Tranquilidad en los mercados bursátiles y de deuda ante el nuevo gobierno sociastia minortario, apoyado por el izquierda radical, en Portugal. La decisión adoptada por el presidente de la república lusa, Aníbal Cavaco Silva, estaba cantada desde las elecciones del 4 de octubre pasado, donde la coalición conservadora PSD/CDS perdió la mayoría absoluta con la que impuso durante cuatro años una dura cura de austeridad, bajo la batuta de la “troika” FMI/BCE/UE y mediante un plan de rescate de 78.000 millones de euros.
Sin embargo, fue muy a regañadientes que el Jefe del Estado, cuyo segundo y último mandato llega a su término (las próximas presidenciales tendrán lugar el próximo 24 de enero), aceptó al líder socialista António Costa como primer ministro. Frente a una mayoría absoluta de izquierdas en el Parlamento, su primera decisión consistió en mantener a Passos Coelho al frente de un nuevo gobierno PSD/CDS, que solo duró 11 días, hasta el 10 de noviembre, cuando fue derrumbado por un primer e histórico “frente popular” luso, PS-PCP-BE-Verdes.
Aun así, antes de encargar a Antonio Costa la formación del XXIº gobierno constitucional, el lunes Cavaco Silva aun sacó un conejo de su sombrero conservador, poniendo seis condiciones relacionadas principalmente con los compromisos internacionales de Portugal: OTAN, Unión Europea, Zona Euro, disciplina presupuestaria, pacto de estabilidad, y la durabilidad de los acuerdos firmados por el PS con la izquierda radical.
Y lo único que hizo el líder socialista, sin apenas consultar a sus nuevos aliados, fue recordar por escrito al presidente de la Republica el programa de gobierno socialista y el contenido público de lo pactado con los comunistas, el Bloco de Esquerda y los ecologistas, tras elecciones del cuatro de Octubre. De hecho, Cavaco Silva había quedado sin margen de maniobra, al reconocer que mantener en funciones el gobierno de Passos Coelho, solo con funciones de gestión, “no correspondería al interés nacional”.
Coalición inquietante
No será la primera vez, en cuatro décadas de democracia, o sea desde la “Revolución de los Claveles” (25 de Abril 1974) que puso fin a otras tantas décadas de dictadura salazarista, que el PCP tendrá voz y voto en la dirección del país vecino. Lo mismo pasó, pero en moldes muy distintos, en los años 1974-1975, durante la fase del PREC (proceso revolucionario en curso), cuando el país estuvo al borde de la guerra civil y el líder histórico del PS, Mário Soares, se puso al frente de una cruzada nacional anti-comunista.
Así, el líder socialista Antonio Costa garantiza que pese a la nueva política social anunciada, que tras la dura cura de austeridad aplicada los últimos cuatro años por el gobierno de Passos Coelho, siempre bajo la supervisión de la “troika” FMI/BCE/UE, supondrá un fuerte incremento del gasto público en pensiones, salarios de funcionarios, salud pública, educación, etc., el déficit presupuestario bajará al 2,8% en 2016 (dos décimas menos de lo previsto para 2015), y que para final de la legislatura no representará más del 1,5%.
Para convencer el PCP y el BE a apoyar el gobierno minoritario del PS, Antonio Costa no tuvo más remedio que firmar compromisos sociales de gran calado, como una rápida recuperación del poder de compra de los salarios (principalmente en la administración pública), una nueva política fiscal más favorable a las rentas bajas, y muchas otras medidas del mismo calibre.
Lo que piden los portugueses ahora, tras cuatro años de austeridad, es una vuelta progresiva a la normalidad, apoyada en la recuperación económica iniciada en 2014 (+0,9%), confirmada en 2015 (+1,7%) y que podrá incrementarse en 2017. Sin embargo, el FMI ya advierte que no cabe esperar ningún milagro: Portugal llevará muchos años, hasta final de la década, solo para recuperar todo el terreno perdido desde la crisis de la deuda y bajo el paraguas de la “troika”.
