La sede de la Comisión Europea se ha vestido de gala el pasado 5 de abril para celebrar el IX Seminario Internacional Unión Europea-América Latina, que en esta ocasión estuvo dedicado a la cultura en sus múltiples dimensiones, las que “afectan a la vida diaria de los ciudadanos”, en palabras de Aránzazu Beristain. Fue precisamente la directora de la Comisión Europea en España quien inauguró el evento, recordando que “la cultura es una parte integral de las relaciones internacionales de la Unión Europea y ocupa un papel relevante entre las relaciones de la UE con los Estados de América Latina y el Caribe”.
Organizada por la Fundación Euroamérica, la cita contó con el apoyo de organismos como la Secretaría General Iberoamericana (Segib) y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), así como con destacados representantes del mundo audiovisual, político e incluso gastronómico. Todos ellos se unieron bajo el lema que dio forma al encuentro: ‘El Espacio Cultural Europeo y el Espacio Cultural Iberoamericano. Puntos de Encuentro’. Cerca de cinco horas de intensos y fructíferos debates en torno a tres mesas.
El momento no pudo ser más idóneo, pues precisamente se cumple el trigésimo aniversario de la incorporación de España a la Unión Europea, “una historia de éxito para ambas partes, pudiendo hablar de una europeización de España y de una españolización del espacio europeo”, indicó Beristain. No fue la única efeméride coincidente, pues también se cumplen diez años de la Carta Cultural Iberoamericana. Y otra: los 25 años de las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno. Sus palabras fueron secundadas por la presidenta de la Fundación Euroamérica, Benita Ferrero-Waldner, quien se centró en los puntos de encuentro entre el espacio europeo y el iberoamericano: “Vivimos en una sociedad globalizada, con todas sus ventajas e inconvenientes. Debemos aprovechar las ventajas de la globalización y de la cultura, que permite elevar el nivel de vida de las comunidades”. Ferrero-Waldner subrayó cómo el “principal elemento constitutivo de la comunidad iberoamericana nace con una función dinamizadora y de promoción de la riqueza cultural del área, lo que favorece el desarrollo regional incluso aportando un alto valor añadido a la economía”.
La Secretaria General Iberoamericana, Rebeca Grynspan, recogió el testigo de la apertura para trazar las líneas por las que discurrieron posteriormente las diferentes sesiones: “Nuestra manera de entender la relación de los países está a menudo primada por las relaciones entre gobiernos, pero entre América Latina y Europa interactúan más personas en el ámbito de la cultura”. Nutrió sus palabras de varios ejemplos de lo cotidiano, como aquellas personas que leen a Pessoa en Santiago, quienes toman tacos en Londres o cuando los jóvenes latinoamericanos recorren Europa con la mochila a sus espaldas. Y es que, según indicó Grynspan, “la cultura es un vehículo para la inclusión social y para la construcción de vínculos interpersonales. Es uno de los grandes dilemas de estos tiempos: cómo hacer coexistir sistemas de creencias y valores disímiles, respetando la autonomía de cada quien y los derechos humanos fundamentales. Los propios ciudadanos nos ofrecen ejemplos de cómo hacerlo”.
Rebeca Grynspan dio paso a la primera sesión con una reflexión: “Una de cada siete personas en el mundo viven hoy en un lugar distinto al lugar en donde nacen. De ellas, 250 millones son migrantes internacionales. Es una de las grandes tendencias de nuestra era. No podemos evadir la presencia de personas distintas a nosotros. Podemos seguir siendo nosotros mismos incluyendo a los demás”.
Una Europa de la cultura
La cultura es, por definición, un elemento de unión y de identidad de los pueblos. Consciente de ello, la Unión Europea ha impulsado el patrimonio cultural común de los Estados miembros, matizando la diversidad nacional y regional que son puntales de enriquecimiento patrimonial. Iniciativas como las Capitales Europeas de la Cultura, que nació en la década de los 60 del siglo XX, son un importante ejemplo de las políticas comunes en materia cultural, al igual que el programa Europa Creativa, que se desarrolla desde 2014 y estará vigente hasta el año 2020. En análisis de estos proyectos centró una de las mesas de trabajo.
