La influencia del escritor chino Sun Tzu venía de décadas antes, cuando comenzó a ser utilizado como referencia por las Escuelas de Negocio o las universidades a la hora de analizar el mundo de la competencia y la organización empresarial. Las frases del estratega chino muestran una capacidad tal de síntesis –sin caer en la simplificación– que muchas de ellas han pasado ya a la historia militar, especialmente después de su descubrimiento en Occidente durante el siglo XVIII. En el fondo, la lección más importante que proporciona el libro tiene mucho que ver con la era en que vivimos, es decir, la de la información.
Corto, fácil de leer y lleno de inteligencia. La colección de ensayos sobre el arte de la guerra atribuida a Sun Tzu – Sun Tzu fue un general chino que vivió alrededor del siglo V antes de Cristo– es el tratado sobre dicho tema más antiguo que se conoce. A pesar de su antigüedad, esta obra domina sobre cualquier otra sobre el tema. Es una lectura obligada para cualquiera que desee incursionar en marketing político. Aunque vayamos a ser líderes de nada en toda nuestra vida, vale la pena leerlo.
El mejor libro de estrategia de todos los tiempos. Inspiró a Napoleón, Maquiavelo Mao Tse Tung y muchas más figuras históricas. Puede muy bien considerarse la esencia concentrada de la sabiduría en lo referente a la conducción de la guerra. Buscando entre los teóricos militares del pasado, sólo podría hallarse en Clausewitz al único capaz, en cierto modo, de compararse a Sun Tzu. Válido para cualquier situación. Los trece artículos sobre el arte de la guerra constituyen el más antiguo de los tratados conocidos sobre esta materia, nunca ha sido superado en amplitud y profundidad de conceptos.
La información es poder
Un gran número de las lecciones de Tzu tienen que ver con la noción de que la información es poder. Ello tiene, a su vez, un interesante correlato, que es que aquellos que consideran que lo saben todo y que no necesitan observar a su adversario se encuentran en el camino a la derrota. “A no ser que te mantengas informado de la situación del enemigo y estés listo para atacar en cualquier momento, una guerra puede alargarse durante años”, dejó escrito Tzu hace siglos. “La única manera de conseguir esa información es contratando espías, y es imposible contratar espías leales si no estás dispuesto a pagarles convenientemente”. Quizá sea un tanto radical sobornar a un compañero para que nos ayude en nuestra empresa, pero lo que sí podemos hacer es trazar alianzas de conveniencia, o intentar buscar intereses comunes que beneficien a ambos. En realidad es aún más sencillo que eso: simplemente siendo agradables, charlando con los demás y ganándonos su confianza podemos conseguir tanto esa información que puede ser clave en cualquier momento como un leal aliado que luchará a nuestro lado cuando estalle la guerra. A pesar del lenguaje belicista, no hay que pensar todas estas relaciones como una hipócrita manifestación de interés, sino como el establecimiento natural de redes de apoyo y confianza.
Lo que Sun Tzu y sus hermeneutas proponen no se encuentra tan lejano a aquello que se ha considerado una de las grandes virtudes de Warren Buffett, que dedicaba grandes cantidades de tiempo cada día a la lectura de libros, informes y artículos que les permitiese tomar las mejores decisiones, de forma que no dependiese de nadie más que de sí mismos a la hora de elegir entre un camino u otro.
El arte del engaño
La información y el uso que de ella se hace funcionan en ambos sentidos. No sólo nosotros debemos intentar conocer todos los detalles posibles de la preparación y situación de los que se interponen en nuestro camino, sino que debemos resultar opacos ante ellos. “Se debe aprovechar cualquier circunstancia a favor de nuestro ejército y que permita manipular al enemigo, engañándolo y teniéndolo siempre confundido”, se puede leer en "El arte de la guerra".
El libro nos enseña a desconfiar de la posibilidad de que el enemigo no venga: tarde o temprano, lo hará. “Cuando podamos atacar, debe parecer que no podemos; si estamos cerca, debemos hacer pensar que estamos lejos; parecer indefensos cuando somos más fuertes que él”. Todo ello tiene un objetivo: que el enemigo piense que es más fuerte que nosotros y, así, poder ganar la batalla. El otro lado del conocimiento es la arrogancia, uno de los mayores problemas que el propio Sun Tzu ha identificado entre los perdedores. La guerra no es justa, puesto que las fuerzas nunca son equivalentes. Y, en esa circunstancia, el débil siempre debe aprovechar las flaquezas del contrario, especialmente si se trata de su arrogancia. “Extiende cebos para atrapar al enemigo. Finge desorden, y aplástalos”.
Otras lecciones
Se pueden extraer cientos de enseñanzas del libro de Sun Tzu (una por cada sentencia), quizá uno de los volúmenes que más se han releído en la historia del hombre. A continuación recogemos tres citas significativas que pueden ayudarnos en nuestra vida laboral (¡o personal!).
“El arte de la guerra nos enseña a no confiar en la posibilidad de que el enemigo no venga, sino en nuestra propia preparación para recibirlo”
A menudo preferirnos no contemplar la posibilidad de que algo pueda ir mal, por lo que simplemente cruzamos los dedos y tocamos madera para que nada ocurra. Y, sin embargo, de esa manera estamos engañándonos a nosotros mismos. Sólo es cuestión de tiempo que algo se trunque, así que anticípate a todas las potenciales dificultades y prepárate.
“Disciplinado y calmado, a la espera de la aparición de alboroto y desorden entre el enemigo; ese es el arte de mantener el auto control”
Aquellas personas capaces de mantener la cabeza fría en los momentos críticos son los que probablemente tomen las decisiones que les permitan salir adelante en el largo plazo. No se trata únicamente de pensar con calma, sino también de saber esperar al momento en que de verdad debemos dar un paso adelante. “El general que avanza sin codiciar la fama y se retira sin temer a la deshonra, cuyo único pensamiento es proteger a su país y hacer un buen servicio a su soberano, es la joya del reino”
A pesar de la fama que Sun Tzu tiene como impenitente y manipulador estratega debido a su defensa del engaño, el escritor no duda un instante en defender que el papel definitivo de un líder no es el propio beneficio, sino ayudar a que todos los suyos alcancen sus objetivos. Tus aliados son tus amigos, y viceversa.
La victoria por encima de todo
La victoria es el principal objetivo de la guerra, por lo que debe ser planificada con anticipación, con esto se crearán mayores posibilidades para triunfar y se reducirá el tiempo de guerra, ya que esto ocasionaría pérdidas tanto en lo moral, fuerza, recursos y empobrecimiento del Estado, así que se deben aprovechar los recursos del oponente para reducir gastos.
Para lograr la victoria se debe tomar en cuenta la moral, en la que se encuentra tanto el oponente como la propia, al igual que se debe dominar el factor mental y físico en las que se deben tomar las mejores decisiones. Un comandante que conoce perfectamente las ventajas de las diferentes variables sabrá como manejar las tropas y debe estar seguro de sus capacidades para obtener provecho de las circunstancias; no debe seguir ningún procedimiento preestablecido, al igual que debe actuar de acuerdo a las circunstancias; controla su carácter y cuando ve posibilidades, actúa con cautela y rapidez, en caso contrario cierra sus puertas.
Durante las marchas, la ventaja está en aprovecharse de las configuraciones del terreno y mandar a las tropas con humanidad y benevolencia, si no se toman en cuenta dichas recomendaciones el comandante no será capaz de utilizar el terreno en su provecho.
Estas tácticas, escritas para la guerra, pueden ser llevadas a la práctica en muchos aspectos de la vida tanto personal como profesional.