De momento, solo la tasa de paro (11,9%) volvió al nivel del 2011, pero desde entonces el número de portugueses que salieron del país supera una media anual de 100.000, con que los emigrantes superan los dos millones, representando ya más de 20% de la población nacional.
Temas pendientes
POLÍTICA SOCIAL. De lo que no cabe duda es que pese al cambio radical previsto principalmente en la política social, Antonio Costa no tiene ninguna intención de seguir el ejemplo de la izquierda griega, que tras los devaneos iniciales, de casi ruptura con la UE y el Euro, no tuvo más remedio que dar marcha atrás y volver a poner Grecia bajo la tutela de la “troika”. Lo previsto es, por lo tanto, el cumplimiento de lo pactado entre el PS y la izquierda radical para las clases sociales más modestas: una rápida recuperación de los niveles de renta y de beneficios sociales perdidos durante los últimos cuatro años por culpa de la política de austeridad enmanada desde Bruselas.
ECONOMÍA. Las cuentas están hechas: el PS promete devolver a la economía, ya el próximo año, más de 1.000 millones de euros: 400 millones con la reforma del impuesto sobre la renta, 110 millones en contribuciones a la seguridad social, 60 millones en pensiones y unos 350 millones por la rebaja del IVA (del 23% a 13%) en la restauración y el sector turístico. Tanta generosidad por parte de la izquierda, que promete eliminar en dos años la sobretasa del 3,5% creada en el impuesto sobre la renta, terminar con los cortes aplicados los últimos cuatro años a las pensiones más bajas y a los salarios de los funcionarios, volver a la “semana de 35 horas” en la administración, aumentar el salario mínimo nacional de los 505 euros actuales a los 600 euros prometidos para final de la legislatura (más de 10% de crecimiento medio anual), y un largo etcétera, tendrá ciertamente altos costes. De hecho, aunque António Costa prometa mantener el déficit por debajo del 3% durante toda la legislatura, los expertos calculan que en 2016 recortará 1.400 millones de euros menos de déficit de lo que prometía Passos Coelho.
TAP. Al margen de los temas sociales, son muchas las cuestiones que quedarán fuera del programa del “frente popular”, como el futuro de la aerolínea de bandera TAP, cuya polémica privatización parcial fue cerrada “in extremis” por el gobierno de gestión de Passos Coelho, a favor del consorcio luso-brasileño Gateway, que se quedó así con 61% del capital y con la gestión de la empresa. El PS puso el grito en el cielo, pero aunque siempre estuvo en contra la privatización de la transportadora aérea, con más de 1.000 millones de euros de deuda, no parece dispuesto a declarar la guerra a Gateway y aún menos aceptar las exigrencias del PCP y el BE que reclaman la “re-nacionalización” de TAP.
NOVO BANCO. Queda también por ver hasta qué punto el PS podrá llegar a un acuerdo con el PCP y el BE sobre el futuro del Nuevo Banco (NB), que se quedó con los activos buenos del antiguo BES (transformado en un “bad bank” tras la quiebra del imperio de la Familia Espirito Santo), previa inyección de 4.900 millones por parte del Fondo del Resolución que recibió para el efecto un préstamo del Estado por 3.900 millones. Para mantenerse a flote y realizar la reestructuración exigida por eventuales compradores (el nombre del Banco Santander vuelve a sonar tras una primera tentativa fallida de privatización al capital chino o norteamericano), el NB necesita urgentemente otra inyección de capital fresco, probablemente más de 2.000 millones, por parte del Fondo de Resolución pero que solo el Estado podrá avanzar. De ahí la idea de una “nacionalización”, que es lo que piden el PCP y el BE, pero que no entra en los planes de António Costa.
TRANSPORTES PÚBLICOS. Donde no habrá problemas entre el PS y sus nuevos aliados es en lo referente a la gestión de los transportes públicos urbanos (metro, autobuses) de Lisboa y Oporto, que fue adjudicada principalmente a Avanza, Alza y Transdev. Y que ahora volverá al punto de partida. Así, aunque no haya aun ningún acuerdo firmado al respecto, no hay ninguna divergencia substancial, sino un acuerdo implícito entre el PS y sus aliados de izquierda a favor de una gestión municipal directa, que fue defendida por el propio António Costa, cuando aún dirigía el Ayuntamiento de Lisboa.