Carsten Moser, vicepresidente de la Fundación Euroamérica, incidió en la importancia que los programas culturales europeos comunes pueden tener en América Latina, donde pueden servir de ejemplo. Incluso, incidió, pueden ir más allá aprovechando la ventaja de una lengua común. “La Unión Europea está pasando por un momento crucial. Nos olvidamos muchas veces de los avances logrados tras la Segunda Guerra Mundial, que nos han llevado al tiempo de paz y prosperidad más largo de nuestra historia. El programa de Capitales Europeas de la Cultura está contribuyendo en esa línea”, apuntó también el moderador de esta parte del debate.
La explicación de la experiencia real en la gestión llegó de la mano del coordinador de la Oficina Europea Creativa, Augusto Paramio. Este programa, en plena fase de desarrollo, está destinado a impulsar los sectores cultural y creativo y para ello cuenta con un presupuesto global de 1.460 millones de euros, según explica su propia página web. La Comisión Europea estima que esta potente iniciativa servirá para que al menos 8.000 organizaciones culturales, tanto públicas como privadas, con o sin ánimo de lucro, y unos 300.000 artistas reciban apoyo para cruzar las fronteras y adquirir la experiencia que les sirva para desarrollar sus carreras internacionales.
“Es un programa que potencia la cooperación cultural transnacional. En el ámbito europeo se conjuga en plural, nosotros y vosotros. Somos puntos nacionales de información de programas europeos”, apuntó Paramio, quien aprovechó el escenario para alentar a la gente a presentar proyectos ya que existen muchos perfiles que pueden beneficiarse del mismo.
Además lanzó la mano hacia Iberoamérica: “Hay la posibilidad de que estos proyectos europeos integren países terceros, aprovechando nuestra relación con América. El techo de financiación para la incorporación de un país tercero se ha duplicado”. De hecho, el ejemplo de las Ciudades Culturales Europeas, que centraron la siguiente parte de la jornada, fue uno de los que surgió en el turno de debate como posiblemente exportable.
El proyecto de Ciudades Culturales es tal vez más cercano porque la española San Sebastián luce este mismo año este título y honor. La experiencia que está viviendo la capital vasca llegó de la mano de Kepa Korta, director-coordinador de Estrategia de la Ciudad en el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, quién explicó que la ciudad vasca ha centrado su estrategia en valores.
“Entendíamos que Europa necesitaba recuperar los valores, saliendo en nuestro caso de un escenario de violencia. Es un ejemplo para Europa, con situaciones similares por ejemplo en los Balcanes. Una candidatura distinta y un proyecto distinto, centrado en los valores, y más difícil por ello de visibilizar en lo tangible”, apuntó el responsable. San Sebastián ya optó en 2013 al título, así que por ello ahora se apostó por una estrategia más abstracta: “Era también nuestra necesidad de reinventarnos, de constante innovación, seguir moviéndonos incluso para estar en el mismo sitio”, justificó Korta, quien recordó los importantes lazos de unión de la ciudad con la cultura, como son sus importantes festivales de cine y jazz o incluso el turismo, ligado a un modelo cultural.
Para este 2016 se han incorporado “apuestas hadware”, como el Centro de Cultura Contemporánea, la Universidad de Ciencias Gastronómicas o la Escuela Superior de Música. Más allá de los valores, la capitalidad de San Sebastián cuenta con otros dos ejes: convivencia y cultura como transformación. “Uno de los compromisos es que quede un legado, que no sólo sea un flash temporal. Partimos de la necesidad de transformar nuestra propia situación”, finalizó el representante del Ayuntamiento donostiarra.
