"Final de Partida", la obra de la periodista Ana Romero sobre el último tramo del reinado de Don Juan Carlos, rompe el velo corrido sobre la figura del monarca emérito y sus salidas. El servilismo y el "conjuro" de protección al Rey lanzado por políticos, empresarios y medios de comunicación degeneraron en el "Corinnazo". La periodista asegura que Felipe González fue el "ideólogo" de la abdicación del monarca, tras un fallo "sistémico" de todo el país. "La élite careció de madurez democrática en el caso del Rey Juan Carlos", asegura la periodista.
Lo apuntó un ministro del Gobierno de Mariano Rajoy en abril de 2012. El Rey Juan Carlos perdió en Botsuana "su conjuro". Y es que "el sortilegio urdido por la Transición se evaporó en la madrugada del jueves 13 de abril de 2012 entre los húmedos apéndices que el río Okavango despliega en Botsuana". El encanto, si es que lo hubo, al menos para una gran parte de la sociedad española, se truncó al conocer lo que había sucedido.
La periodista Ana Romero, que seguía los avatares de la Casa Real para El Mundo, ha reconstruido los últimos años del Rey en Final de Partida (La Esfera de los Libros). No quiere juzgar, pero dejar algunas cosas claras: "Lo que ha ocurrido en España en los últimos años denota un fallo sistémico, y una falta de madurez democrática de la élite, de todo el establishment, del Gobierno, y de los medios de comunicación".
¿Por qué razón? Romero asegura en una entrevista con diferentes medios, entre ellos Economía Digital, que se dejó actuar al Rey Juan Carlos, y que se conocían hechos que se prefería esconder a la sociedad española. "No puede ser que Corinna –la amante del Rey desde que la conoció en 2004—viviera en el monte del Pardo, en el complejo de la Zarzuela". Y es que en 2006 se comenzó a reformar el pabellón de tres habitaciones llamado La Angorilla, llama La Casita, situada al lado de la Zarzuela, a ocho minutos "exactos" en coche.
González, Spottorno y Sanz Roldán
Romero ha realizado numerosas entrevistas con todos los actores implicados, para llegar a varias conclusiones. La primera es que la persona más determinante en la abdicación del Rey, que se va mascando desde 2012, es el ex presidente Felipe González. "El Rey se lleva bien con él, y ha tenido numerosas conversaciones en los últimos años. González le hizo ver, a su manera, con su forma particular de llevarle al camino que le interesaba, que lo mejor para la monarquía era que abdicara", asegura Ana Romero.
Claro que hubo otros protagonistas, si González pudo ser el "ideólogo", el jefe de la casa Real, Rafael Spottorno, y el director del CNI, Félix Sanz Roldán, actuaron de "ejecutores". Pero, quien realmente le "arrancó" al Rey "el último servicio al Estado: la abdicación", fue Felipe González, según todas las fuentes consultadas por Romero. También fue determinante un artículo del historiador Santos Juliá en El País, publicado el 2 de febrero de 2013, bajo el título de La erosión de la monarquía.
El peor momento de España
Según Romero, "a partir de 1992, el Rey comienza a pensar más en él, en su propia vida, después de ejercer su poder político desde la transición". Pero fue en los últimos cinco años cuando Juan Carlos I acabó "desconectado" de la realidad española, justo en el peor momento económico de España desde hacía décadas. "En un momento en el que España pasaba por un estado de ansiedad, el Rey no supo estar", recuerda Romero.
Pero, ¿la responsabilidad era sólo del Rey? La periodista, que impactó a toda España con su entrevista a Corinna, el 24 de febrero de 2013, en El Mundo –en la que Corinna afirmaba que había tratado de encontrar un trabajo "digno" a Iñaki Urdangarin—recuerda que buena parte del Establishment tenía mucha información.
El establishment "abrió los brazos a Corinna"
"El Rey conoce a Corinna en una cacería en La Garganta, en Ciudad Real en 2004, y partir de ese momento se deja ver con ella, aunque también frecuentaba a la decoradora mallorquina Marta Gayá", relata con detalle en el libro. Y añade que "en general, entre 2004 y 2012 el establishment político y económico español abrió sus brazos a CSW (Corinna) 'para agradar a su majestad'".
