Siguiendo la pista del dinero...

Aquí, en este Manderley alcarreño, los inviernos son largos y las lecturas lentas. Apunto algunos pensamientos de Cicerón, muy aplicables a los nuevos tiempos y, me temo, a los que han de venir. “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. “¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?”. “Cuando mejor es uno, tanto más difícilmente llega a sospechar de la maldad de los otros”. “Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos”. “Si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos”. “La confidencia corrompe la amistad; el mucho contacto la consume; el respeto la conserva”. “En cuanto a la adversidad, difícilmente la soportarías si no tuvieras un amigo que sufriese por ti más que tu mismo”. “Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros”. ¿Les suena?

Guía del buen político

Nada nuevo bajo el sol. En “Cómo gobernar un país” (Crítica), Marco Tulio Cicerón (Roma,106-43 a.C.) detalla cuáles son los pilares de un gobierno justo, qué régimen es el mejor y cómo debería conducirse en el cargo un dirigente?. Como hombre de Estado y no como político, monta una guía antigua para políticos modernos. Philip Freeman, especialista en lenguas clásicas, ha realizado esta breve antología sobre las ideas políticas de un conservador moderado, “condición cada vez más difícil de hallar en nuestro mundo moderno”. El autor define a Cicerón como un fiel creyente en la colaboración con otros partidos por el bien de la nación y sus gentes. Para Cicerón, el gobierno ideal es el que combina lo mejor de la monarquía, la aristocracia y la democracia, tal como ocurría en la República romana. Este es el legado del primer hombre de Estado, resumidos en 10 consejos, y olvidado a los pocos años.

1.- El gobernante debe poseer una integridad excepcional, debe destacar por su coraje, su aptitud y su resolución, porque en nuestra nutrida ciudadanía son multitud quienes aspiran a la revolución y a la caída del Estado por tener el castigo que se merecen las faltas que saben haber cometido”.

2.- Inteligencia, perspicacia y elocuencia. “Para elaborar un discurso no importa sólo la elección de las palabras, sino también su correcta disposición”. A eso hay que añadir “la agudeza, el humor, la erudición propios de un hombre libre, así como la rapidez y la brevedad a la hora de responder o atacar, que siempre irán ligadas a un encanto sutil y a un claro refinamiento”.

3.- La corrupción destruye una nación, desalienta a la ciudadanía y la hace presa de la cólera y la incita a la rebelión… En su discurso contra Gayo Verres, antiguo gobernador de Sicilia y paradigma del político depravado, Cicerón no dejó lugar a dudas: “Como si de un rey de Bitinia se tratara, se hacía trasladar en litera de ocho porteadores, dotada de un elegante cojín relleno de pétalos de rosa de Malta. Ceñía su frente con guirnalda y llevaba otra al cuello, y cerca de la nariz, su saquito de malla tupida hecho de delicadísimo lino y también lleno de rosas. De esta guisa hacía los viajes…”

4.- No hay que subir los impuestos, al menos si no es absolutamente necesario. “Quien gobierne una nación debe encargarse de que cada uno conserve lo que es suyo y de que no disminuyan por obra del Estado los bienes de ningún ciudadano”. Pero también condena la concentración en manos de una minoría selecta. “También es deber de quienes gobiernan un Estado garantizar la abundancia de cuanto se requiere para vivir”.

5.- La inmigración fortalece un país. “Defiendo pues que en todas las regiones de la tierra no existe nadie ni tan enemigo del pueblo romano por odio o desacuerdo, ni tan adherido a nosotros por fidelidad y benevolencia que no podamos acogerlo entre nosotros u obsequiarlo con la ciudadanía”.

6.- No a la guerra. Para Cicerón, al menos, el ideal bélico no puede darse si se hace por codicia en lugar de para defender la nación o por castigo.

7.- El mejor gobierno es un equilibrio de poderes. Sin equidad los hombres libres no pueden vivir mucho tiempo. Sin ella tampoco hay estabilidad. Cicerón advierte que no es difícil que de la virtud nazca el vicio y que “el rey degenere en déspota, la aristocracia, en facción, y la democracia, en turba y rebelión”.

8.- El arte de lo posible. Considera irresponsable la adopción de posturas inflexibles, en política todo se encuentra en evolución y cambio. “Cuando hay un grupo de personas que gobierna una república por el hecho de tener riquezas, abolengo o cualquier otra ventaja, cabe considerarlo una facción, aunque ellos se quieran llamar próceres”.

9.- Estar cerca de amigos y de enemigos, tender lazos con los oponentes. Leyes universales gobiernan la conducta humana. No supo del concepto de derecho natural.

10.- Creía firmemente en la existencia de leyes divinas, no sujetas al tiempo ni al espacio, que garantizan las libertades fundamentales del ser humano y limitan la conducta de los gobiernos. “Habrá un único dios que ejercerá de maestro y gobernante del común, creador de este derecho, juez y legislador”. En el año 63 a.C., cinco años después de ejercer de cónsul, sus enemigos políticos lograron exiliar a Cicerón con falsos cargos, y 20 años más tarde Marco Antonio mandó su ejecución. Sus propios presupuestos no le sirvieron.