La ciudad polaca de Wroclaw, también tuvo espacio en estas jornadas de la Fundación Euroamérica. La directora del Instituto Polaco de Cultura, Dorota Barys, explicó la historia de esta ciudad de la Baja Silesia, al suroeste del país. Golpeada por la Segunda Guerra Mundial, la ciudad quedó en escombros y sin identidad, nuevos ciudadanos y ciudadanas e incluso un cambio de país iniciaron un nuevo periodo histórico y cultural en el que se están destacando los lazos de urbe tanto con Europa como con sus vecinos del Este. “Nuestra idea es sobre todo la participación ciudadana, que sean ellos quienes creen la cultura. Mientras que a largo plazo, nuestra idea es promocionar el turismo”, expuso Barys.
El espacio cultural iberoamericano
El coordinador del Espacio Cultural Iberoamericano de la Segib, Enrique Vargas, introdujo la segunda sesión, centrada en las industrias audiovisuales y el cine, a través de los programas Ibermedia y Cooperación Televisión Iberoamericana. Lo primero que hizo fue contextualizar la realidad americana: “El sistema de cooperación iberoamericano es único, no es el tradicional de quien da y quien recibe, sino que aquí todos damos”, con programas “que están funcionando independientemente de situaciones puntuales que no de crisis generalizada”. Bajo su punto de vista, existen desafíos diferentes pero al mismo tiempo compartidos con Europa. “Estamos en un momento de retos pero tenemos que valorar todo lo que hemos sido capaces de construir para seguir reinventándonos día a día”, apuntó, considerando que “lo iberoamericano se puede y se sustenta en la cultura, en los lazos históricos. Pero todos los días trabajamos en la construcción de futuros”.
Esta segunda mesa la presentó y moderó Fernando Labrada, promotor de la plataforma audiovisual Euro Iberoamericana y presidente de Media Research & Consultancy Spain. Sacó varias cifras a relucir: en el mundo se hacen 6.500 películas al año, de las que Europa produce en torno a 1.600, que sumadas las latinoamericanas superan los 2.000 títulos. Así las cosas, un tercio de la producción es iberoamericana. “Hay muchos problemas en el cine, como la territorialización de los derechos de los autores, efecto perverso de la globalización. Pero también hay apertura de nuevos medios, existe un aumento del consumo. Las cifras son enormemente altas. Tenemos que hacer un esfuerzo para que las películas circulen tanto en nuestros propios ámbitos como en el iberoamericano”, espetó Labrada.
Fue entonces el turno de Miguel Ángel Benzal, director general de EGEDA (Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales), que presentó los Premios Platino del Cine Iberoamericano, de los que es promotor. En su discurso no faltó la defensa a los derechos de propiedad intelectual ni la lucha contra la piratería y el fraude, “que empobrecen las industrias culturales”. Sobre la piratería no quiso desaprovechar la ocasión para dejar anotadas algunas cifras sonrojantes: sólo en España se producen anualmente 4.307 millones de accesos ilegales, por valor de 24.058 millones de euros.
El Estado deja de ingresar 547 millones de euros por IVA, IRPF y cotizaciones a la Seguridad Social. Esto afecta a 21.600 puestos de trabajo directo. Benzal hizo especial mención a los “muchos talentos que están ganando premios”, al tiempo que también se apuntó tareas pendientes para el futuro, como la de mejorar los mecanismos de distribución y promoción.
Complementó la idea Alberto García Ferrer, secretario general de la Asociación de las Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas (ATEI), quien matizó cómo “muchas veces se piensa que lo audiovisual se centra exclusivamente en producir, cuando apenas es una parte”. Explicó con detalle que el desarrollo de la tecnología y los medios ha transformado a una televisión “vinculada a la cooperación fundamentalmente por cómo trabaja”, un modelo “preocupado por las audiencias” pero también por “cómo se vinculan éstas a los contenidos culturales”. Se trata, explica, de crear ventanas para la audiencia a los contenidos culturales. “Es la democratización del proceso creativo y trabajamos en ello como una tv transversal, en la creación de canales específicos dentro de una plataforma. Por ejemplo, con un canal sobre derechos humanos”. García Ferrer aseguró tener clara la hoja de ruta para este viaje: “Se trata de crear una gran plataforma de contenidos culturales y cooperativos, generar contenidos, buscar la participación de los jóvenes… no queremos más televisiones haciendo lo mismo sino haciendo cosas nuevas”.