El Rey le pidió a su nueva amante que organizara la boda de los príncipes de Asturias, y que le buscara un empleo "digno" a Urdangarin, justo el año en el que el monarca le prestó a su yerno y a su hija Cristina un millón de euros para que pudiera comprar la casa de Pedralbes con un crédito de La Caixa.
Había indicios y realidades, viajes privados del Rey, de los que no se informaba al Ministerio de Exrteriores, dejando muy confundidos a los embajadores de los distintos países visitados, principalmente del Golfo Pérsico. En ellos estaba Corinna.
La ficción de Doña Sofía
Romero relata cómo el sábado 8 de mayo de 2010 en una habitación de la séptima planta del Hospital Clínic de Barcelona, el Rey y Corinna se cogen de la mano "convencidos de que al monarca le espera la muerte". Le van a extirpar un nódulo en el pulmón. Tras la operación, que sale bien, Corinna sale por la puerta de atrás.
La Reina, Doña Sofía, llegó el mismo sábado, al mediodía. Entró en la habitación y salió, sin cruzar palabra con el Rey. Pero se quedó todo el día en las instancias del hospital, como tantas otras veces, para "hacer creer a los españoles que el matrimonio seguía bien". Una ficción total.
Pero el final del conjuro llegaría en ese viaje a Botsuana. El Rey de la Transición ya no podía seguir por más tiempo.
La familia particular del monarca
El monarca, pese a la situación de España en ese momento, --prima de riesgo por las nubes, nacionalización de Repsol-YPF por parte del gobierno argentino, el tiro en el pie de su nieto Felipe Juan Froilán jugando con una escopeta—partía desde Montercarlo hacia Botsuana para cazar elefantes con su particular familia sin avisar a nadie, ni al propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.
El Rey iba animado, con los suyos: Philip Adkins, de cincuenta y cuatro años, ex marido de Corinna, convertido en el gran amigo y confidente del Rey; el septuagenario Mohamed Eyad Kayali, compañero de cacerías, el eslabón entre el monarca y el Rey Salman bin Abdulaziz, de Arabía Saudí; Corinna, de cuarenta y siete años; y el hijo de ésta, Alexander, de diez años, que llama al Rey de España como "Uncle King". Y en España nadie sabía nada.
El problema era Corinna
"El principal problema fue la intersección entre la vida pública y la vida privada, o sea, Corinna", señaló Romero. "A cuenta del servilismo y de la voluntad de una persona ocurrieron cosas que podían haberse evitado", apuntó. Por ejemplo, la presencia de Corinna en un avión de la Fuerza Aérea durante un viaje oficial. "Nunca tuvo que haber estado", aseguró Romero, que confesó su incapacidad para encontrar quién autorizó que la amiga del Rey estuviera a bordo.
Pero, ¿y Corinna? La gaditana dejó entrever hasta dónde había llegado la relación: "Llega un momento en que ella quiere que sea diferente. Ella empuja pero eso no se produce". Desde luego, sí puso en la mente del monarca la idea del divorcio. "Incluso después de abdicar ha seguido pensando en ello. No para casarse. Simplemente por el divorcio", precisó.
Otro asunto que revoloteó en la sala del Ateneo de Madrid fue el referente a lo que lleva décadas persiguiendo a Don Juan Carlos: ¿cobra o no cobra comisiones por su labor, especialmente en los países árabes, como "embajador económico"? ¿Tiene o no tiene una elevada fortuna en el extranjero?
"Es un asunto que nunca nos atrevemos a abordar", respondió ante las cuestiones. La autora de Final de Partida reconoció que durante su etapa de documentación para el libro varios testimonios le daba como un "secreto a voces" que el Rey cobra comisiones pero no pudo acreditar pruebas de ello.
En todo caso, Romero sí expresó su percepción de que esas labores de apertura de puertas no le habían hecho ningún bien a Don Juan Carlos: "Fue identificado por los españoles como el representante de los grandes empresarios de España, el embajador del Ibex 35".