¿Son los ricos menos honrados que los pobres?

Los estudios indican que sí. En la última década se han contabilizado más de 800 casos de corrupción política en España. La crisis económica se ha visto agudizada por una crisis de confianza en los responsables y dirigentes que administran los recursos del Estado y que actualmente ofrece datos demoledores: el 96% de la población no confía nada en los políticos actuales y un 93% de los ciudadanos encuestados creen que la corrupción alcanza a las instituciones públicas. Las cifras son el resultado de un exhaustivo estudio publicado por investigadores españoles en el European Journal of Political Economy.

Junto a esta publicación existe también un estudio realizado por la Universidad de la Laguna en Tenerife que, además, resalta un hecho fundamental: la inmensa mayoría de estos casos de corrupción (un 88%) están relacionados con las grandes fortunas, las tramas urbanísticas y las propiedades del suelo. Tanto es así, que los propios investigadores afirman en las conclusiones de artículo que “cuando estos se convierten en grandes propietarios, empiezan a tener el mismo comportamiento que los antiguos caciques”.

Es el reflejo de una eterna cuestión que se remonta hasta hace miles de años: ¿Son los ricos menos honrados que los pobres? ¿Existe relación entre riqueza, poder adquisitivo y corrupción? Si queremos encontrar una respuesta científica a estas preguntas, debemos echar mano de uno de los estudios más citados de los últimos años sobre este tema. Se publicó en 2012 en PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) y consistió en una serie de siete experimentos de diversa índole para intentar aclarar si existe relación entre nivel de riqueza y comportamientos poco éticos. Las conclusiones fueron positivas. Efectivamente, los estudios indicaban que las personas de clase alta y con mayor poder adquisitivo tienden a exhibir comportamientos menos éticos que las personas menos pudientes.

El detonante de esta menor ética es la codicia. Los investigadores demostraron, y la realidad actual parece darles la razón, que los individuos con mayor grado de riqueza suelen estar más preocupados que el resto por su propio bienestar. Esta tendencia tiene consecuencias obvias en forma de mayor ambición y codicia, un poderoso condicionante del comportamiento que lleva más fácilmente a exhibir actitudes menos éticas.

Los experimentos también incluyeron una interesante correlación entre coches de alta gama y comportamiento al volante. Al parecer los propietarios de coches más caros son más proclives a no respetar las señales de circulación. A estas investigaciones se unen estudios más recientes como el publicado hace tan solo unos días en Personality and Social Psychology Bulletin, en el que científicos de la Universidad de California demuestran mediante el análisis de cinco artículos científicos que los individuos más ricos muestran actitudes más arrogantes, altivas y narcisistas que las personas más pobres.

Evidentemente todos conocemos a algún personaje millonario que no se adapta a estos parámetros y que muestra gran generosidad y ética. No obstante, siempre hay que tener en cuenta que estos experimentos y estudios indican tendencias generales y que, si bien pueden existir notables excepciones, la regla general confirma lo que ya conocíamos desde hace siglos: “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre en el reino de los cielos”…

Moraleja: Para ser rico a partir de cero, si eres honesto, se requiere de mucho talento y mucha suerte; y que no te falte más talento y más suerte. Y jugar mucho a los juegos de azar, por si acaso...

Historia del dinero, una novela porno.

La aparición de Historia del dinero de Alan Pauls pone punto final a la trilogía –o novela larga– del autor de “El pasado” ambientada en la década del setenta. El dinero, para Pauls, es un instrumento romántico y solo se traduce a una tabla de energía personal. Vuela, fluye, se evapora: es tiempo que se va. Historia del dinero es una novela ideológica si se acepta que la ideología nace de la experiencia y no tiene –no puede tener– pretensiones pedagógicas. Lo que cuenta es una historia materialista que se deshace en el aire. El dinero es un flujo que se escurre. Las situaciones de comedia que giran alrededor del dinero son, sin duda, argentinas. Se mueven a un ritmo inflacionario, lo que subraya el carácter inestable del dinero. ¿Cuánto vale la plata?, parece preguntarse la novela. La respuesta, empujada por la tradición menos realista que marciana de la economía nacional, solicita una respuesta ambivalente: vale todo lo que puede valer y no vale nada. El dinero no puede traducirse a una tabla de cotizaciones, al sube y baja de la bolsa o a una inversión de riesgo. El dinero se mide en líneas de tiempo personal, es decir en vidas. Cada fondo (cada partida) es un universo paralelo e individual desconectado de la economía y de todos los sistemas que esta gobierna. El dinero, para Pauls, es un instrumento romántico y solo se traduce a una tabla de energía personal. Vuela, fluye, se evapora: es tiempo que se va. Arriesgado en un casino, escurriéndose en el reloj de un taxi que viaja a la costa o invertido en una mansión de Punta del Este, el dinero es únicamente algo que se pierde.

