Se llama Luis Garicano, es catedrático de Economía de la London School of Economics y uno de los economistas españoles con más proyección dentro y fuera de nuestras fronteras.Catedrático de Economía y Estrategia en la London School of Economics y doctor por la Universidad de Chicago, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera, Ahora publica "El dilema de España" (Ed. Península), un ensayo en el que disecciona nuestra realidad, en el que ofrece una serie de recetas para que en lugar de convertirnos en Venezuela nos acerquemos a Dinamarca, y en el que prolonga las reflexiones sobre la realidad cotidiana que plasmó en el blog económico "Nada es gratis".
Garicano habló en la Fundación Rafael del Pino, donde pronunció el pasado 20 de enero una conferencia magistral acerca del presente y el futuro de nuestro país y explicar qué bases necesitamos para salir de la crisis, algo que para muchos es una misión cada vez más complicada pero que él tiene muy claro.
– La burbuja: "La burbuja nos ha dejado una herencia en la que el capital humano y las instituciones han sido dañadas, las instituciones han sufrido de corrupción, justo en la burbuja con la llegada del euro el abandono escolar comienza subir, la burbuja nos puso en un mundo que no era de futuro, faltaba la formación del capital humano, un aspecto muy relevante para seguir creciendo en el mundo actual".
– Políticos y élites formadas: "Necesitamos unas élites mejor formadas, nuestras élites no tienen la formación necesaria. En las cajas de ahorros, todas las que dieron problemas había muchas personas que habían llegado alto sin saber nada de finanzas ni economía, esto es algo que ha perjudicado el funcionamiento de estas entidades".
– Subir el salario a los políticos: "Si uno quiere excelencia la tiene que pagar y los políticos españoles están mal pagados. En muchos casos los nombramientos no se hacen por méritos, se hacen a dedo". "La corrupción tiene que ser castigada, nos estamos italianizando y la prueba evidente es que los corruptos en España no dimiten". "Si los jóvenes aprenden que la forma de hacerse rico es innovando o creando esto lleva al crecimiento, si piensan que para hacerse rico hay ser amigo del concejal, etc. vamos mal".
– Economía: La economía global nos da una oportunidad, pero tenemos que ser capaces de formar a la gente de la mejor manera posible, porque en eso hemos fracasado en todos los niveles, también en el universitario. La mayor lección que nos ha dado la economía en los últimos años es que necesitamos instituciones que estén a la altura.
– Sistema político: Sí, y hay que hacer cambios profundos en el sistema político. No hay que tocar la monarquía ni la estructura territorial de España, pero sí modificar el sistema judicial, cuyos plazos de resolución son demasiado amplios, que genera poca seguridad jurídica y que cuenta con muchas posibilidades de ser manipulado por quienes tienen más dinero y poder. Mucha gente piensa que hicimos la Transición y que con eso vale. Lo cierto es que España fue mejorando y modernizándose hasta el 2000 con las zanahorias de la UE y del mercado único, pero de repente llegó toda aquella riada de dinero barato y España perdió el impulso reformista. Con la burbuja se corrompieron muchas cosas. La pérdida en capital humano ha sido evidente, porque mucha gente abandonó los estudios pensando que podría vivir bien de la construcción. Si miras los datos, te das cuenta de que hoy tenemos los mismos empleos que requieren educación universitaria que en 2007, mientras que los que sólo demandaban primaria o secundaria han descendido a la mitad. Es un buen ejemplo de cómo la burbuja nos hizo perder la dirección. Ahora debemos retomar el impulso reformista para eliminar sus excesos y volver a la senda correcta.
– Mundo laboral: Hay una serie de trabajos en los que España tiene la capacidad de especializarse porque nuestro país es agradable para vivir, tiene buen clima y se come bien y eso hace que muchos retirados extranjeros decidan residir aquí, y podrían venir muchos más. Eso supone que aumentarán los empleos destinados a prestarles servicios, pero también aquellos de valor añadido relacionados con la medicina, el ocio o la restauración. Pero para que España sea la Florida de Europa tendremos que hablar otros idiomas, como el inglés, el alemán o el holandés, y ofrecerles una regulación razonable. Desde mi punto de vista, habría que eliminar la imposición a las personas mayores, incluidos los españoles, para que les resultara más atractivo vivir aquí.
14 propuestas que convertirán a España en la Dinamarca del sur
En su libro "El dilema de España" (Península Atalaya), el catedrático de Economía y Estrategia de la London Business School, Luis Garicano, plantea que España debe decidir si quiere ser la Venezuela de Europa, a la que nos parecemos ahora, o la Dinamarca del sur, a lo que, asegura, deberíamos aspirar. Para ello, explica (a modo de relato ficticio en el que un periodista del año 2034 explica cómo ha logrado España que dos científicos españoles ganen sendos premios Nobel) las medidas que nuestros gobernantes deberían llevar a cabo.
1. Un gobierno de coalición. Un proyecto ambicioso requiere de un pacto ambicioso.
2. Expulsar a los políticos de los órganos técnicos. Lo primero que debería hacer el nuevo Gobierno es exigir la dimisión inmediata de todos los nombramientos políticos en órganos que deberían ser técnicos, hechos por el anterior Gobierno, y nombrar en su lugar a personas independientes de reconocido prestigio.
3. Una nueva ley de partidos. Que imponga normas mínimas para las primarias, obligatorias para la confección de listas, las auditorías y la transparencia de las cuentas.
