Se envuelven en papel de estraza para mantenerlos calientes, y llegan así a la mesa, colocados sobre una teja. Para acompañar, salsa romesco, típica en Cataluña, a base de tomates, pimiento seco, almendras y avellanas, y en el aliño un poco de pimienta, aunque cada casa practica su variante.
La cuna del calçot es la localidad tarraconense de Valls, donde cada último domingo de enero tiene lugar La Gran Fiesta de la Calçotada. Un municipio en el que hace más de 100 años que se realizan las calçotadas, el menú típico alrededor del calçot. Fundamental, ponerse el babero antes de comerlos ¡y no es broma!...
En cuanto a la calçotada en sí, se compone de cebollas de Valls con su salsa, carnes a la brasa, postres catalanes y un porrón de vino o cava. Una base que, dependiendo del lugar, se modifica o amplía con otros productos, entre ellos, las alubias blancas que en Cataluña conocen como mongetas.
En Paradís Madrid preparan para los sábados y domingos al mediodía sus calçotadas urbanas, a 35 €, con calçots en tempura, tabla de embutidos, croquetas de calçot, pan tostado con tomate, carnes a la brasa y judías del Ganxet, además de vino y postres.
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