Alan PaulsEl escritor argentino Alan Pauls afirma que su último título, "Historia del dinero", es como una novela "porno" en la que las escenas de sexo han sido reemplazadas por otras de dinero, en el marco de la Argentina de los años setenta, donde la economía enloqueció sin remedio. En esta ocasión, narra la historia de una familia, con un padre jugador, aventurero y con una doble vida; una madre con un protagonismo memorable al final, aunque entiende que es un personaje ingrato, más áspero que el progenitor, y un hijo que está entre los dos.

Con el dinero articulando toda la narración, Pauls regresa a la época de los setenta, en plena dictadura argentina, de la que "se ha escrito mucho de la dimensión política, pero poco de la dimensión económica que esa época tuvo". A su juicio, en ese momento "se desarrolló una cierta cultura económica muy extravagante e irracional, decisiva en el imaginario argentino, como lo es la marca de la violencia". Por otra parte, los grandes protagonistas son los integrantes de la clase media, porque en el texto no se ocupa "ni de los que no tienen dinero para nada, ni de los que tienen mucho dinero". "El blanco -ha proseguido- son los que tienen un poco de dinero. En definitiva, la clase media argentina, que todo el tiempo tiene terror a perderlo".

Defiende Alan Pauls que para la clase media "el dinero es todo el tiempo un problema, porque se tiene, porque no se tiene tanto como el que se quiere o porque se tiene más de lo esperado". "Todo el tiempo hay una relación incómoda e histérica con el dinero", ha apostillado. A pesar de que se centra en un momento entre treinta y cuarenta años atrás, Alan Pauls no ha querido dejar pasar que durante la época del "corralito", hacia los años 2001 y 2002, su país también vivió "un momento de crisis casi terminal, con cinco monedas simultáneas, viviendo en la idea de un presente puro, sin pasado y sin futuro". Se trataba de un momento, ha asegurado, "inquietante, en el que viviendo el presente era como vivir fuera de la Historia". En esta novela no lineal también llama la atención la articulación de "lo íntimo con lo público" con "cortes y pegados entre elementos muy de la economía doméstica y familiar con momentos históricos".

La cultura también es política

Regresa a la actualidad literaria, y a nuestra memoria, el sociólogo belga Armand Mattelart. Llega a España con motivo de la publicación de un título tan becqueriano como “Por una mirada-mundo” (Gedisa) y por la concesión de sendos Doctorados Honoris Causa por la Universidad de Málaga y la de Valladolid. Mattelart, que cobró fama mundial con “Para leer al Pato Donald”, un análisis realizado en 1972 junto con Ariel Dorfman acerca de las tiras cómicas producidas por Walt Disney, entiende que ha operado también en ese terreno un cambio drástico respecto al tiempo en que escribió su libro, y no para mejor. “Hoy nos encontramos con una enorme variedad de productos culturales a nuestra disposición, pero apenas ninguno de ellos permite otra cosa que ser un consumidor”. Según apunta Mattelart, lo que hemos perdido por el camino es el concepto de servicio público, entendido como mucho más que la provisión estatal de recursos. “En Francia, la cadena que más suelo ver es Arte, que está muy bien, pero que se ha hecho elitista y solamente un tipo de público la entiende. La cultura de masas, por su parte, se ha hecho espectacular, por lo que no te permite pensar. Es más, no ayuda en nada a ello”.

Hoy nos encontramos con una enorme variedad de productos culturales a nuestra disposición, pero apenas ninguno de ellos permite otra cosa que ser un consumidor. Hemos entrado, advierte Mattelart, “en un mundo de hipervigilancia, pero diferente del imaginado por Orwell”. Como explica en su recientemente publicado en Francia "Le profilage de la population" (La découverte), las técnicas de recolección de datos que facilitan las nuevas tecnologías tienden a perfilar a ciudadanos y consumidores, esto es, a subsumirles en categorías que hagan previsibles sus comportamientos. “Los Estados hacen esta tarea como elemento no tanto para organizar ficheros policiales, lo que es tan viejo como el mundo, como para saber qué servicios demanda la gente, en esa permanente construcción del ciudadano como consumidor”.

También por esta razón, cree Mattelart que el foco de los próximos tiempos va a estar en el terreno educativo, en tanto todos conocemos de su importancia para nuestro futuro. Y esto es lo que hace que se esté fraguando un nuevo tipo de conciencia política. “Los padres protestan porque ven que la educación que reciben sus hijos no les servirá para tener un trabajo y los jóvenes porque perciben la necesidad de otro tipo de educación”. Eso está produciendo un buen número de rebeliones estudiantiles (“en Canadá, Chile o México ha habido movimientos muy interesantes y en Francia los estudiantes van a salir a la calle dentro de poco”), pero también una nueva alianza intergeneracional, que, junto con la pauperización de las clases medias, hará que el deseo de cambiar la sociedad y cambiar el sistema sea cada vez más insistente.

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