Los ministros de Costa
Son 17 nombres, de los que tres son mujeres: Francisca Van Dunem, 60 anos, angolana e independiente, con un extenso historial de lucha contra la corrupción, fue Procuradora General de Lisboa y está considerada como la más indicada para estar al frente de Justicia.
Vieira da Silva vuelve al Ministerio de Trabajo, Solidaridad y Seguridad Social Augusto Santos Silva, que ya fue ministro cuatro veces, ocupa Negócios Estrangeiros, donde deberá afrontar los Asuntos Europeos convertido en Secretaría de Estado.
Ana Paula Vitorino, Secretaria de Estado de Transportes en el primer Gobierno de José Sócrates, ocupará el Ministerio del Mar, que Costa ha separado de Agricultura, al frente del cual estará otro repetidor, Capoulas Santos.
Entre los que estrenan cargo, figuran: Azeredo Lopes, que deja de ser portavoz de Rui Moreira en la Cámara de Oporto para asumir Defensa. Matos Fernandes, que también deja Oporto y la administración de la empresa municipal Aguas para presidir Medio Ambiente.
Tiago Brandão Rodrigues, científico que deja la investigación en el Reino Unido Educación (Ciencia, Tecnología e Investigación Superior). Y João Soares, que ha sido todo en política excepto ministro, ocupará Cultura.
Tres Secretarios de Estado: Mariana Vieira da Silva, hija de Vieira da Silva y una de las economistas que prepararon el programa socialista, será adjunta del primer ministro; Pedro Nuno Santos, artífice de los acuerdos con la izquierda, estará en Asuntos Parlamentarios; y el abogado Miguel Prata, que fue adjunto de Asuntos Parlamentarios en el primer gobierno de Sócrates, presidirá el Consejo de Ministros.
Relaciones con España
El gobernador del Banco de Portugal, Carlos da Silva Costa, afirmó hace unos días en el Fórum Europa que el sector financiero español cuenta con “excelentes actores” y se mostró confiado en que los países de la península Ibérica “tengan un papel importante” en el proceso de consolidación bancaria europea.
En el acto, organizado por Nueva Economía Fórum, el gobernador del banco central luso indicó que en España hay “grandes actores” en el sistema bancario, que están bien capitalizados, y que en Portugal también están “contentos” con sus agentes del sector privado. Además, señaló que se está en los “comienzos de un gran proceso de consolidación europeo”, en el que habrá una reducción “importante” en el número de grandes entidades financieras en los próximos años.
En este contexto, explicó que será trascedente “de dónde vendrán los movimientos, si de Este a Oeste o de Oeste a Este”, porque el lugar donde comiencen tendrá ventajas. “Espero que Iberia tenga un papel importante”, agregó.
Respecto a la crisis financiera, Costa aseguró que es fundamental aprender de los errores del pasado y comentó que “la gente que trabajaba en los bancos pensaba en el presente y no en el futuro”, que no se calibraban bien los riesgos y no se generaban las provisiones necesarias, algo que ahora ha cambiado.
El sistema financiero ha de volver, subrayó, “a tener la rentabilidad necesaria para llevarse bien con el mercado, dejar de lado los créditos fallidos y una buena gestión de riesgo y de tipos de interés”.
Respecto al proceso de venta de Novo Banco, que se paralizó, defendió que “hemos hechos esfuerzos y hemos sido diligentes”, aunque “nos hemos enfrentado a incertidumbres” como la crisis griega o la situación de China. “Todavía tenemos muchos retos”, dijo el gobernador sobre la coyuntura económica general, y agregó que es necesario “evitar caer en la tentación de pensar que ya hemos salido de la crisis”.
Según Costas, “todas las economías, sobre todo del Sur, tienen problemas, hay que hacer ajustes que nos den margen de maniobra desde el punto de vista fiscal y de la competitividad. Nuestras economías tienen un desempleo enorme, lo que supone un problema social y político muy grave”.