Tom Burns Marañón, ensayista hispano-británico y cronista de la España contemporánea, analiza en “Entre el ruido y la furia” (Galaxia Gutemberg) el desvanecimiento de un bipartidismo que, sumido en la "autocomplacencia" y en el "pensamiento desordenado", fue incapaz de encauzar los retos de los profundos cambios socioeconómicos que se habían producido.
El ruido estalló en el mundo desarrollado a partir de septiembre de 2008 como consecuencia de la Gran Depresión y la furia fue tal en España que desestabilizó la Monarquía parlamentaria que cuarenta años antes había sido refrendada por la Constitución democrática. La abdicación de Juan Carlos I se anticipó al ocaso de los dos partidos dinásticos de su reinado y Felipe VI tuvo que arbitrar una parálisis institucional, el auge de partidos 'insurgentes' y la declaración unilateral de independencia de Cataluña. Tom Burns Marañón, ensayista hispano-británico y cronista de excepción de la España contemporánea, analiza con agudeza el desvanecimiento de un bipartidismo que, sumido en la autocomplacencia y en el pensamiento desordenado, fue incapaz de encauzar los retos de los profundos cambios socioeconómicos que se habían producido. La falta de reflejos políticos, propia de un sistema político agotado, dio pie al cuestionamiento de la Corona y del legado de la Transición y a la grave crisis constitucional que provocó el secesionismo catalán. ¿Qué juicio merecen los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Y los de Mariano Rajoy? ¿Por qué decidió abdicar don Juan Carlos? ¿Tiene futuro la Monarquía en España? ¿Qué amenaza representan el nacionalismo y el populismo? Tom Burns Marañón mantiene en “Entre el ruido y la furia” la misma independencia, lucidez y originalidad interpretativa que empleó para desmenuzar la erosión representativa del parlamentarismo posfranquista en “De la fruta madura a la manzana podrida” (Galaxia Gutenberg, 2015). Su agilidad narrativa enlaza con un acreditado conocimiento histórico que pone en contexto el desarrollo de los hechos.
Español londinense
Tom Burns Marañón (Londres, 1948) nació en el seno de una familia hispano-británica, fue alumno del profesor Raymond Carr en la Universidad de Oxford, donde estudió Historia moderna, y fue enviado a Madrid como corresponsal de la agencia Reuters en 1974. Posteriormente, fue delegado en España de la revista Newsweek y del diario The Washington Post, y durante una dilatada etapa fue corresponsal del Financial Times. Es autor de una trilogía sobre el cambio político en España en clave de historia oral –Conversaciones sobre el Rey (1995), Conversaciones sobre el socialismo (1996) y Conversaciones sobre la derecha (1997)–, considerada como una referencia ineludible en la historiografía de la Transición. Entre sus obras destacan La Monarquía necesaria (2007), Hispanomanía (reeditada por Galaxia Gutenberg en 2014) y De la fruta madura a la manzana podrida (Galaxia Gutenberg, 2015). Participa en numerosos foros de análisis político y financiero, y ha sido patrono de diversas fundaciones, entre ellas la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón. Es consejero de la consultora Eurocofín y columnista del diario Expansión. En 2001 fue nombrado Oficial de la Orden del Imperio Británico por la reina Isabel II y en 2014 recibió el XXV premio de periodismo de la Fundación Institucional Española (FIES) de manos del rey Felipe VI.
Tom Burns hace un diagnóstico de la actualidad, que define como un régimen próximo al agotamiento: "El fin del ciclo político de la restauración democrática". Por eso, dice el autor, no se previó la proclamación de la República catalana.
Denota un pesimismo sobre España notable: "Un país de nuevos ricos iletrados e irresponsables" (...) partido ahora entre funcionarios inmovilistas y adanistas irritados".
Enumera una serie de males como son la partitocracia, el liderazgo personalista inapelable, el clientelismo, la endogamia (herencia de larga etapa socialista), un parlamento paralizado o el fracaso del estado de las autonomías. El telón, dice Tom Burns, cayó en las elecciones de diciembre de 2015.
El autor pone de ejemplo de mal gobierno y peor legado a Zapatero y habla del ex presidente como el paradigma de la masacre del lenguaje simbolizada en aquello que dijo sobre los "miembros y miembras".
Precisamente, en la etapa de Zapatero, hubo, recuerda Tom Burns, un anuncio oficial emitido en televisión en el que se decía: "¿Por qué necesito España? No necesito saber a dónde voy, no necesito ser el primero; no necesito tener los pies en la tierra; no necesito palabras".
Asimismo, hace un diagnóstico implacable de los partidos actuales: "El PP abandonó el liberalismo modernizador del período de Aznar y el PSOE renunció a la socialdemocracia moderada de la época de González". Compara al PSOE con "una formidable máquina electoral, que se rige por las normas del catch-all: atrápalo todo". El PP, dice, es como "un animal, en medio de una carretera, ciego por los faros".
Habla de la razón biográfica: "La ceguera acompaña todo final de una larga etapa al servicio del Estado".
Estas reflexiones invita a preguntarse a uno mismo: ¿Eran defectos inevitables o han sido fallos personales? ¿Qué opinarán de esto los jóvenes profesionales españoles que no se sienten inferiores a sus equivalentes de otros países?