4. Una reforma constitucional. Que elimine el Senado y las diputaciones provinciales, excepto las vascas.
5. Reducir el número de ayuntamientos. Dinamarca convirtió los 1.389 ayuntamientos con los que contaba en 2007 en 98, y obligó a todos los municipios a contar con, al menos, 20.000 habitantes. España podría convertir sus 8.116 municipios en 600, lo que reduciría el número de concejales de 68.462 a 5.000. Tras esto, se podría transferir un gran número de competencias autonómicas en servicios sociales y educación a los ayuntamientos.
6. Reformar el Estado autonómico. El Gobierno debería introducir un sistema con competencias claramente asimétricas, confederal en la práctica para Cataluña y el País Vasco, y un nuevo modelo de financiación basado en la idea del cupo más una tasa. Esto haría que la mayoría de catalanes se inclinaran a favor de la permanencia en España.
7. Reforma de la ley de enjuiciamiento civil y criminal y de la carrera judicial. La conjunción de ambas reformas eliminaría el exceso de formalismo y garantismo y reduciría drásticamente el número de apelaciones. Mejoraría la seguridad jurídica y el cumplimiento de la ley. Los delincuentes de guante blanco y los políticos corruptos perderían su capacidad para retrasar el sistema indefinidamente y evitar el castigo. Una nueva ley anticorrupción, más dura, modelada en la legislación estadounidense contra la mafia y la corrupción política, supondría un incremento notable de la efectividad de los tribunales en estos casos.
8. Eliminar todos los contratos temporales y el Estatuto de los Trabajadores. Se debería implantar, de forma general, un contrato de trabajo a la austriaca. Todos los empresarios contribuirían con 10 días por año a una pensión de despido (el 2,75% de la masa salarial) libre de impuestos, que sea un derecho del trabajador. En caso de despido, el trabajador cobra 10 días por año trabajado por esta pensión, además de un máximo de 10 días adicionales pagados directamente por la empresa, que se convierten en 15 en caso de despido improcedente. Si el trabajador no es despedido, los 10 días por trabajador contribuidos se añaden a la pensión de jubilación. La reforma reduciría los costes de la Seguridad Social para compensar los costes laborales debido a la nueva pensión por despido. Los costes adicionales de la reforma se financiarían vía la expansión de la base del IVA y la subida de los impuestos especiales (gasolina y tabaco).
9. Movilizar a los parados. Los parados, para recibir su subsidio, tendrán que ser “enseñantes” o “aprendices”. Habrá una lista concreta de materias de las que se podrá impartir o recibir clase y se emparejará a los parados alumnos con los parados profesores, según sus aptitudes. Mientras no se tenga un empleo, los parados tienen que asistir como mínimo a cuatro horas de clase al día, o enseñar dos. Tres faltas de asistencia conllevaría la pérdida del subsidio. Supondría un cambio radical en la percepción de lo que realmente es el paro: ya no se estaría desempleado, sino en proceso de formación.
10. Reformar los mercados y organismos reguladores. Con el lema “Incrementar la competencia y la protección del consumidor” se introducirían reguladores independientes de los mercados y se reformaría en profundidad la estructura de los mercados financieros, eléctricos y petrolíferos, de comunicaciones, etc. Todo ello supondría una fuerte caída de los precios, sobre todo eléctricos, y pondría la base para un incremento de la competitividad de las empresas españolas, especialmente las consumidoras intensivas de electricidad y energía.
11. Contundente simplificación administrativa. El Gobierno debería trazar un ambicioso plan para que España se situara a la altura de Singapur en los indicadores internacionales de facilidad para hacer negocios. Se implementaría un nuevo marco jurídico para la entrada y la creación de empresas y la eliminación de licencias previas y otros trámites.
12. Incrementar la demanda de empleo para los parados sin cualificar. Esto se podría lograr mediante el objetivo Florida. El plan pasaría por introducir una serie de cambios fiscales y en la cobertura sanitaria con el fin de que España fuera el destino más atractivo desde el punto de vista económico para los retirados extranjeros. Esto incluiría la eliminación de los impuestos de sucesión sobre la renta para los mayores de 65 años.
13. Asegurar la sostenibilidad del Estado del Bienestar. Para ello sería necesario conservar la sanidad pública, pero introduciendo criterios de eficiencia bajo el modelo británico y un modelo de cuentas nocionales a la sueca en las pensiones (un modelo por el cual cada trabajador sabe en todo momento cuánto ha acumulado en su cuenta). Finalmente, habría que introducir la eliminación definitiva de la desgravación fiscal por vivienda y fomentar el alquiler hasta que llegue al 40%, lo que favorecería la movilidad interna en el país.
14. Reforma del sistema educativo en su conjunto. La educación en España requiere una metamorfosis profunda. El componente clave de la reforma debe ser el cambio en la gobernanza de los centros, así como en la carrera profesional de profesores y directores. Ambos pasarían a cobrar mucho más (los directores el doble que los profesores), y la educación atraería a mejores profesionales. El Gobierno debería crear una Agencia Independiente para la Evaluación de las Escuelas, que publicara análisis detallados de su funcionamiento, incluyendo los resultados en los exámenes estandarizados y análisis pormenorizados de la creatividad, la capacidad de expresión oral y escrita, etc. La financiación de los centros quedaría ligada a la demanda de los estudiantes, de forma que aquellos sin alumnos tuvieran que cerrar. La reforma universitaria se adaptaría a los modelos existentes, sobre tres pilares: autonomía absoluta personal y financiera de la universidad, así como su desfuncionarización; el rector sería nombrado por un patronato externo; toda la financiación se realizaría en función del éxito de investigación y de docencia. Los avances en investigación se medirán por su impacto, no por su número. Algunas universidades caerían, pero el resto mejorarían.