidarias, capaces de restaurar la dignidad de aquellos que viven con gran incertidumbre y que no pueden soñar con un mundo mejor”. Ante el incremento de las distancias socio-económicas, el aumento de las diversos tipos de pobreza y las nuevas formas de esclavitud, el pontífice romano pide que los modelos económicos sigan la ética “del desarrollo sostenible e integral”, que coloque a la persona humana y sus derechos en el centro de la economía, y pongan en práctica políticas económicas que favorezcan la familia.

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