OPINIONES CONTUNDENTES
1.- Cambio generacional: Durante toda la historia ha habido un canon común de creencias y valores. Los hijos leen los mismos textos, hablan de las mismas cosas y les preo-cupan los mismos temas que a sus padres, y sus padres venían de esa experiencia. En los últimos 40 años ya no es así. La rapidez con la que se han introducido las nuevas tecnologías ha afectado a las conductas de la gente. Cuando comenzó el teléfono, se tardó medio siglo hasta que la población lo tuviera. Hoy se inventa el iPhone y a los tres años la mitad de la humanidad lo usa. Esta inmediatez es difícil de digerir y ayuda a consolidar un pensamiento desordenado. Eso ha causado rupturas generacionales.
2.- Falta de cultura y educación: España viene de un retraso secular que tiene sus explicaciones en el siglo XIX. Y es fantástico que España tenga sanidad y enseñanza universal, que la renta per cápita suba de 5.000 dólares al año a 30.000 y todas esas cosas que vienen con la prosperidad y la clase media. Lo que pasa es que, aunque sea cruel, hay muchos nuevos ricos que antes eran pobres; son iletrados en el sentido de que no se ha digerido el pasado. Al contrario, no se quiere saber nada del pasado, se quiere partir de cero. Existe un elemento de irresponsabilidad. El mayor ejemplo de irresponsabilidad de las élites políticas de este país ha sido no asumir el franquismo. Alemania debe convivir con el Holocausto. Aquí la persistencia de las dos Españas es trágico. Me pareció muy negativo el discurso de la ley de Memoria Histórica. No la ley en s, que es inocua, que lo que dice es que hay que dar pensiones a represaliados, que me parece bien, y ayudar a la gente de la cuneta, que es estupendo, pero eso estaba. Lo que ha sido nefasto fue su espíritu.
3.- Nuevos ricos: La alegría con la cual la gente se endeuda para comprar una segunda vivienda o un coche de alta gama es contraproducente. El español tradicional ha sido prudente y ahorrador. En los 90 se vive en la gran fiesta y por eso la resaca en 2008 es brutal. Luego, los bancos prestaron alegremente dinero con las consecuencias que conocemos; las cajas de ahorro son politizadas, son para comprar votos, adhesiones... La falta de énfasis en hacer el trabajo bien y con dignidad, el trabajo bien hecho, algo no tan raro en lo español, va desapareciendo y se buscan los atajos, lo fácil, cuando debería ser lo contrario...
4.- Política nacional: Habría que abrir un debate sobre la Ley Electoral, que se redactó para las elecciones a las Cortes constituyentes de 1977. La idea de listas cerradas y que sea el aparato del partido el que las elabora te vale para unas constituyentes, pero, a partir de ahí, el diputado debe ser alguien más cercano a su votante, y no lo es porque está en una lista que es votada por el aparato. Lo que desaparece es el control del ejecutivo del Gobierno por el Parlamento, porque los miembros del Parlamento están ahí porque lo quieren los partidos. Su obediencia natural es hacia el aparato del partido, y no para el votante. Los partidos políticos tienen poca idea de lo que siente la gente, porque sus cuadros están alejados de ella. Entonces se guían por las encuestas, por lo que le preocupa a los españoles, aunque lo importante es estar cerca del pueblo, porque sino se crea una clase política endogámica, que está dirigida. Hay un aspecto bonapartista en los partidos políticos españoles: aquí el jefe. Hay un cierre de filas y no se mueve nadie. La discusión, la disensión, el debate están ausentes. La cultura política española es muy cerrada y es consecuencia de la ley electoral.
5.- Nacionalismo catalán: El independentismo en Cataluña se hace más fuerte por la debilidad del Gobierno central. Zapatero lo ayuda y Zapatero coincide con Maragall, que lo impulsa de una manera bastante aventurera, porque el estatuto de 2006 no era un clamor de la sociedad catalana. Ni la mitad del electorado vota a favor de él. No era una preocupación. Era el juguete de Maragall, Esquerra y el tripartito. Después de que el estatuto fuera recortado por el Tribunal Constitucional en 2010 y las manifestaciones de Barcelona, el independentismo coge carrera. Cuando Artur Mas se da cuenta de que la centralidad en Cataluña está en la calle, la Diada, y él se pone delante de una manifestación, ya está la hoja de ruta hacia la independencia. Mas y Puigdemont se aprovechan de la debilidad del gobierno central, que está atado de pies y manos por el problema de la Eurozona, pero luego en 2016 tienes la parálisis institucional. Si no hubiera habido fragmentación del parlamento y sí un gobierno sólido y de coalición en 2016, se podría haber encauzado ya el problema catalán.
6.- Fin del bipartidismo: La culpa es de la corrupción. Las nuevas generaciones de votantes no la admiten y salen partidos limpios, como Ciudadanos, Esquerra o Podemos. La corrupción es la manifestación de esa política clientelar donde estás comprando el voto a partir de una partitocracia y de los aparatos endogámicos. Hay otros discursos en la política española. Uno es el de la corrupción y el otro el territorial, si España va hacia una recentralización o un Estado más federal o plurinacional. El de la corrupción necesita otros partidos y otros políticos. Hay una serie de políticos que tienen que retirarse y los partidos deben tener sistemas más abiertos, transparentes y rendir de cuentas, eso requiere un cambio de la Ley de Electoral.