El turno de palabra del productor de cine uruguayo Álvaro Brechner, responsable de los premiados largometrajes ‘Mal día para pescar’ y ‘Mr. Kaplan’, giró en torno a lo que supone ese cambio de paradigma “en el que ya estamos pero que aún cuesta un poco ver”. Puso como ejemplo a su país natal, donde hasta hace unos años “hacer cine era como pensar irse a la luna, se te reían en la cara. Pero hoy todo eso ha cambiado mucho”. Se detuvo en la dinamización de las industrias culturales, mencionando que el gran desafío actual es “poder generar un marco que sostenga, en un territorio tan amplio y diverso, una industria cultural que nos una”. Para destacar la importancia de esta gesta recurrió al ejemplo estadounidense (“sería impensable pensar la expansión norteamericana sin sus productos culturales”, dijo), instando al sector iberoamericano a que sea consciente del crucial cambio de paradigma. Se despidió con un deseo en voz alta: “Parece que en momentos de crisis se nos exige que todos nuestros productos sean útiles… tenemos que ser conscientes, aunque sea difícil, de que la cultura es lo que nos resguarda el espíritu, lo que nos recuerda quiénes fuimos y quiénes somos”.
Porfirio Enríquez recogió el testigo del productor uruguayo para desgranar el funcionamiento y los objetivos de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, encargada entre otros eventos de los Premios Goya. Como director general de la Academia, Enríquez también estuvo de acuerdo en que “la lucha contra la piratería es uno de nuestros fines”, para lo cual pidió a las autoridades “que se cumplan las leyes, como en los países de nuestro entorno”. Antes de ceder la palabra hizo la siguiente petición: “Disfruten de nuestro cine y vayan contra la piratería”.
Esta segunda mesa la clausuró Elena Vilardell, secretaria técnica y ejecutiva del programa Ibermedia, un proyecto que busca potenciar la creación de un espacio audiovisual iberoamericano a través de ayudas financieras a las que pueden concurrir productores independientes de cine. 19 países conforman esta iniciativa que ya ha realizado 23 convocatorias, ha dado 735 ayudas a coproducción, y ha estrenado más de 600 películas. Explicó que la segmentación de la audiencia ha provocado la diversificación y la creación de Ibermedia Televisión, una mezcla entre cine y televisión pública. Becas, talleres y multitud de premios completan la carta de presentación de la iniciativa. Mientras que la posible incorporación de Italia es uno de los restos de futuro.
Cultura de sabor
La última parte de la jornada, precisamente la cercana a la hora del almuerzo, se centró en la gastronomía, unas de las experiencias culturales que más carece de fronteras.
Pedro Larumbe, restaurador español, vicepresidente de la Federación de Cocineros y Reporteros de España y presidente de ‘Saborea España’, fue el encargado de moderar este sabroso debate en el que destacó el trabajo común y el intercambio de experiencias entre cocineros de distintos países europeos y americanos.
La nueva gastronomía, así como todas sus implicaciones, fue desmembrada por Rafael Ansón, presidente de la Academia Iberoamericana de Gastronomía. Saludable, sostenible y satisfactorio son los adjetivos que deben primar en cualquier creación culinaria. El “patrimonio gastronómico” ha ampliado el debate de la cocina para hablar de salud, relaciones sociales y arte, explicó el también presidente de la Academia Europea de Gastronomía y de la Real Academia de Gastronomía Española. “La forma de comer de las personas he evolucionado a la par que la cultura y, de hecho, la primera vez que se utiliza la palabra ‘cultura’ es con la ‘agricultura’”, remarcó. El experto no obvió lo que la gastronomía aporta al sector económico de un país: chefs estrella, materia prima o puestos de trabajo pueden ser fácilmente traducidos en números. No olvidó su contacto, cada vez más habitual, con las ciencias y la ingeniería. E incluso fue más allá tildándola de la “industria de la felicidad”.
