España crece, a un ritmo elevado, por encima del 3%. Pero la desigualdad social, lejos de mejorar, empeora. De hecho, desde que estalló la crisis en el 2007, se ha consolidado como el segundo país de la Unión Europea (UE), por detrás de Chipre, en el que más se ha disparado la divergencia de rentas, 20 veces más que el promedio europeo, según advierte Oxfam Intermón en su informe anual “Una economía para el 99%”, que se presentó en vísperas del Foro Económico Mundial, en la ciudad suiza de Davos, donde las élites analizan los retos mundiales.
Uno de los impactos de la crisis es que, en promedio, “el conjunto de la ciudadanía española vive hoy peor que hace 12 años”, aunque no la minoría más rica. Hay que retroceder hasta el 2004 para encontrar un nivel de riqueza per cápita en términos de paridad de poder de compra similares a los actuales, destaca esta oenegé.
La precariedad laboral y la devaluación salarial promovida por la reforma laboral que aprobó un PP en mayoría absoluta con el apoyo de la antigua CiU elevó la proporción de trabajadores pobres (aquellos que, aun con empleo, no alcanzan unos ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas) hasta el 13,2%, el tercer nivel más alto de la UE, tras Rumanía(18,6%) y Grecia (13,4%). Y además esa rebaja de ingresos se ha cebado en la parte más débil. La renta media en España cayó un 9% entre el 2007 y el 2014, "pero la caída de la renta del 10% más pobre de la población fue más del doble: un 21%".
Como consecuencia de ello, en dos años de recuperación (2014 y 2015), “y aunque se ha corregido mínimamente durante el último ejercicio, en estos dos años de crecimiento económico, la desigualdad en España aumentó en 0,9 puntos”. Eso se refiere al índice Gini, que mide la desigualdad (cuanto más cerca de uno y lejos del cero mayor desigualdad). En España, este indicador aumentó el 15,5% entre el 2007 y el 2015, frente a un promedio europeo del 0,8%. Con crecimientos del PIB similares, Eslovaquia o Hungría han reducido más la desigualdad. E incluso Grecia, como ya se advertía en el informe del año pasado.
Diferencias aplastantes
Una de las consecuencias de la crisis y de las políticas económicas practicadas es que “la contribución de los más ricos a la renta nacional ha crecido mientras que ha disminuido la de las capas más pobres”, afirma Íñigo Macías, coordinador de investigación de Oxfam Intermón. Los salarios han perdido peso frente a los beneficios empresariales. Y para el 2016, del que aún no hay datos oficiales, se estima que la contribución de los beneficios a la renta nacional aumentará y superará el valor de la del 2008, mientras que los salarios “seguirán estando seis puntos por debajo de los del 2008”.
A su vez, desde el 2007, España muestra “un creciente proceso de concentración de la renta entre el 10% más rico, muy lejos de la estable evolución de los 27 países de la UE. De hecho, con la excepción del 2013 y el 2015, la concentración de la renta en España no ha parado de aumentar”.
Otra muestra de esa evolución es que en el 2007, el 10% más rico disfrutaba en España de una renta 10 veces superior a la del 10% más pobre. En el 2015, esta diferencia era de 15 veces. Y otra manera de ilustrarlo: las personas pertenecientes al decil con más renta acumulaban cerca de una cuarta parte de la renta nacional (24,8%), casi lo mismo que el 50% más pobre (26,3%). Por su parte, el 10% más pobre debe conformarse con apenas “un alarmante 1,7%”.
Con datos del 2016, el 84% de la contribución fiscal recae en las familias, frente a un 13% del sector empresarial. La crisis y los dos años de recuperación no han hecho más que empeorar las cosas, ya que en el 2007, el reparto era del 75% para las primeras y el 22% para los segundos. La conclusión es que el sistema fiscal español recauda “mal” porque no prima la progresividad; y "poco", porque se sitúa 6,3 puntos por debajo de la media europea. Y menores ingresos públicos suponen menor inversión en servicios públicos dirigidos a las capas más débiles.
Segundo país más desigual de la UE
El informe advierte que aunque España formalmente de la crisis en 2014, “cuando el PIB volvió a registrar tasas de crecimiento positivas”, el conjunto de la ciudadanía “vive hoy peor que hace 12 años, lejos de los 26.067 euros per capita registrados en 2007”.”Las desigualdades se ahondan y retratan un país que avanza a dos velocidades, conformando una sociedad cada vez más polarizada. La concentración de la riqueza se consolida mientras se intensifica la caída de ingresos en los niveles más bajos”, señala Oxfam.
Desde el inicio de la crisis, la desigualdad de renta en España ha crecido 20 veces más que el promedio europeo, lo que convierte al país en el segundo más desigual de la UE, solo por detrás de Chipre. Mientras que en 2013 el 10% más pobre de los españoles concentraban el 1,9% de la renta nacional, en 2015 su participación en la economía había caído un 10,5%, hasta representar solo el 1,7%. Las personas incluidas entre el 10% y el 1% de población con mayor nivel de renta vieron crecer su peso en la economía nacional un 1,2% y un 2,3%, respectivamente. Por eso, Oxfam concluye que la desigualdad en España no es el resultado de la crisis económica, aunque a lo largo de este período se haya acentuado. De hecho, sostiene que la recuperación de los dos últimos años no ha servido para reducirla, sino que continúa aumentando como resultado de una economía que promueve una distribución injusta de las rentas y las oportunidades.
La razón, según los autores, se debe a que en España entran en juego dos dinámicas que se retroalimentan para fomentar la inequidad: un sistema impositivo regresivo centrado sobre todo en las rentas del trabajo y una redistribución de recursos ineficaz. Tanto en el periodo de crecimiento como en la crisis, la economía española primó los beneficios y las rentas de capital frente a las rentas salariales y el empleo. Además, la factura de la crisis sobre los salarios ha sido muy diferente, pues los sueldos más bajos son los que más se han reducido. El 10% peor pagado de los trabajadores vieron caer su retribución un 28% entre 2008 y 2014, mientras que los que percibían un sueldo medio perdieron un 8%. El 10% que más gana apenas vio variar su retribución, prosigue el estudio, para señalar que un 13% de trabajadores están en riesgo de pobreza.
Oxfam critica además que el modelo tributario se asienta en figuras impositivas esencialmente regresivas, que casi obvian las rentas de capital, por lo que apenas contribuye a frenar la acumulación de la riqueza y tiene muy poco que redistribuir. A ello hay que añadir la caída en la recaudación, que conllevó un recorte de los servicios públicos.”Si las políticas sociales no fueron capaces de acabar con la pobreza estructural cuando no había estrecheces económicas, ahora, con los recortes, muchas personas han quedado fuera del sistema. Es la doble trampa de la desigualdad, que castiga sobre todo a las personas más vulnerables”, concluye.