En la primavera de 2001 nacía la revista GOLDEN con una portada dedicada a "La Heredera". "Escudada en las sombras que ofrecen los negocios de la Nueva Economía, Ana Patricia Botín vela sus armas a la espera del asalto final: el regreso definitivo a la casa del padre", escribíamos en la entradilla. Una docena de años más tarde, Ana Botín es la quinta mujer más poderosa del mundo tras asumir la presidencia del Santander. A continuación reproducimos literalmente el reportaje, en el que se demuestra que no nos faltaba olfato periodístico. Y conste que nunca pudimos disfrutar de su planificación publicitaria.
Por Luis Sánchez Bardón
"Hace poco más de un año, en la inauguración de la cátedra UNI2 de Nueva Economía en la sede del Instituto de Empresa, una mujer bastante bien conocida por cuantos estaban allí, mantenía un tono épico, con alusiones a los navegantes que hace más de cinco siglos marcaron el ritmo hacia la aventura, el riesgo y el nuevo El Dorado.
Ana Patricia Botín, la mayor de la saga de los banqueros cántabros, decía cosas como que España podía ser el Silicon Valley de California o el Silicon Glen de Escocia, El Dorado tecnológico de Europa. “De una simple bellota de capital –decía– podía surgir la encina de una multinacional”. Y no bajaba el tono cuando vaticinaba lucha inter pares entre el coloso norteamericano y la vieja Europa a través de un minúsculo aparato: el móvil.
A Eugenio Galdón, presidente de Uni2, o a Juan Abelló, entonces en la presidencia de Airtel, les llegaba a los oidos como si fuera música celestial este hermoso mensaje de matrimonio entre las telecomunicaciones y la red, entre la telefonía móvil e internet. Y algún fiel lector de la prestigiosa revista Fortune podrá venírsele a la memoria lo que suele repetir la número uno de la lista de las mujeres más importantes de los negocios norteamericana en los últimos años, Carly Fiorina, en Hewlett-Packard: “El poder en los tiempos que corren es la capacidad que alguien tiene para hacer que las cosas cambien”.
No faltarán tampoco quienes piensen que, ¡qué cosas!, una de las mujeres con más poder económico de este país, sucesora virtual de su padre en la presidencia del Banco Santander antes de la fusión con el Central Hispano, chica golden en todas su categorías, madre de tres hijos, pianista en sus ratos libres, golfista como corresponde al apellido, vieja alumna de la prestigiosa Universidad de Harvard, con todo eso a las espaldas de su curriculo, una mujer as, hablara de riesgo y aventura, de El Dorado y de retos, de cambios y de un mar ignoto por descubrir.
De postre, la conferenciante contó una fábula que podía haber sacado de Esopo o Samaniego, y que ilustraba los peligros de no ponerse las pilas ya mismo: érase una rana metida en una sartén con agua sobre el fogón. Cuando se enciende, la rana no salta del agua, porque no se dará cuenta de que se está cociendo hasta que sea demasiado tarde. “Esto es lo que podrá pasar con Europa si no nos movemos”.
Mirando al futuro
Este tono épico, pero nada tronante, enardecido pero atemperado por la firmeza que bien conocen sus antiguos y sus nuevos compañeros en el trabajo, esta mujer les puede parecer a algunos arrebatada por la pasión de un nuevo converso en la tierra de promisión de la Nueva Economía, pero no vale hacer juicios por lo que alguien dice en una conferencia o por lo que ya antes había dicho. Porque son sólo los hechos los que tienen la úlltima palabra. Y los hechos son que Ana Patricia Botín, tras su dimisión del cargo de directora general del recién estrenado BSCH, parecía apostar por la Nueva Economía.
Una apuesta en absoluto descabellada de esta mujer de cuarenta años, de apariencia frágil pero de palabras y hechos muy firmes y con una experiencia nada común. Ha tenido tiempo para corregir una larga práctica directiva y ajustarlos al terreno de sus conocimientos de Harvard y hasta tener ojos en la cara para ver lo que en los puestos que ocupaba no deja de ver: datos tan simples como como que la mitad del crecimiento económico en los EE.UU. se debe ya a la Nueva Economía, es decir, internet.
También seguramente el destino, que tan a gusto parece moverse entre las cifras y las racionales opciones que hacen las empresas, puso a esta mujer en el camino de la nueva Economía y, hoy, Ana Patricia Botín es presidenta de Coverlink y de Suala Telecom, un fondo de capital de alto riesgo. Sin dejar de ser consejera del BSCH, Coverlink se ha dinamizado, ha crecido y busca expansión.