“En este contexto, todos los países iberoamericanos tienen una gastronomía estupenda, con materia prima singular. Iberoamérica tiene la mejor oferta del mundo y hay que estar orgulloso de ser iberoamericano; sin olvidar un país de referencia como Perú”, apuntó Ansón, quien explicó varios proyectos que están sobre la mesa: como las redes de cultura gastronómica o la creación de un convenio con la Segib para crear un espacio en internet gastronómico para cada país. “Con la gastronomía tenemos inmensas posibilidades para mejorar la calidad de vida de las personas, aumentando la economía y generando turismo. Debemos contribuir con la gastronomía a un mundo nuevo y mejor”, finalizó.
Esta amplitud de sabores y sectores que toca la gastronomía hace necesaria, cada vez más, la formación. Desde hace unos años la Universidad del Claustro de Sor Juana, de México, ofrece una licenciatura en Gastronomía; así, en mayúsculas. “El reto es pensar la gastronomía como expresión cultural. Conocer los códigos implica acceder a los pueblos. Y en el núcleo de esos códigos se encuentran los sabores y los olores”, explicó la rectora, Beatriz López-Portillo. Por supuesto, hablar de la cultura mexicana es imposible sin incluir su gastronomía.
“Comer nos ubica en un tiempo y en un lugar. Somos lo que comemos. Podemos conocer una cultura por sus sabores, como algo que se construye día a día. También comemos lo que somos. El gusto es una construcción social. Las culturas maya y náhuatl explican al ser humano a partir de lo que come. Con la Conquista se fue dando un mestizaje, también en nuestra tierra. Poco a poco fuimos adaptando y adoptando nuevas formas de cocinar. La cocina mexicana es, como casi todas, una cocina mestiza. Hemos recibido no sólo técnicas y productos sino también palabras. La cocina es un espacio de conocimiento. La gastronomía es una delas expresiones más ricas de nuestro ser, de nuestra identidad”, incidió López-Portillo en una disertación centrada en la importancia de la formación.
Para incidir en la importancia de lo culinario y su unión con el turismo intervino Yolanda Perdomo, directora de Miembros Afiliados de la Organización Mundial del Turismo. Este organismo de la Naciones Unidas, el único con sede en España, ha creado la Red de Turismo Gastronómico. “Hablamos mucho de gastronomía pero poco de turismo gastronómico y, sin embargo, es una extraordinaria herramienta de transformación. Nuestro mandato es el turismo sostenible y la gastronomía es una clave fantástica para hacerlo, además de una pieza estratégica, pues los destinos se tienen que situar no meramente a través del precio sino de un valor añadido. Estamos trabajando no solamente con la gastronomía sino con el patrimonio material e inmaterial”, expuso. Más allá de la justificación retórica, Perdomo explicó los proyectos promovidos por su organización, como los foros de turismo gastronómico, que se celebran cada dos años en San Sebastián y entre medias en otros países.
El encargado de cerrar esta parte del programa fue Joxe Mari Aizega, director del ‘Basque Culinary Center’, quien recordó que la gastronomía está viviendo un momento estimulante. “Se está entendiendo la gastronomía como algo mucho más amplio que la alta cocina, como algo que va desde el productor hasta el turista. Entender bien esto está haciendo que haya países que estén saliendo adelante, con el obvio componente cultural que ello implica”, afirmó. La relación de esta disciplina con otras ciencias es lo que llevó a crear el centro de formación que dirige donde la teoría y la práctica, así como la interdisciplinariedad, se conjugan a partes iguales.
Lazos culturales en Europa, proyectos comunes en América Latina, conexiones a uno y otro lado del Atlántico, sabores y saberes… Tras una mañana intensa de reflexión en torno a la cultura y sus puntos de encuentro en Europa e Iberoamérica, el broche final lo realizó el secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Paulo Speller, quien incidió en la importancia de la cultura para los pueblos y a la equiparó a los derechos humanos. “Más que puntos de encuentro, lo que hemos identificado son redes, puentes de encuentro entre Iberoamérica y Europa. Estamos juntos. Vamos a alargar el espacio iberoamericano y a través de los programas tendemos este puente tan importante”, finalizó.