Portugal le rinde homenaje a José Saramago al cumplirse cinco años de su muerte. Para celebrarlo, se presentó en Lisboa 'El fin de la paciencia', una adaptación teatral inédita que hicieron el escritor y Costa Ferreira sobre el relato 'Cosas', recogido dentro de su libro 'Casi un objeto'. “Ver el mundo con la mirada de Saramago” es lo que propone su fundación en este quinto aniversario.
Cinco años de la muerte del Premio Nobel de Literatura luso que repetía que “a donde va el escritor, va el ciudadano”, dejando claro que en sus obras y en sus palabras era siempre él y que nunca iba a renunciar a su responsabilidad con la sociedad.
Portugal rinde homenaje al fallecido escritor José Saramago, que murió un 18 de junio hace cinco años. Uno de los tributos será la presentación de la obra infantil inédita ‘El fin de la paciencia’, una adaptación teatral que el novelista creó junto al escritor Costa Ferreira sobre el relato ‘Costas’.Esta pieza teatral, que pone énfasis en el tema social, pone en escena una sociedad de ciudadanos que son clasificados en los grupos A, B y C, y son gobernados por un Estado autoritario, en el que las cosas cobran vida y desaparecen.
Actividades conmemorativas
Pilar del Río, su viuda, afirma que “José no es un muerto para nada”. Y en esa idea se han centrado las actividades de este quinto aniversario. El mejor ejemplo es uno de los nuevos descubrimientos literarios del escritor portugués: “El fin de la paciencia”. "No os resignéis, indignémonos", espetó en más de una ocasión al ciudadano, quien era el centro de un discurso que alcanzó su máxima responsabilidad social tras recibir, en 1998, un Nobel que no sólo no le domesticó, sino que acrecentó su carácter quijotesco y su condición de creador de opinión.
Apenas hoy podría entenderse en la totalidad la figura del escritor Saramago sin su compromiso con el pensamiento crítico, la defensa de los derechos humanos y una firme creencia en los ciudadanos como motor para cambiar la realidad. No puede estar más de actualidad en este panorama político. "No era un optimista y tampoco era pesimista, pero el mundo era pésimo decía siempre. La única salida que veía a las situaciones absurdas que vive el mundo está en los ciudadanos manifestando sus derechos y cumpliendo con sus obligaciones", aseguraba Pilar del Río a la periodista Prado Campos en El Confidencial.com. "Siempre sostuvo que no podíamos mantener la fachada del edificio de la democracia como si todo estuviera bien, cuando por dentro había desafección, corrupción y suciedad", asegura su mujer.
Habría que recordar estas citas de sendas entrevistas como ejemplo de su plena vigencia:
- "El poder político es el que menos cuenta, el poder real es el económico, y no es democrático. Entonces, ¿tiene sentido que sigamos hablando de democracia? Me parece poco serio. Las noticias políticas no son más que declaraciones. Es como el mundo del fútbol, los presidentes se calumnian, se intrigan, protestan, pero ¿quién gobierna los países?: las finanzas internacionales". (1997, El Mundo)
- "Lo que me preocupa más es la apatía de la gente, ese desánimo, esa crisis de indiferencia que se vive en el país. Parece mentira que sea el mismo pueblo que hace 30 años era el más combativo de Europa", decía sobre Portugal en 2005 (El País).
- "El Gobierno socialista [portugués] ha hecho políticas de derecha y el problema es que no hay ningún palacio de invierno para asaltar.
Lo peor de todo, y esta crisis lo ha demostrado, es que la izquierda no tiene ideas. Ningún partido de izquierda, más o menos roja, más o menos rosa, ha presentado una sola idea para combatir la crisis. Y con los sindicatos ha ocurrido lo mismo. Su fuerza está dormida, domesticada. Me parece que Marx nunca ha tenido tanta razón como ahora. Pero eso no es suficiente. Haría falta una reflexión profunda, partiendo de Marx". (2009, El País)
Vigencia del escritor
La vigencia de José Saramago es hoy más que evidente, porque desde que Samarago falleció se han publicado dos obras póstumas: “Claraboya” (escrita en 1953) y “Alabardas” (obra en la que estaba trabajando cuando falleció), se ha llevado al cine “El hombre duplicado” (2003), se estrenó el documental “José y Pilar”, se ha estrenado una ópera suya en San Francisco y hay otra en marcha en Italia, varias obras de teatro en Estados Unidos, Portugal o España y el 24 y 25 de junio la Universidad Nacional Autónoma de México acogió un congreso sobre su figura.
Por eso, su lucidez es el mayor legado de un genio comprometido dentro y fuera de sus páginas. "Nunca hizo pactos con nada ni con nadie porque un intelectual que se precie no pacta y dice lo que piensa aunque no sea simpático. Dijo cosas que nadie quería oír como, por ejemplo, hablar de la corrupción hace muchísimo tiempo. Lo que le distingue y le caracteriza, además de su estilo, es la ciudadanía, era un ciudadano de una integridad y una valentía esplendorosa", dice su mujer.
Pilar recuerda, además, que la casa museo de Lanzarote siempre está abierta con café para los visitantes y en su fundación en la Casa dos Bicos, de Lisboa, hay una exposición de ilustraciones; el estreno del documental “Um humanista por acaso escritor”, de Leandro Lopes; un concierto con lecturas de Saramago a cargo de João Afonso y Rogério Cardoso Pires y en su página web se publican unas notas inéditas sobre el “Ensayo sobre la lucidez”. Unas gafas como las suyas también aguardarán en la fundación para que cualquiera pueda ver el mundo con lúcida mirada de Saramago... aunque sea durante unos minutos.
Una vida para el recuerdo
José Saramago nació el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga (Portugal) y falleció el 18 de junio de 2010, a los 87 años, en su casa en la isla de Lanzarote (islas Canarias, España).
No finalizó la educación secundaria, su formación literaria fue autodidacta y, antes de dedicarse por completo a escribir, ejerció varios oficios, incluso de cerrajero. Alguna vez que visitó una biblioteca pública comenzó a cultivar su gusto por la lectura, sin ayuda ni consejos, solo guiado por la curiosidad y la voluntad de aprender.
En 1947 escribió su primer libro, un romance titulado ‘La viuda’, aunque fue publicado con el nombre de ‘Tierra del pecado’. A finales de la década de los cincuenta reapareció con traducciones de autores como León Tolstoi y Charles Baudelaire.
En 1966 publicó una colección poética y algunos de sus títulos como ‘Memorias del convento’, (1982) y ‘Ensayo sobre la ceguera’ (1995) son consideradas obras cumbres, entre lo mejor de la novela contemporánea.
El ganador del Premio Nobel de Literatura en 1998 también se dedicó al periodismo y encabezó el “Diario de Lisboa” y el “Diario de Noticias”.
Su singular uso de los signos de puntuación lo han hecho merecedor de un estilo inconfundible. ‘El evangelio según Jesucristo’ (1991), censurada en Portugal por su crítica a la religión católica, y ‘Todos los nombres’ (1997), son otros de sus títulos más reconocidos y aclamados.