Lo mejor está por llegar
El adiós a 2013 y la bienvenida a este esperanzador número 7 (la suma de 2014) nos da un respiro en el descalabro que sufrimos desde hace ya media docena de infames años. Si nos atenemos a las encuestas, cualquier tiempo inmediatamente pasado será peor que el presente y futuro próximo.
El 69% de los españoles cree que este año 2014 será mejor que 2013 en el plano personal, lo que supone un aumento en ocho puntos por encima de la percepción en 2012, según se desprende de las conclusiones del informe internacional llevado a cabo por IPSOS en 23 países de todo el mundo. En cualquier caso, España se encuentra a la cola de este informe, ocupando el puesto 18 del ranking mundial, por delante de Suecia, Alemania, Polonia, Japón e Italia. No obstante, de cara a 2014, el 81% de los encuestados españoles asegura que pondrá de su parte para a mejorar su situación personal y la de la gente de su alrededor, siendo los europeos de mayor porcentaje en este aspecto, por delante de alemanes, franceses, belgas, polacos, británicos, italianos y suecos.
El sistema se acaba y nada será igual
Una de las pocas certidumbres que nos ofrece un mundo altamente inestable como el nuestro es la de que nada será ya igual a partir de ahora. Según asegura Vicente Verdú, autor de “La hoguera del capita”, estamos viviendo un gran cambio, provocado por un sistema que está en las últimas. “No estamos ante una crisis, sino ante un fin de ciclo”. Una buena prueba la tenemos en el estado de bienestar, cuyas transformaciones no son simples modificaciones coyunturales que sólo estarán operativas hasta que lleguen mejores épocas, sino que se convertirán en permanentes: lo que hoy se cambie ya no tendrá marcha atrás.
Vamos a vivir, pues, tiempos aún más complicados, cuya primera damnificada será una clase media muy débil. “Ningún sistema puede prosperar cuando sus capas intermedias desaparecen. Por mucho que tengan los ricos, nunca podrán comprar tanto, y en consecuencia, estimular tanto la demanda como una poderosa clase media. Las grandes desigualdades de la renta siempre han producido cracks sociales”.
Además, la elección del debilitamiento institucional como fórmula para hacer frente a la crisis ( “un sistema político fuerte habría intervenido para llevar miles de millones de euros a familias y empresas que los necesitaban y hubiera impedido que las agencias de rating jugaran con nosotros”) marca un camino que, “por desgracia”, se agudizará en los próximos años. “Estamos viviendo la alianza entre la política y el capital, lo que ha provocado el aumento de la corrupción, pero también que la acción pública no se haya orientado hacia el bienestar de la población, sino hacia las exigencias de los mercados. Tomar las medidas más crueles para atender las garantías que pide el dinero no es el mejor camino”.
Sin embargo, tal cúmulo de elementos negativos no supone que el futuro vaya a resultar tan negro como sugieren sus presagios. También estamos presenciando tendencias emergentes: ideas sobre colaboración, empatía y formas horizontales de ejercicio de la autoridad en la familia para simbolizar el cambio, la revitalización de lo femenino en tanto los valores que las mujeres promueven van a estar mucho más presentes en las decisiones que se tomen en los próximos años y la prevalencia de lo emocional en la tradicional dicotomía entre razón y sentimiento tan habitual en el suelo público del capitalismo de finales del XIX. Claro que la reivindicación del mundo emocional no se hace en nombre de dios, sino de la eficiencia. “Política y económicamente, lo emotivo y lo empático están en el centro de la toma de decisiones, de las formas de relacionarse y del modo de ejercer el liderazgo en las organizaciones. Incluso el marketing tiene a la intuición y al corazón en su núcleo”, afirma Verdú.
Los diagnósticos de los expertos
En este contexto, hay diez tendencias globales que definirán 2014, según el Foro que organiza Davos, un buen indicativo de lo que podemos esperar a nivel global durante el año 2014. Como señala en su introducción el informe, “el mundo cambia más rápido que nunca”. Los focos de conflicto aparecen en el momento menos pensado en el lugar imprevisto, por lo que “si queremos abordar los problemas a los que nos enfrentamos como planeta, necesitamos mantener el ritmo y anticipar lo que nos espera”. A continuación presentamos los principales retos del próximo año según su nivel de importancia, de mayor a menor, analizados por los expertos participantes.
Tensiones sociales en Oriente Medio y África
- Aunque la primavera árabe prometiese un nuevo panorama político en los países islámicos, los recientes acontecimientos ya no sólo sugieren que quizá el cambio social en dicha región se haya retrasado, sino que sus consecuencias son imprevisibles.
- Desigualdades sociales crecientes. El informe lamenta que, a pesar del crecimiento macroeconómico global, cada vez aparecen más bolsas de pobreza en los estados de nivel medio y bajo. Los países en crecimiento han creado una nueva y reducida clase que goza de “unos privilegios económicos sin precedentes” y cuyo desarrollo es paralelo al empobrecimiento de las clases más bajas.
- Desempleo estructural y persistente. Se trata de una de las preocupaciones más acuciantes en los países más desarrollados, y que, según el informe, ha de atajarse a través de políticas públicas que contribuyan a la creación de empleo y a la inversión en el trabajador.
- Crecientes amenazas cibernéticas. Ni Edward Snowden ni Julian Assange: la nueva guerra en la red tiene un gran número de enemigos anónimos que en cualquier momento pueden derribar los servidores donde se alojan un gran número de páginas web. Los ataques de denegación de servicio que han sufrido medios como The New York Times o empresas como Paypal y Mastercard preocupan al WEP, así como el “vandalismo” cibernético y la proliferación del llamado “internet de las cosas”.
- Falta de acción contra el cambio climático. Aunque cada vez más estudios refuercen la teoría de que el cambio climático ha sido producto de la acción humana, el informe sugiere que aún estamos lejos de conocer las auténticas consecuencias que este puede tener para el planeta. La urgencia que existía hace apenas unos pocos años ha desaparecido y la inversión económica por parte de poderes públicos y el sector privado debería ser mayor,
- Confianza decreciente en las políticas económicas. La crisis financiera ha provocado que la gente deje de creer en la política, algo especialmente acentuado entre los más jóvenes.
- Falta de valores en el liderazgo. La educación es el valor más importante para hacer frente a ese problema, tanto para generar políticos que piensen a largo plazo como ciudadanos lo suficientemente cultivados como para criticar a los primeros cuando no sirven al bien común.
- La expansión de la clase media en China. La educación del país oriental es una de las razones por las que ha conseguido ser tan competitivo a nivel mundial, junto a la adopción del libre mercado, el dominio de la tecnología y la ciencia y una cultura del “pragmatismo y la meritocracia”.
- La creciente importancia de las megaciudades.- El crimen, la polución, la enfermedad y la indigencia eran problemas que afectaban tanto al Londres del siglo XIX como a las actuales megalópolis. El factor esencial para el éxito y resistencia de una gran ciudad es la diversificación.
- La rápida difusión de la desinformación en la red. El informe considera que culpar a las redes sociales de difundir información equivocada es sencillo, pero que de esa manera, olvidamos el contexto social y político en el que se transmiten dichos contenidos. El papel del ser humano a la hora de desentrañar la veracidad de una información no puede ser sustituido por el de ninguna máquina.