Por Javier Atance
Cuando uno llega a Sigüenza, abre bien los ojos, se recrea en la contemplación de sus monumentos y paisajes desde el pinar a la campiña, disfruta del silencio de sus piedras, de la historia congelada de cada uno de sus rincones, respira sus aromáticos paisajes, saborea aromas y texturas en su variada oferta gastronómica… pero este año han introducido una bonita experiencia que ojalá pueda repetirse todos los años como en el pasado puente de mayo, donde idearon la unión de jazz, vino y gastronomía con el título de “Sensaciones en Sigüenza”, con tres conciertos: