Por Javier Atance Ibar
Llega febrero y nos anuncia la llegada del Carnaval, esa época que precede a la Cuaresma y que intenta potenciar todo lo que ella prohíbe: buena mesa y mucha diversión. Para conseguirlo, se apoya en buenas y copiosas comidas con predominio de las carnes, creativos disfraces, y sobre todo en la música marchosa, tomando nuestras calles el baile y la diversión.
Aunque sus orígenes se desconocen con exactitud, los etnólogos creen que son muy antiguos y tienen antecedentes en fiestas y culturas como la Fiesta del Invierno o Saturnalia, las celebraciones dionisiacas griegas y romanas, (las llamadas bacanales), o en otros continentes las fiestas andinas prehispánicas y las culturas afroamericanas. Los Carnavales están documentados en España desde la Edad Media y tienen personalidad propia desde el Renacimiento.
Los antecedentes de las fiestas de Carnaval que aún se celebran en el sur de Europa, siendo el más importante y vistoso el Carnaval de Venecia, se encuentran en los bailes de máscaras, que inicialmente tenían lugar en las viviendas de los ciudadanos más acomodados y más tarde se popularizaron, saliendo a las calles e implicando a todos. De ahí que el Carnaval se haya considerado siempre una celebración subversiva y descontrolada y que, durante siglos, las autoridades hayan intentado erradicarla, prohibirla, (como sucedió en España tantas veces) o, al menos, controlarla. Actualmente lo único común a todos los carnavales es que la única regla de los mismos es que no existen reglas.
Desde hace siglos, la celebración del Carnaval ha estado muy ligada a la música alegre, bailable y bullanguera. En España hay fiestas carnavalescas en todas y cada uno de sus rincones y cada una de ellas con características diferenciales, pero destacan dos carnavales declarados de Interés Turístico Internacional, los de Cádiz y los de Tenerife.
Nos detendremos en esta ocasión en los Carnavales de Cádiz, que por su frescura, creatividad y espontaneidad son de los más conocidos en España. Toda la ciudad participa en el carnaval y no son fiestas de un día, durante varias semanas la presencia de esta fiesta es casi constante en la ciudad que los disfruta más allá de la fecha oficial a causa de los ensayos, recitales y concursos. En el Carnaval de Cádiz no hay que perderse el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas en el gran Teatro Falla ni la gran Cabalgata Magna.
La música de los Carnavales de Cádiz, nos la ofrecen diferentes agrupaciones musicales que se conocen con los siguientes nombres, según el número de componentes que los forman, de mayor a menor:
LOS COROS: Son la agrupación musical más numerosa, puede llegar al medio centenar y se clasifican en bajos, segundas, tenores y orquesta. Instrumentalmente se acompañan de laudes, bandurrias, guitarras y percusión diversa. Se desplazan a través de las calles en carros o bateas abiertos, tirados por tractores, cantando su repertorio cuya composición característica es el "Carnaval Tango", que complementan con cuplés, estribillos y popurrís.
LAS COMPARSAS: Son agrupaciones de aproximadamente 14 componentes, clasificados por sus voces en tenores, segundas, octavillas y contraltos. El acompañamiento instrumental que utilizan es el de bombo, caja y guitarra, más los que consideren necesarios según la pieza a interpretar. Su repertorio lo forman: presentación, pasodobles, cuples y popurrí.
LAS CHIRIGOTAS, (también conocidas como MURGAS): Las forman doce personas, clasificadas en: tenores, segundas y altos. Se acompañan de bombo, caja y guitarra, más otros instrumentos en función del tipo de pieza y su fuerte son los cuplés satíricos y de doble sentido.
LOS CUARTETOS: Son agrupaciones pequeñas, de tres a cinco componentes, con un repertorio que consta de presentación, parodia, cuplés y popurrí. Su acompañamiento es exclusivo de parejas de palos que sirven además para coordinarlos en el canto.
Los gaditanos son especialistas en el arte de la parodia y el espectáculo popular, por eso, no es necesario adquirir una butaca para disfrutarlos, porque las calles de la Tacita de Plata son escenarios vivos para disfrutar de estas agrupaciones instrumentales y de la creatividad crítica con los sucesos del año a cualquier hora del día y de la noche cantando con ironía y fino humor, para provocar una sonrisa que es el lenguaje universal de las personas inteligentes, sabiendo combinar letras agudas, acertadas críticas, juegos de palabras graciosos, sarcasmos, irreverencias y parodias con el envoltorio musical propio de los carnavales, siempre agradable de escuchar.
No hay pueblo ni ciudad en España, que a su nivel, no celebre su Carnaval y todos ellos con sus charangas, esos grupos reducidos de músicos con instrumentos de percusión y de viento, que animan, amenizan y acompañan con pasacalles rítmicos y alegres, a los grupos, que disfrazados, ponen la nota de color y alegría que va a preceder la llegada de la Cuaresma.
Los carnavales nos permiten ver las cosas no como son, sino como somos nosotros y si somos tolerantes, alegres, optimistas…, se reflejará en nuestros cantos, en nuestros disfraces y en la manera contagiosa de divulgarlo a los demás para compartir todo eso que llevamos dentro y que en otras épocas del año no dejamos salir al exterior.