‘BILLIONS’, PODER Y DINERO COMO LA VIDA MISMA

Movistar+ estrena Billions, una serie sobre la política del poder, la doble cara del ansiado sueño americano y el despiadado mundo de dos hombres poderosos, inteligentes y con problemas de ego en pleno Wall Street. Chuck Rhoades (Paul Giamatti), un influyente y acomodado fiscal de Nueva York al que no se le escapa ni una, es asignado a un caso de uso de información privilegiada vinculado al multimillonario Bobby "Axe" Axelrod (Damian Lewis). Axe dirige su propia compañía habiendo empezado de cero, sobrevivió a los ataques del 11 de septiembre y al colapso financiero de 2008, y ahora es el rey de los 'hedge funds' (fondos de inversión privados). Es atractivo, goza de gran prestigio, tiene en el bolsillo a la opinión pública y nadie se atreve a llevarle la contraria. Un drama inteligente, un juego de ajedrez entre un multimillonario y un juez, cada uno trata de hacer sus mejores movimientos para derrotar al otro. Es el arte de la guerra en el mundo de los negocios.

Rhoades, creyente férreo en la justicia pero ambicioso, vislumbra este caso como la oportunidad que siempre ha esperado para hacer despegar su carrera. Pero descubre que Axe es un hueso duro de roer. Un problema añadido es que Wendy, su mujer, trabaja como coach motivacional de Axe y, además, es su psicóloga. Pronto ambos hombres se ven enzarzados en una explosiva e intensa lucha de titanes en la que no dudarán en recurrir a sus mejores bazas para vencer al otro a cualquier coste.

La serie refleja la realidad del poder, la capacidad frágil de la política, cómo se toman las decisiones y el tipo de sistema en el que estamos inmersos. ‘Billions’ se centra en la pugna cruel y llena de giros entre estas dos figuras, pero por el camino nos deja algo mucho mejor que un rato de entretenimiento, como es una buena descripción de la realidad contemporánea. Más allá de las exigencias argumentales para mantener la atención, dibuja un buen retrato de cómo funcionan las cosas, ése que hoy solo puede tener lugar a través de la ficción. Buena parte de las tensiones políticas y sociales tienen su origen en elementos que aparecen en la serie como de rondón.

La vida imita al arte

Los capítulos reflejan algunas de las realidades de nuestro tiempo, aquéllas que tratan del poder, de la capacidad frágil de la política, de cómo se toman las decisiones que nos afectan y del tipo de sistema en el que estamos inmersos. Pero hay algo más: también aparece la ideología que las anima. Ejemplo: el fondo ha invertido 500 millones de dólares en la compra de bonos municipales de un pueblo estadounidense, porque esperaba que se le concediera una licencia para abrir un casino. No fue así, y ahora tienen en su cartera un montón de deuda que no podrá pagarse. De modo que tienen dos opciones: o renunciar a corto plazo a lo invertido y ayudar a que la zona se recupere y pueda hacer frente a los pagos, o imponer un gran plan de austeridad de forma que todo tipo de ingreso municipal y todos los activos que tengan un mínimo valor (propiedades, maquinaria, edificios, planes de pensiones, lo que sea) vayan a parar a manos del fondo para reducir las deudas. La primera opción parece más rentable (aunque no lo sea pensando en el futuro) y supone enormes sacrificios para la población, que verá degradadas sus condiciones de vida hasta extremos nada recomendables. El empleado del fondo es muy consciente de lo que vendrá a continuación, y por eso se resiste a dar su beneplácito.

Es fácil adivinar cuál es la decisión final, y más aún cuando nos ha tocado de cerca. Eso fue lo que ha ocurrido en España, en Grecia, en Portugal y en tantos otros sitios del mundo. Es curioso contemplar el argumentario utilizado por el fondo, porque nos resulta muy conocido: prepara anuncios televisivos en los que parezca que las víctimas de la austeridad van a salir en realidad beneficiadas, cómo la extracción de recursos es vendida como rescate, cómo será la gente trabajadora y responsable la que sufra si la ciudad no hace frente a sus deudas, o cómo el problema de fondo es que los políticos no cooperan, porque el 'hedge' dice estar dispuesto a negociar. Ante este reto, una ciudad (o un país) se fortalecerá o perecerá, pero ambos resultados serán igual de buenos, porque serán naturales

Pero quizá lo más llamativo sea el fondo ideológico en el que se sustenta la decisión. No son argumentos de ficción, son ideas que circulan con insistencia por los lugares favorecidos de la sociedad, y que la serie recoge en su desarrollo. Esta es la ideología dominante, aquella que da forma a buena parte de las decisiones económicas y políticas de nuestro entorno. A partir de aquí, en muchas ocasiones se establecen discusiones filosófico-sociales acerca de la bondad o maldad de las mismas, contraponiendo un plano teórico con otro. Pero esas discusiones son irrelevantes. En realidad, lo único que están haciendo es utilizar unas ideas que les resultan útiles coyunturalmente, porque si les convinieran otras, también echarían mano de ellas. No se trata de oponer una visión del mundo a otra, simplemente de seguir ganando más dinero.

Por eso se agradece la ironía de 'Billions' cuando saca a relucir a los 'hackers' rusos, un tema de moda con su supuesta ayuda a Trump. El argumento de fondo consiste en señalar cómo la democracia estadounidense está siendo subvertida por un país extranjero que interviene ilegalmente en los procesos internos a través de procedimientos informáticos. Quizá sí, pero es irrelevante respecto de la subversión de la democracia que produce este entorno financiero sin límites y sin normas. Los 'hackers' rusos no son más que una proyección: los que traen el caos no son ellos.

Serie de culto

Billions está protagonizada por dos actores camaleónicos y multipremiados: Paul Giamatti ('Entre copas', 'Cinderella Man', 'El mundo según Barney', 'La joven del agua') es un habitual del cine nominado a un Oscar que interpreta su segundo gran papel protagonista para televisión. Su primera incursión en la pequeña pantalla fue como protagonista de la miniserie de HBO 'John Adams', que le valió un Globo de Oro y un Emmy a mejor actor de miniserie. Por su parte, Damian Lewis dio el salto al estrellato televisivo gracias a su papel en series como 'Homeland' (por la que ganó un Globo de Oro y un Emmy a mejor actor), 'Life' y 'Wolf Hall', pero ya pasó por televisión interpretando a Mark Rose en 'Hermanos de sangre'.

Completan el reparto: Maggie Siff ('Mad Men', 'Hijos de la anarquía') en el papel de Wendy Rhoades, mujer de Chuck y coach motivacional y psicóloga de Bobby, para el que se ha convertido en figura clave de su éxito; Malin Akerman ('Happythankyoumoreplease', 'Watchmen') como Lara Axelrod, la esposa de Bobby.; David Costabile ('Breaking Bad') como Mike 'Wags' Wagner, la mano derecha incondicional de Axe. Con él surgen momentos de humor que alivian la tensión de la serie; Toby Leonard Moore ('White Collar', 'Blue Bloods') es Bryan Connerty, mano derecha de Rhoades y uno de los mejores abogados de la oficina del fiscal; Condola Rashad ('Money Monster', 'The Good Wife') como Kate Sacker, brillante y ambiciosa asistente de Connerty y su mejor discípula; Kelly AuCoin ('The Americans', 'House of Cards', 'The Blacklist') interpreta a "Dollar" Bill Stearn, el trader de más éxito (y con más sombras) del equipo de Axe.

Como curiosidad, la serie cuenta con canciones de Metallica, Bob Dylan, Ryan Adams, Van Halen y Pixies, entre otros.

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