Pasó por España Tony Podesta para ofrecer una charla sobre lobbies, transparencia y legalidad en EEUU y Europa en la Fundación Rafael del Pino. Un negocio –el de los lobbies– bastante enjundioso, como pone de manifiesto la facturación de alrededor de 27 millones de dólares que su compañía, el Podesta Group, obtuvo durante 2011, y la alta frecuencia con la que “Tony”, a quien el New York Times dedicó un artículo que lo llama “el superlobista”, aparece entre los más importantes de Estados.
Podesta justifica su rápida escalada como resultado de su buena fama. “Es una cuestión de boca a boca; la gente que tiene buenas experiencias con nosotros le dice a sus amigos que funcionamos”, explica. “Es un negocio que se basa únicamente en el capital y el talento humanos. Tenemos gente muy buena trabajando y una gran reputación de integridad y eficiencia, dos cosas que no siempre van juntas”.
Tony es fundador, junto a su hermano John, actual asesor de Obama, de Podesta Group, tercero en el ranking de los grupos de presión de Estados Unidos. Un grupo que maneja desde las cuentas más poderosas, caso de British Petroleum –que se vio implicada en un sonado escándalo-, o Herbalife, muy cuestionada por la venta piramidal, a una modesta empresa de bienes raíces. “También tuve de cliente a Wal-Mart que tenía una mala imagen como patrón y que algo ha mejorado”, reconoce Podesta. Desde hace décadas la familia Podesta tiene fuertes vinculaciones con la Administración demócrata y, ahora, personalmente con el presidente Obama. Tony Podesta no oculta que ha donado cerca de medio millón de dólares al Partido Demócrata, lo que no es impedimento para que el consejero delegado del grupo sea un ferviente republicano.
Parece que lo normal para este hombre de negocios es que grandes corporaciones inpongan sus intereses particulares al órgano que regula la soberanía nacional. Hasta tal punto llega su influencia, que el interés particular de estas grandes corporaciones ya se ejrce de forma colectiva pero sutil, imponiendo intereses de clase, no ya particulares de uno u otro sector de actividad, sino intereses que van mas allá de ser económicos para empezar a ser hegemonistas. El lobby de la banca es el mas poderoso, como sucede en casi cada país de los mal llamados desarrollados. Han conseguido quedarse con el 50% del sistema financiero a precio de puta de rotonda, obligando al Estado a inyectar cientos de miles de millones de dudosa recuperación y cuyas pérdidas pagamos a escote con recortes sociales de todo tipo y crueldad.
Estas son algunas de sus declaraciones a su paso por España:
– “Los lobistas somos una de las profesiones peor valoradas en Estados Unidos después de los congresistas”, citando una encuesta de Gallup. Hizo la autocrítica en la Fundación Rafael del Pino de Madrid, donde disertó sobre ‘lobby, transparencia y responsabilidad’ y achacó la mala imagen a no hacer bien los deberes, en algunos casos, o a series de televisión como ‘Castillo de Naipes’ en Estados Unidos y a otras películas que denigran su buen hacer. Echando mano de la encuesta de Gallup destacó también como entre las profesiones mejores valoradas se encuentran las enfermeras que encargan lobby para dignificar su profesión. “Los lobistas están para aportar información y ayudar a mejorar las políticas. El buen lobista ha de estar registrado y dedicarse full time a su labor”, subraya.
– El escándalo de las puertas giratorias, muy presente en Europa, no fue eludido por este experimentado negociador. “El presidente Obama se ha mostrado contrario, pero hay varios lobistas que han sido fichados para puestos claves en la Casa Blanca”. Tony recordó como el propio Obama ha demonizado a los lobbies con declaraciones incendiarias. La profesión de lobista no tiene color político, aclara Tony Podesta y lo subraya de esta manera: “aunque somos demócratas, hemos hecho más negocio, en ocasiones, con los Bush en la Casa Blanca”.
_ “Cada vez que nos atacan por ser demasiado poderosos, aumenta nuestro negocio”.
– Durante los últimos años se ha hecho un gran esfuerzo –también por el propio Podesta– para darle la vuelta a la imagen de oscurantismo y corrupción que suele ir asociada a los grupos de presión. “Los lobbies en Estados Unidos también tienen mala fama, pero todo el mundo tiene el suyo”, asegura Podesta, de origen griego, cuando se le pregunta si en EEUU están mejor aceptados que al otro lado del charco.
– Grupo de presión. “Nuestra actividad no es misteriosa, ilegal o corrupta”, r. “Los lobbies proporcionan información útil al Gobierno y a los miembros del Congreso, así que mientras el sistema esté abierto a que todo el mundo pueda dar a conocer su información y haya transparencia, que haya acceso para saber quién defiende qué, contribuirá a mejorar la política”.
– La fórmula es, en apariencia, sencilla: “De cuanta más información se disponga, mejor, si la alternativa es no tener información en absoluto”. Para ello es vital la aprobación de leyes como la de transparencia, que cree que “ayudará a que en España se entienda mejor cómo funciona el sistema”.
– ¿Son los lobbies para todos? ¿O simplemente para aquellos que se los pueden pagar? “Trabajamos para todo tipo de grupos de intereses: los abogados tienen sus lobbies, los negocios tienen lobbies, etc. En Washington no hay apenas ningún grupo social que no disponga de uno”.
– Pero ¿no son el dinero y los contactos políticos decisivos a la hora de conseguir que trasciendan determinadas medidas? “No funciona así. El dinero no siempre gana. Hay casos de campañas de lobby donde David ha abatido a Goliat. A veces la gente pequeña pero dedicada puede resultar decisiva en las decisiones de los Gobiernos. Otras veces los muy ricos y poderosos malgastan su dinero y pierden”, explica Podesta.
– ¿Cuáles son los clientes más habituales de los lobbies? “La mayor parte de grupos empresariales, ya que la política es muchas veces el choque de dos grandes grupos. Por ejemplo, el sector de la energía solar y renovable lucha contra la del petróleo, así que las decisiones tienen que tener en cuenta a ambos. Por cada fuerza hay una contrafuerza”.
– La tarea del Gobierno: “Hay un abismo de conocimiento entre los millones de grupos que hay en la sociedad y los miembros del Congreso, que no pueden saberlo todo. Las investigaciones que ponemos en marcha conducen al cambio de políticas que pueden ser de gran ayuda”.
– ¿Fortalecen los lobbies la democracia? ¿O es ir incluso demasiado lejos? “Un grupo de presión es tan poderoso como lo sean sus argumentos y la información de la que dispongan”, argumenta el hombre que financió parte de las campañas de Ted Kennedy o Bill Clinton. “Un lobby basa su credibilidad en proporcionar información correcta, acertada y sincera. Si eres un miembro del Congreso y te digo algo que no es cierto, ya no volverás a hacerme caso nunca más”.
– Cabría pensar que, dada la afinidad de Podesta con Obama, la mayor parte de sus trabajadores fuesen demócratas, pero no es así: “La mitad de nuestra gente son demócratas y la otra mitad son republicanos. Tenemos que hablar con ambos partidos. Tal y como está planteado nuestro sistema político, es raro que un único partido lo controle todo, así que hay que conseguir que los dos partidos se pongan de acuerdo”. Los lobbies hacen extraños compañeros de cama.