Los trazados independientes constituyen los conocidos como Caminos de Santiago de los Portugueses y son el resultado de la confluencia de las Rutas Jacobeas Portuguesas una vez que se adentran en tierras gallegas. El Camino Portugués es desde 2004, año en que se comenzaron a tomar cifras, la segunda ruta de peregrinación con mayor afluencia tras el Camino Francés..
Desde luego, las estadísticas no engañan. Tomando los datos recopilados por la Oficina de Acogida de Peregrinos de Santiago vemos que el Camino Portugués es desde 2004, año en que se comenzaron a tomar cifras, la segunda ruta de peregrinación con mayor afluencia tras el Camino Francés. Se encuentra por delante de itinerarios reconocidos como el Camino del Norte, la Vía de la Plata y el Camino Primitivo, y sólo en 2010, hasta el 30 de noviembre, habían recorrido al menos sus últimos cien kilómetros nada menos que 32.848 peregrinos. La peregrinación jacobea desde Portugal se intensifica a partir de la independencia de este país a mediados del siglo XII, aunque presumiblemente ya existía en la época altomedieval. Desde ese momento el culto jacobeo y la peregrinación a Compostela, considerada como una de las señas de identidad de la cultura europea, tuvieron en tierras lusitanas una proyección muy importante. Durante siglos el pueblo portugués contribuyó a esta experiencia colectiva con altos niveles de participación, siempre apoyado con singular fortuna con el ejemplo de reyes, nobles y altos clérigos. Basta con recordar que la mayor parte de la red viaria de Portugal fue testigo, desde el siglo XII hasta nuestros días, del caminar de los peregrinos desde diversos núcleos de población portugueses hasta la meta compostelana.
Las motivaciones para esa peregrinación eran religiosas, pero gracias a este denso y secular flujo de personas que poblaron los caminos de Santiago, también se establecieron entre Portugal y Galicia fecundos canales de intercambio cultural, económico y de pensamiento.
En tierras galegas
El Camino Portugués en Galicia, en su suave discurrir hacia el norte, hace uso de caminos antiguos que cruzan bosques, tierras de labor, aldeas, villas y ciudades históricas. Senderos que salvan canales de agua a través de puentes de traza medieval. Caminos enriquecidos por la presencia de capillas, iglesias, conventos, petos de ánimas y cruceros, en los que no falta la confortadora imagen de Santiago Peregrino, acompañando al romero.
Los trazados de las rutas costeras son la continuación de los senderos seguidos por los peregrinos portugueses que se encaminaban a Santiago de Compostela a través de una de las rutas que discurrían en el eje Lisboa-Coímbra-Oporto entraban en Galicia cruzando el río Miño. Para ello, en un principio era imprescindible hacerlo a través de la localidad de Tuy, pues sólo en ella existía un puente para hacerlo. Más tarde, al construirse las infraestructuras necesarias para salvar este obstáculo en las localidades de Goián y La Guardia, ambas poblaciones comenzaron a formar parte de las rutas de los portugueses en tierras españolas.
Las rutas de interior deben su nombre a que los peregrinos portugueses que se encaminaban a Santiago de Compostela a través de una de las rutas que discurrían por el interior del país entraban en tierras gallegas uniéndose a los españoles que optaban por el Camino de Santiago Sanabrés o el Camino de la Plata de Portugal. El trazado entre Ourense y Santiago de Compostela forma parte para muchos autores del Camino de Santiago Sanabrés.
Referencias documentales
Las dos mejores obras de investigación sobre los Caminos de Santiago en España, la de Luciano Huidobro y sus ocho colaboradores por un lado, y la de Luis Vázquez de Parga, José María Lacarra y Juan Uría por otro, aluden, aunque muy por encima, a las peregrinaciones jacobeas desde Portugal. Luciano Huidobro hace un repaso de los personajes más ilustres que peregrinaron a Santiago de Compostela desde el país luso, sobre todo reyes. Nombra la peregrinación del rey Sancho II en 1244; la de la reina y devota Santa Isabel, canonizada en 1625, que peregrinó en 1326 y 1335; al rey Don Manuel el Afortunado, que partió para Santiago en 1502; el viaje de dos Padres Jesuitas en 1543 desde Coimbra; la peregrinación de Francisco de Holanda, pintor, humanista y arquitecto portugués, en 1549; las del obispo de Tui en 1604 y el vizconde de Ponte de Lima en 1610, etc.