El Silicon Valley que ella busca en la península no pierde de vista los 550 millones de personas que hablan español y portugués. Coverlink, ya consolidadas las websites ClubDirectivos.com y Seguros Online.com, busca presencia en otros portales: de sanidad, de servicios a la mujer ocupada, de import/export, de la importantísima y humilde cesta de la compra y banca on line.
Tras su salida de la gestión bancaria –18 años, ni más ni menos– y tras casi el año que pasó estudiando la viabilidad de su proyecto en la Nueva Economía a donde le lleva su olfato profesional, seguramente un don de familia, parece que su nuevo rumbo se ha consolidado. Las cuentas, especialmente las de Coverlink, tienen un aspecto impresionante – el año pasado facturó ya 2.500 millones de pesetas y obtuvo 150 millones de beneficios con 260 empleados– aunque el barco que abordara un nuevo mar desconocido, ya en las nuevas aguas, haya tenido que reducir tripulación y virar hacia la que los técnicos llaman consultoría estratégica.
Una tarea en la que ha requerido a bordo la gestión de una antigua conocida, Ana Llopis, que estaba en la nave capitana cuatro días después de dejar otra empresa de comercio electrónico a donde ahora llegaban tiempos de recortes y refugio en puerto.
De vuelta a casa
Claro que Ana Patricia Botín no es una cualquiera. Marquesa de Boghetto por via matrimonial, Premio Mujer Empresaria, fue la nieta favorita del viejo Botín, la niña de sus ojos, que ha sabido aprovechar las ventajas de su apellido, la tradición y un status. La mayor de la saga mantiene el genio y figura de la dinastía financiera cántabra y va a crecer en la firma familiar después de haber acumulado experiencia y conocimientos. Vivió por, para y casi en el banco mientras duró, aunque ahora se mantenga en stand by.
En el 2007 Ana Patricia tendrá 46 años y puede que Angel Corcóstegui, rey prudente en esta monarquía incierta, pueda seguir siendo un ejecutivo brillante. “Este banco tiene muchos botones, pero un solo Botín”, dicen que dijo el titular de la saga. Las biblias de las finanzas apuestan por ella (The Economist, Business Week) y gran parte de los cuellos blancos de la banca la consideran la mejor de las working girls, la Sigourney Weaver nacional.
Su renuncia a las responsabilidades ejecutivas dentro del BSCH levantó una tormenta que se ha ido aplacando. El nuevo banco se creaba sobre una base distinta a la del Santander, con un accionariado más complejo y profesionalizado.
Hoy, Ana Patricia se prepara para el día que tenga que asumir la presidencia como un príncipe se prepara para ser rey; reina en este caso.
Una mujer predestinada
Bisnieta, nieta e hija de banqueros, Ana Patricia Botín es una mujer predestinada. Tiene una trayectoria impresionante, trabajadora y dura, como su carácter y forma de negociar. Domina cuatro idiomas, es hábil, lista y ambiciosa. Tiene las manos desnudas, bellas y un poco masculinas, apenas se maquilla y no lleva joyas. No sale en el Hola ni en la televisión, no asiste a fiestas, no concede entrevistas: su abuelo concedió cinco entrevistas en 90 años, su padre le está ganando, ella va por el mismo camino. El lema familiar es: “La discrección es lo más importante en un banquero: no traicionar la confianza de los clientes”.
Hermética, rectilínea, hizo suya aquella frase de Nietzsche:”Sé dura como el diamante: una piedra que raya a todas y no puede ser rayada por ninguna”. A pesar de ser una niña rica, trabaja como si no lo fuera, por eso es, tal vez, la mujer más poderosa de los negocios.
A pesar de su timidez que hace de ella la impresión de ser hosca, distante y antipática, está acostumbrada a despachar con presidentes de todo el mundo, a bregar con ministros de finanzas, a rendir cuentas ante un Consejo de Administración, a tomar decisiones trascendentales, a correr riesgos, a jugársela. Copartícipe de una fortuna que sobrepasa con creces el billón de pesetas, odia que la elijan Mujer del Año: ella compite con hombres y parece un hombre más.
Ana para los íntimos, Ana P para los empleados, tiene dos personalidades que rara vez se solapan y es difícil de discernir si su traje es de Armani o de Zara, si su reloj es un Swatch o un Philippe Patek. No tiene mano izquierda para trata a la gente, pero tampoco dobleces. Va al grano, como ejemplar banquero y jamás pierde el tiempo: lo único que no puede comprar. Habla rápido, piensa rápido y vende lo que lleva entre manos. Es una perfecta tiburón hembra.