Sobre los posibles itinerarios seguidos por estos y otros viajeros devotos, Luciano Huidobroescribe en el cuarto capítulo del tercer volumen de su obra Las Peregrinaciones Jacobeas: “La vía menos conocida desde Portugal a Santiago es la que, llegando a la Guardia y Tuy, cruzaba Pontevedra para rematar en la Porta Traxeira de la ciudad del Apóstol, ruta conocida por ser la vía militar romana de Brácara a Asturica Augusta… Después del Miño, solían éstos seguir las antiguas vías romanas hasta Redondela, y desde ésta llegar a Pontevedra por el Camiño Novo (paradójicamente el más viejo), para salir hacia Caldas y Padrón por La Santiña”. Huidobro también documenta la presencia de varios hospitales de peregrinos en la ciudad de Pontevedra y cita el paso de peregrinos como el Barón de Romisthal, Erich Lassota y Cosme de Médicis por esta ciudad.
En la biblioteca del Vaticano se halla un manuscrito de los viajes que el sacerdote italiano Juan Bautista Confalonieri realizó entre 1592 y 1597. El interés jacobeo de este manuscrito se concreta en la peregrinación a caballo que realizó en la primavera de 1594 desde Lisboa a Santiago de Compostela. Esta aventura se encuentra recogida y traducida en castellano en el libro El Camino Portugués, escrito por Juan M. López Chaves y editado por la Asociación Amigos de los Pazos. Al parecer, Confalonieri siguió el mismo itinerario que el viajero alemán Jerónimo Münzer realizó justo un siglo antes y que José García Mercadal reflejó en su obra Viajes de extranjeros por España y Portugal. El itinerario descrito por Confalonieri desde Lisboa a Santiago, fundamentalmente, y el de otros autores, han sido la base para la recuperación y señalización del actual Camino Portugués Central .
En la actualidad
En la actualidad, desde Lisboa a Santiago hay aproximadamente 600 kilómetros de peregrinación que pueden cubrirse en 24 días a una media de 25 kilómetros diarios. Desde Oporto se reducen los kilómetros a 240 y se necesitan 10 jornadas y desde Tui son 119 kilómetros que pueden realizarse cómodamente en 5 o 6 días. El Camino Portugués Central parte desde la capital lisboeta y remonta el país luso de sur a norte pasando, entre otras, por las localidades de Alverca do Ribatejo, Santarém, Golegã, Tomar, Alvaiázere, Rabaçal, Coimbra, Mealhada, Águeda, Oporto, São Pedro de Rates, Barcelos, Ponte de Lima, Rubiães y Valença do Minho. Entra en España por Tui y continúa por O Porriño, Redondela, Pontevedra, Caldas de Reis y Padrón hasta Santiago de Compostela.
De todos los itinerarios jacobeos es, probablemente, uno de los que menos desniveles tiene. Aunque sí hay algún collado molesto no hay que hablar de ningún O Cebreiro ni Puerto del Palo que exija un esfuerzo máximo. El Camino atraviesa la llanura de la antigua provincia portuguesa de Ribatejo y se adentra en la de Beira Litoral, de perfil más quebrado, para seguir por las regiones naturales de Douro Litoral y Minho. En Galicia el trazado avanza paralelo a las Rías Bajas de Vigo y Pontevedra pero este paisaje marítimo permanece vedado y casi oculto desde el camino de peregrinación.
Los albergues: La presencia de albergues de peregrinos en el Camino Portugués Central a finales de 2010 es desigual. Entre Lisboa y Oporto no hay albergues de peregrinos tal como los conocemos en España y el peregrino debe alojarse en los cuarteles de los Bombeiros Voluntários, en Posadas de la Juventud o en Casas parroquiales. Entre Oporto y Valença do Minho ya hay albergues de peregrinos municipales o de alguna orden religiosa en muchos de los finales de etapa más comunes.
Dado el éxito de participación que tiene este itinerario extraña que no hayan surgido aún más albergues privados. En años de mayor afluencia, como el de 2010, las plazas se quedan cortas y se suelen habilitar edificios provisionales para albergar a los peregrinos.